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viernes, octubre 4, 2024
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Que no se olvide

“Roberto estaba defraudado del gobierno, pero aun así lo volvería a hacer”, fue la expresión que compartió María Concepción Hernández, esposa de Roberto Razo Lara, agente de la Policía Ministerial del Estado que ofreció su físico para salvar la vida de Manuel Díaz Lerma, secretario de Seguridad Pública del Estado en 2006, cuando fue víctima de un atentado al que sobrevivió debido al heroico trabajo efectuado por elementos de su equipo de seguridad.

Razo falleció el domingo 9 de junio de 2019 en su vivienda, a causa de un infarto fulminante; su familia no teme evidenciar su dolor y resentimiento hacia el gobierno, pues durante todos estos años, no se le trató como héroe. Al contrario, fue abandonado pese a que intercambió metralla contra un grupo armado para cumplir con su deber.

La señora Hernández, quien es madre de tres hijos, recuerda con enorme respeto a su esposo, quien durante 24 años defendió a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), a la que amó profundamente, pero no le correspondió cuando más lo necesitó.

Razo Lara sufrió un verdadero martirio después del atentado. Recibió atención médica inmediata, pero durante su recuperación, poco a poco le fueron retirando los apoyos, al grado que durante una intervención en el Hospital Almater, le negaban el alta debido a que el Gobierno del Estado no quería cubrir los gastos.

Ante el estrés de ese día, el ex gobernador Ernesto Ruffo Appel dio la cara por él, y por ello la familia Razo Hernández le estará eternamente agradecida.

El héroe fue relegado al olvido. Ni siquiera querían pagar la prótesis de rodilla y los medicamentos, pese a que su físico quedó destrozado con los embates sufridos durante su actividad laboral, que nadie puede negar, es de alto riesgo.

Tampoco Manuel Díaz Lerma se molestó en brindarle apoyo. Según lo narrado por la hoy viuda, el entonces funcionario les dio la espalda y rehuyó en todo momento a hacerse cargo de cualquier pago. Recordó con gran coraje que en una ocasión se puso detrás del funcionario cuando este hablaba con un empleado del Gobierno del Estado, al que pedía lo sacara “de esa bronca”, para no tener que pagar los gastos médicos. La charla enfureció a la mujer, quien decidió retirarse por respeto a su esposo, el cual prefería el silencio.

La señora María Concepción Hernández recuerda que durante su tiempo de escolta, hubo dos momentos en los que pidió a Razo Lara que volviera a la tropa y dejara su comisión. El primero de estos tuvo lugar una madrugada, cuando uno de sus compañeros que formaba parte del equipo de seguridad del secretario, le llamó para indicarle que el jefe quería limones. No era una clave, en realidad -afirma- requerían limones para sus tragos, y no tuvo de otra más que manejar hasta donde se encontraba su superior y entregarle su encargo.

Roberto Razo Lara, agente de la PGJE

La segunda ocasión fue luego de un accidente que sufrió su esposo en la autopista de La Rumorosa, la cual cruzaba a gran velocidad, también por obligaciones de su encargo. Resultó ileso de una caída de ocho metros y volvió al trabajo. Cuando se le entregó una nueva camioneta, Díaz Lerma le dijo que esperaba que no le hiciera ningún rasguño.

Razo Lara le respondió que lo único que le podía garantizar, es que él iba a llegar sano y salvo a su casa, “y lo cumplió”, señaló su esposa, para después entregarse a las lágrimas.

Reducido a una pensión de 9 mil pesos quincenales, el héroe fue olvidado por todos. El ex procurador Rommel Moreno Manjarrez le ofreció un cargo en la PGJE, pero resultó no tener una sola función policial. Recordó que su esposo desistió del puesto a los pocos días porque no hacía absolutamente nada, y sintió que solo lo tenían en la oficina por lástima, por lo que se resignó a pedir su pensión.

Sin embargo, nuevamente fue víctima de los rechazos y retrasos durante esa administración, y no fue hasta el arribo de la procuradora Perla del Socorro Ibarra Leyva, que le fue liberada la pensión. También a ella le reconocen el esfuerzo por ayudar a Razo Lara, pero, reclama la viuda, otros funcionarios hicieron lo posible por reducir su pensión hasta lo mínimo.

Actualmente desconocen cómo se procederá con el aporte quincenal que recibe, pues según le comentaron hace años a su esposo, “la pensión muere contigo”.

CachanillaZ buscó la versión de la PGJE sobre la negativa de hacerle honores en los patios de la institución, a lo que señalaron que los protocolos policíacos afirman que debe morir en acción y que la familia no estaba de acuerdo en brindarlo.

La señora Hernández confirmó lo dicho por la PGJE, pero agregó que en ese momento rechazó los honores porque Díaz Lerma intentó “pararse el cuello” con el homenaje. La noche del velorio, el hoy presidente del Consejo Municipal del Transporte acudió a brindarle su pésame. Ella admite que rompió en llanto, pero por el coraje que sintió al verlo acompañado de su esposa, tranquilo y despreocupado. “Mis lágrimas eran de coraje”, pues considera que, pese a que le salvó la vida, el ex secretario nunca vio por ellos.

Al terminar la charla, la señora María Concepción Hernández pidió a las autoridades que se responsabilicen por los agentes, pues cada vez son más castigados por el gobierno tanto por sus superiores, como en sus condiciones laborales.

Autor(a)

Eduardo Villa
Eduardo Villa
Periodista desde 2011 y corresponsal en Mexicali del Semanario Zeta. Participante del Border Hub del International Center for Journalists y coautor del libro “Periodismo de Investigación en el ámbito local: transparencia, Acceso a la Información y Libertad de Expresión”
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