El artista plástico exhibe “Distancia temporal”, que incluye 20 fotografías de mediano formato en blanco y negro, donde mezcla personajes y escenarios de mediados del Siglo XX en Tijuana con locaciones actuales. Con esta exhibición, el IMAC celebra el 130 Aniversario de la ciudad
Con la exhibición de Javier Galaviz, titulada “Distancia temporal” en la Galería de la Ciudad, el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC) que dirige Haydé Zavala, se une a las celebraciones por el 130 Aniversario de Tijuana.
Además, con Javier Galaviz el IMAC complementa un exitoso ciclo de exposiciones en la tradicional Galería de la Ciudad, en la que algunas de las figuras emblemáticas de la plástica bajacaliforniana compartieron sendas individuales en la administración municipal (2017-2019). Por ejemplo, Lula Lewis, César Hayashi, Franco Méndez Calvillo y Manuel Rodríguez “Varrona”; además de diversas colectivas, como la titulada “Encuentro” de 2018, donde comulgó obra de Francisco Chávez Corrujedo, Manuel Bojórkez, Luis Alderete, Ruth Hernández, Alejandro Márquez, Virinia Lizardi, Edgar Meraz y Ariel Duarte.
Por si fuera poco, tras 22 años, Javier Galaviz regresa a exponer a la Galería de la Ciudad por invitación de Haydé Zavala, luego de exhibir por diversos escenarios.
“En la Galería de la Ciudad expuse por última vez en el 97 la individual ‘Ritual de origen’, un año después, en el 98, presenté ‘Trashumantes’ en la Casa de la Cultura de Tijuana; luego hice exposiciones en el Distrito Federal, La Habana Cuba, San Diego y la última en Mexicali, en 2002”, manifestó Javier Galaviz durante la apertura de “Distancia temporal”, muestra en la que comparte su forma de entender la fotografía a través de la búsqueda de la estética, una visión artística que también tiene su historia.
“EMPECÉ A PINTAR POR MI CUENTA”
Hijo de Francisco Javier Galaviz Decena y Raquel Sánchez Martínez, Francisco Javier Galaviz Sánchez nació el 22 de mayo de 1952 en Villa Obregón, Jalisco, aunque sus padres se trasladaron a vivir a Tijuana en 1953.
Fue en el seno familiar donde Javier Galaviz experimentó sus primeros acercamientos al arte, como narró en entrevista con ZETA en un recorrido por “Distancia temporal”.
“A mi papá le gustaba la pintura, trataba de pintar pero nunca lo hizo ni siquiera de amateur, pero sí compraba pintura de artistas locales, o sea, los primeros óleos los vi allí en la casa, era algo que de chico me atrajo mucho; por ejemplo de Roberto Sánchez, Leopoldo Siegler, Antonio Maya que firmaba como ‘Tony Maya’, y así de distintos pintores que trabajaban en la Revolución”.
Fue en la Avenida Revolución donde su padre tenía contacto con algunos de los artistas de la región: “Mi papá tenía la farmacia Guadalajara (en Calle 10 y Constitución), era un lugar por donde pasaban los pintores, le ofrecían la obra, él la compraba y yo empecé a ver esos cuadros colgados en la casa y pues me impactaron”.
Cuando el joven Javier ingresó en 1965 a estudiar la educación secundaria en “La Poli”, descubrió su inquietud artística:
“En ‘La Poli’ había talleres de carpintería, electricidad, dibujo técnico, encuadernación y entre ellos estaba el taller de pintura; en el primer año recorríamos un mes en cada taller para que descubrieras tu vocación, aunque en segundo y tercero te quedaras en uno solo. En cuanto yo entré al taller de pintura, dije ‘este es mi paraíso’.
Aunque no quedó seleccionado en el taller, ahí vio las réplicas de grandes pintores: “El taller en ‘La Poli’ era como una bodega y el maestro se había ido quedando con la obra de los alumnos, entonces había reproducciones de Rubens, Rembrandt, Miguel Ángel, Leonardo, todos los clásicos de pintura”.
