Ahora ya se le conoce como el Universo del Conjuro, pero los creadores de esta exitosa franquicia deben cuidar sus contribuciones a la saga de los Warren, primero después de “La monja” y ahora con esta entrega que no se caracteriza por el horror intenso de sus entregas previas.
Bajo la dirección de Gary Dauberman, esta séptima película de la saga parte del momento en que la muñeca es llevada a la casa de los Warren, colocada en un gabinete con vidrio sagrado y bendecida por un sacerdote, al ser un objeto con un poder demoníaco difícilmente contenible.
De ahí la famosa pareja de demonólogos debe salir de casa a investigar otros hechos y es cuando Mary Ellen (Madison Iseman) llega para cuidar a Judy (Mckenna Grace), la hija de los Warren, quien está a punto de cumplir 10 años y ya percibe situaciones paranormales.
Todo va bien hasta que aparece Daniela (Katie Sarife) en la ecuación, la amiga de Mary, atormentada por la pérdida de su padre y busca la manera de entrar al polémico museo que hay en la casa, supuestamente poblado por cosas que tienen una fuerza satánica.
El objetivo de esta extrovertida chica es encontrar un puente con los muertos y así pedirle a su padre perdón porque falleció a consecuencia de un accidente automovilístico mientras la joven iba al volante.
Impulsada ahora sí que por sus demonios internos, la adolescente busca la manera de entrar al cuarto, hace caso omiso de las instrucciones, toca todo lo que encuentra y, finalmente, libera a Annabelle. La muñeca entonces logra despertar todo lo que ahí estaba contenido y la acción de pronto se desborda.
Sin embargo, en vez de crear terror aquí se genera un contexto de camaradería donde estos tres personajes crecen mientras enfrentan el mal. De ser una niña tímida, agobiada en parte por el oficio de sus padres, Judy pasa a ser la heroína de este clan, y su papel convence por Mckenna funciona a la perfección.
Así pareciera que esta película es para adolescentes que buscan uno que otro susto momentáneo y algo de matices cómicos para terminar aportando la versión más “light” de las tres cintas de la muñeca siniestra.
Pero el detalle es que uno espera más de la franquicia “El Conjuro” y no simplemente un título que ofrece un pasatiempo más con un buen elenco al que se suma, en un papel breve, no obstante trascendente, el ocurrente Bob (Michael Cimino), el pretendiente de Mary Ellen.
En resumidas cuentas pareciera que esta película fue hecha porque sí, para aprovechar el momento e ir en busca de la taquilla en verano y nada más. Hay que tenerlo en cuenta cuando en vez de sustos, lo que el filme produce es una sonrisa. Vaya contradicciones en la vida. **
Punto final.- Mejor hay que esperar “El Conjuro 3” sobre el juicio de Arne Cheyenne Johnson.