Dexter Fletcher es el director de esta emocionante y emotiva cinta biográfica de la mega-estrella Elton John y no pudo haber contado con mejor actor que Taron Egerton para encarnarlo.
La neurosis está ahí, los excesos de alcohol, droga, sexo y compras compulsivas, la miseria personal, la relación con su amante John Reid (Richard Madden) y con el compositor de sus letras Bernie Taupin (Jamie Bell). Aunque también tenemos el inicio, cuando Reggie Dwight descubre la música a través del piano en la sala de su casa, y bien por el jovencito Matthew Illesley en este papel.
El mayor acierto de Fletcher es haber sabido cómo trasladar a ese talento en ciernes hasta su triunfal concierto en el estadio de los Dodgers en 1975, escena que inevitablemente hace recordar la brillante interpretación de Rami Malek como Freddie Mercury durante su participación en “Live Aid”.
Tal vez porque ambas películas tienen poco tiempo entre sí de haberse estrenado, y dado a que ambas tratan con una de las principales figuras del rock, la alusión parece obligada, aunque en el caso de “Rocketman” el tratamiento del personaje es muy distinto. Elton no es tan agradable, sobre todo porque es presa de sus debilidades y su mal comportamiento. A ratos sobran los motivos para odiarlo, pero luego la cámara se concentra en explorar su arte y vaya que hay cambio de opinión.
Esa es la maestría de Lee Hall a la hora de elaborar un estupendo guion que explora los altibajos del artista fuera del escenario. No solo son las excentricidades de su vestuario, sino las orgías, el vodka, los berrinches.
Y nosotros, por fortuna, somos testigos de todo eso, con tranquilidad, desde la butaca, donde observamos otra película sobre un gran rockero que evoluciona en la pantalla, aunque en sí, tampoco se parece a ningún otro. Es Elton John, después de todo. Elton John… ****
Punto final.- Seré tradicional, pero de Disney me quedo con las cintas animadas…