Ari Aster identifica el género que desarrolla en la gran pantalla como “horror existencial”. Eso es justamente lo que se vierte ante la mirada atónita del espectador que ve esta película donde una pareja norteamericana viaja a Suecia para pasar unas vacaciones en un pueblo remoto y termina inmiscuida en una especie de secta pastoral donde una vibra siniestra se cuela por todos lados.
De entrada hay que decir que todo hubiera funcionado mejor si la película no tuviera una duración de 147 minutos porque el tedio tiende a ganarle la batalla al suspenso y, a pesar de un buen principio, el final se debilita.
Todo comienza luego de la tragedia familiar de Dani (Florence Pugh), quien lleva a su novio Christian (Jack Reynor) a posponer la ruptura de la relación. En vez de ello deciden hacer el viaje con dos amigos, invitados por Pelle (Wilhelm Blomgren), un estudiante sueco.
Del sexo, drogas y rocanrol, la aventura se torna extraña y esto es exacerbado por el trabajo de cámara de Pawel Pogorzelski, De pronto hay ceremonias oscuras, paganas, en el centro de una comunidad estilo hippie, con un gusto por lo grotesco.
Florence Pugh es lo más rescatable del elenco, porque pasa de la ingenuidad al terror en un abrir y cerrar de ojos, con una impresionante credibilidad. El resto de los actores no son conocidos, pero en general y a pesar de una buena dosis de gore barato, el filme funciona en la medida que logra trazar su camino en la memoria, como toda buena cinta del Género H debe ser. *** y media.
Punto final.- “Spiderman: Far from Home” es una muy buena opción en la cartelera de verano. De verdad.