La jugada de Jaime Martínez Veloz está más que descubierta. El oportunismo delineó su candidatura y sus actos postelectorales.
El ex priista dejó asomar su personal conveniencia desde que, incrustado en la nómina del gobierno federal de Enrique Peña Nieto y con gran simpatía en el tricolor, se separó de la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México de donde vivió todo el sexenio pasado.
El político renunció a la nómina federal en la víspera del acabose del PRI. Luego de su dimisión en la administración de Peña y muy cerca de concluir la campaña presidencial de 2018, se pronunció –como muchos otros– a favor del entonces candidato favorito Andrés Manuel López Obrador, y en Baja California se decantó por el candidato a gobernador Jaime Bonilla Valdez. Visionario, el hombre.
Tras la llegada de la Cuarta Transformación, Martínez Veloz fue amparado por Jaime Bonilla en Baja California donde ni siquiera vivía, pero donde mantiene su residencia oficial. Primero, Martínez pensó que tenía lo suficiente para ser el candidato a gobernador por el partido en el poder. No pudo. La candidatura recayó en su entonces amigo, Jaime Bonilla, hoy gobernador electo. Tras su frustración hacia la gubernatura se apuntó para participar a la alcaldía de Tijuana donde tampoco prosperó.
A esas alturas, sobraban las muestras del advenedizo apetito de Veloz en la política.
El pataleo de Martínez no le permitió seguir en Morena, salió despotricando y acusando a la casa que lo había regresado al Estado. Fue así como el partido en ruinas y siempre cófrade del Partido Acción Nacional, el PRD, lo acogió.
Desde la candidatura al gobierno del Estado por el PRD, Veloz concentró todos sus recursos en imputar a Jaime Bonilla. No hizo otra cosa –sin posibilidades de triunfo– más que intentar mermar al candidato de Morena. Obsesivo con el hoy gobernador electo, Veloz estuvo bajo las instrucciones del panismo en la entidad.
Por ejemplo, a Veloz le daban y le siguen dando instrucciones y apoyos desde la Secretaría General de Gobierno del Estado. Así lo presumen, incluso a manera de burla, los panistas en Mexicali. Los cercanos a Víctor Lujano Sarabia, subsecretario Jurídico del gobierno del Estado, cuentan que el equipo se divierte mandando al perredista, pidiéndole que aglutine gente a las afueras del Congreso, juran que las denuncias formales y públicas de Veloz son elaboradas desde aquella oficina.
Tan es así, aseguran, que el panismo puso, a través de Lujano, a sus tres íntimos amigos, los notarios públicos Héctor Manuel Acosta Moreno, Rodolfo González Quiroz y Rene Mauricio González Sandez para que “acreditaran” los documentos con los que periódicamente Martínez Veloz sale a denunciar a Bonilla.
El jueves 25 de julio, el gobernador Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid publicó –y pagó para promocionar– en sus redes sociales una fotografía suya junto a Jaime Martínez Veloz tomada en su oficina de Tijuana. Veloz danzando a los pies del PAN y del señor gobernador.