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sábado, febrero 17, 2024
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Patriotismo, Grecia, Leónidas y los 300 espartanos

Dimensionando sobre el actual entorno político, procuro recordar antecedentes del verdadero patriotismo.

Desde el lado de nuestro concepto de cultura española euro-occidental, los primeros y claros ejemplos de patriotismo sincero y de fondo nos vienen desde hace más de 2500 años por los griegos y los romanos.


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Grecia era un montón de ciudades o “polis” independientes las unas de otras, celosas y hasta envidiosas entre sí, que nunca se unificaron (igual como nosotros en América Latina). Y aun así, de ellas surgió la democracia.

Étnicamente hablaban el mismo idioma y se sentían hermanados, pero el territorio era una mezcla -de península montañosa y accidentada, rodeada de islas- que hizo de sus gentes, por un lado atletas enérgicos y por otro a marineros recios. Ya desde hace 3,000 años tenían competencias vigorosas, más bien atléticas que meramente deportivas (por diversión, ocasionales, menos esforzadas). Las competencias o juegos olímpicos datan del año 776 antes de nuestra era cristiana, con el lanzamiento de jabalina, peso, disco, carreras de distancia, velocidad, salto y luego lucha, pugilismo y arquería. Los términos, atletismo y gimnasia, vienen de ellos.

Atenas representaba la grandeza marítima; Esparta, el poderío de soldados reputados, ni más ni menos que por ser descendientes de Teseo (quien dio muerte al Minotauro Asterión) y del propio Hércules. Obligados desde niños a ser los guerreros más esforzados. Se les inculcaba que nunca debían retirarse del campo de batalla; de ahí el llamado “valor espartano”.


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Como hoy se admira a un Babe Ruth, Pelé, Messi o “Chicharito”, la historia que en 490 a.C., Filípides, renombrado hemerodromo (corredor mensajero profesional) un coloso de atleta, tras ser enviado a correr ida y vuelta 240 kilómetros a campo traviesa, nada de cómodas pistas, para avisarles a los espartanos que venían los invasores persas, fue enviado otra vez al término de la batalla de Maratón a correr 42 km hasta la ciudad de Atenas a dar la noticia, y habiendo llegado anunció “nikomen (ganamos)” cayendo agotado, y por darle agua fresca, casi fría, sufrió un paro. Desde entonces, los griegos le honraron con el evento del maratón en sus juegos olímpicos.

Enfrentando otra invasión diez años después por el emperador persa Jerjes, los espartanos –por cumplir un festejo de su religión- sólo enviaron 300 soldados dirigidos por su Rey Leónidas al sitio de las Termópilas (fuentes de aguas calientes o térmicas) para, junto a otros 7,000 griegos, enfrentar a unos 80,000 atacantes. Y sí los contuvo durante tres días, pero un resentido los traicionó y mostró a los persas cómo rodearlos. Mas Leónidas, inmutable en que los espartanos jamás se retiraban, ordenó a los otros griegos ponerse a salvo y permaneció impertérrito a morir con sólo sus 300 hombres, 400 siervos helotas y 700 tespios bajo Demófilo. Con semejante temple permitió que a los días la flota griega en Salamina y el ejército en Platea, derrotaran a los persas.

Un milenio después, cuando el imperio romano ya estaba en su ocaso, el general romano Aecio, congregó junto a sus ya escasos legionarios a las tribus de bárbaros visigodos (de España) y francos (germánicos) para enfrentarse al terrible Atila y sus aliados forzados de bárbaros gépidos, ostrogodos, hérulos, rugianos, turingios, alanos, escirianos, burgundios, etc., durante la batalla de los Campos Cataláunicos. Ya entrada la recia batalla, el Rey visigodo Teodorico cayó, pero su hijo Turismundo arengó a los hombres a lanzarse sin tregua y con eso permitió a Aecio contratacar a Atila, empatarlo, forzarlo a detenerse e, increíblemente, a emprender la retirada.

Aunque las comparaciones –se dice son odiosas- que diferencia con Antonio López de Santa Ana y sus generales mexicanos que, tras ser capturado ese, en vez de ofrendarse por la patria, entregó Tejas a los rebeldes secesionistas. Entonces el verdadero patriotismo de servir al país no es con bravuconadas, ni griterías de rugidos patrioteros de insultos léperos contra otros países y banderas, o impunidad, menos que idolatremos a lo ciego a partidos ni políticos. Sino valoremos, es leal, firme, profundo, sereno e impertérrito a la patria. Continuará.

 

Atentamente,

José Luis Haupt Gómez

Tijuana, B.C.    

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Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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