Y apostilló:
“Total, no me tocó entrar a ese taller, pero no me frustré y me fui a la salida del primer día de clases que tuvieron mis compañeros, les pedí la lista de material, en mi vida había oído la palabra óleo; yo oía que mi papá compraba pinturas pero no sabía si era óleo, acrílico o acuarela; ellos me dan una lista de material, hago mi ahorro y lo primero que hago en cuanto puedo, es ir a Papelería González y me compro mi estuche de colores óleo, lienzo; de ahí empecé a pintar por mi cuenta”.
DESDE SU PRIMERA CÁMARA
Cuando Javier Galaviz concluyó la educación media superior en la Escuela Preparatoria Federal “Lázaro Cárdenas” en 1971, eligió la carrera de Cirujano Dentista en la Universidad Autónoma de Guadalajara, donde estudió entre 1971 y 1976.
“Leía la vida de los pintores y vi como que le batallaban mucho para sobrevivir, batallaban mucho en su vida; Van Gogh, Rembrandt, no la pasaron muy suave, aunque hicieron lo que quisieron. Total que teniendo el apoyo de mi familia estudié odontología, no me arrepiento porque fue la carrera adecuada porque ahí aprendo a modelar, el cuerpo humano, radiografías, a fotografiar; a la hora de aplicarme como artista visual, han sido herramientas excelentes”.
Al regresar de Guadalajara a Tijuana en 1976, empezó a ejercer su carrera de odontología, pero la fotografía le siguió llamando la atención; no fue sino hasta 1980 que compró su primera cámara, una Minolta réflex 101.
“Empiezo con la fotografía en 1980 con la intención de hacer un registro del nacimiento de mi hija Melissa, es cuando me veo en la necesidad de comprar una cámara y empezar el registro de mi hija, era algo personal, para registros familiares, con esa cámara empecé a trabajar”, dijo.
LA BÚSQUEDA EN LOS 90
Ejerciendo como dentista, en los años noventa, Javier Galaviz ingresó a los talleres de pintura para continuar con su búsqueda en el arte.
“En 1990 empecé a tallerear con Blancarte, estaba César Hayashi, Franco Méndez Calvillo y Marcos Ramírez Erre; luego conocimos a Luis Moret y se hizo interesante el equipo, allí fue donde empezamos a tallerear con Blancarte. En los 90 también empiezo a participar en exposiciones como pintor, como en la primera colectiva, en una galería de Las Torres; después empiezo a participar en la Bienal del Noroeste en 1993, donde fui seleccionado ese año”.
Pero la fotografía siempre estuvo presente hasta para registrar su obra pictórica:
“Para todas las bienales, como la del Noroeste y la de Baja California, tenías que tomarle fotografía a tu trabajo, revelarlo y mandarlo; igual ya habías invertido en hacer tu pintura y si contratabas los servicios de un fotógrafo, iba a aumentar, entonces dije, ‘si tengo cámara, voy a empezar a hacer los registros de mi obra’. En ese tiempo, en el CECUT y la Casa de la Cultura traían fotógrafos del Centro de la Imagen, también me apuntaba a esos talleres; así fue como al rato me familiaricé más con la cámara, fue cuando dije ‘voy a hacer foto’”.
De hecho, después de su exhibición pictórica “Ritual de origen” (1997) en la Galería de la Ciudad, su primera exposición de fotografía fue “Trashumantes” (1998) en la Casa de la Cultura de la colonia Altamira. Lo que siguió, fue un proceso de investigación de la imagen.
“APRENDÍ A PINTAR CON LA FOTOGRAFÍA”
Para encontrar su propuesta estética, Javier Galaviz continuó profesionalizando su vocación artística desde la fotografía. En Cuba aprendió a manipular la imagen con fines estéticos.
“En La Habana, en 1999 tomé un taller de Manipulación de la Imagen Fotográfica con Edgar Moreno y aprendí a pintar con la fotografía. Te daban una lista de químicos, hacías tu impresión de plata sobre gelatina y, entonces, una vez terminada la foto empezábamos a utilizar químicos para degradar el blanco y negro, luego usábamos toners, sustancias colorantes y las íbamos poniendo”.
Entonces descubrió las posibilidades de la fotografía más allá de la reproducción fidedigna de la imagen propia de la disciplina: “En el taller de Manipulación de la Imagen Fotográfica vi la libertad que podía tener, casi como de un pincel para colorear las fotos”.
Con la libertad en la experimentación, Javier continuó su búsqueda en la plástica. Incluso experimentó con el juego de trasposición de imágenes en radiografías que luego desembocó en una exposición.
“En ‘Estandartes 2000’ presenté una obra que se llamaba ‘Transustanciar’, era una radiografía completa de una mujer que en el abdomen traía un cráneo y por la parte de atrás era la foto del desnudo; el requisito del estandarte era que tenía que tener doble cara”, recordó Galaviz, e incluso evocó que luego expuso fotografías de desnudos viradas con tóner en “Danza lugar” en la galería “José Arroyo” de Mexicali en 2002 y después la serie “Transustanciar” en la galería La Masmédula de Ciudad de México en 2003, “son exposiciones que no se conocen en la ciudad”, evocó, aunque eso sí, desde entonces la experimentación con la fotografía ha sido una de sus propuestas estéticas.
SU PROPUESTA ESTÉTICA EN LA FOTOGRAFÍA
Bajo la museografía y montaje de Gelasio Moreno, Graciela Mendoza Santos, David Castillo Campos y José Jesús Ramírez Rebolledo, en “Distancia temporal” Javier Galaviz propone esencialmente 20 fotografías de mediano formato, en blanco y negro, con imágenes sobrepuestas que incluyen personajes y escenarios fronterizos desde la década de los 40 y 50, con locaciones actuales o tradicionales como el “Bordo” de Playas de Tijuana, la torre El Minarete, las Torres, la playa fronteriza, la Avenida Revolución, el reloj de la misma avenida o monumentos a personajes como Rodolfo Sánchez Taboada y, por supuesto, Cuauhtémoc.
Entrar a la Galería de la Ciudad del Antiguo Palacio Municipal es encontrarse con imágenes que llaman la atención porque no son solo fotografías antiguas en blanco y negro de una añorada época, sino que el artista bajacaliforniano ofrece una nueva propuesta a partir de la combinación de imágenes:
“Dentro de mis hábitos de la pintura y la fotografía, tengo la costumbre de coleccionar, colecciono cámaras y fotos antiguas; aquí en Tijuana y San Diego se da mucho eso de que en los sobre ruedas o en las tiendas de veteranos de Estados Unidos, te encuentras los carruseles de álbumes familiares y por el gusto que tengo por la imagen siempre me han atraído”, contó Javier Galaviz.
Luego de coleccionar carruseles fotográficos con imágenes de personas desconocidas, el artista experimentó con las diapositivas de mediados del Siglo XX de la región fronteriza, insertándolas en cámaras réflex Kodak y Argus (también de aquella época), para posteriormente tomar fotografías en diversos escenarios de la ciudad.
“Las diapositivas las ponía en una cámara análoga, luego en un cuarto oscuro le ponía el negativo blanco y negro; con la cámara cargada, salía a caminar a buscar los lugares para tomar las fotos en la ciudad”, expresó.
Finalmente, no se trataba nada más de superponer imágenes para lograr otra, sino de una búsqueda estética del artista fronterizo.
“Es como una exploración, un juego de imágenes. No quería nada más apropiarme de la imagen ajena, sino que yo pudiera intervenir, aportar algo y contar una historia ficticia, y que aparte hubiera un elemento de composición, de estética. Se trata de crear una atracción y una confusión; alguien viene y empieza a descifrar, a hacer tú mismo tu propia lectura, eso finalmente te detiene o te atrapa o te vas. ‘Distancia temporal’ es una experimentación fotográfica donde la estética me convence”, argumentó.
Como parte de los festejos por el 130 Aniversario de la fundación de Tijuana, la exposición fotográfica “Distancia temporal” de Javier Galaviz se exhibirá durante los meses de junio y julio en horario de 10:00 am a 6:00 pm, de lunes a domingo, en la Galería la Ciudad del Antiguo Palacio Municipal, a vez ubicado en Calle Segunda esquina con Constitución, Zona Centro.