Ya ni el diablo quiere almas, sino billetes
En Baja California 2019, ha sucedido como en Polonia 1989. Tras muchos sacrificios, adoctrinamiento, persuasión, persecuciones, abnegación, la participación en la vida cívica y política terminó en manos de la indiferencia, irresponsabilidad, dejadez. En las elecciones de este domingo 2 de junio no han participado ni el 30 % de los electores.
La participación ciudadana se fragmentó en más de cinco organismos políticos: unos con menos del 3 % de votos, alguno con 4, otro 5, otro 10 y el más alto quizá con 15 por ciento del voto ciudadano, claro de los que participaron: 3 de 10 votantes. Casi el voto se dividió entre todos y un solo partido.
En este proceso electoral de B.C., desde un principio hay sospechas en torno a dos de los magistrados del Tribunal Estatal Electoral aferrados a violentar las determinaciones legislativas sobre el tiempo en gubernaturas, alcaldías y diputaciones.
Lech Walesa, que habría arrasado en las elecciones polacas en 1989, al intentar reelegirse años después alcanzó poco más del 1% de la aceptación electoral. La democracia en Polonia se desplomó una vez que se restauraron las libertades y la economía mejoró un poco para la atribulada comunidad aplastada por el nazismo y los bolcheviques rusos.
Seguramente el Fiarum y La Rumorosa, la caseta de cuota más barata de todo México, serán testigos –ojalá que no– presenciales de la desastrosa situación que sobreviene al pueblo bajacaliforniano, unos años más lo veremos.
Muchos empresarios deshonestos con capitales de procedencia ilícita ahora tienen como lo tuvieron con el PRI y el PAN, el poder con Morena en Baja California. Ellos lo saben o viven una democracia simulada. De seguro aumentarán las situaciones de privilegio, la informalidad, la corrupción, la impunidad. Las luchas por el poder.
Buenos políticos, buenos ciudadanos, buenos empresarios de todos los partidos lograron impulsar a Baja California como una región ejemplar a nivel internacional. Durante los próximos dos años, si la ciudadanía es observadora y reflexiva alcanzará a percibir la diferencia entre gobernar ordenadamente a una población tan exigente y multiforme –y cansada manifiesta su hartazgo con su no participación–, y volverán a repetirse situaciones tan reprobables como cuando Braulio Maldonado intentó arrebatarles injustamente sus propiedades –invadiéndolas– a comunidades históricas en el Valle de Guadalupe, como la comunidad rusa con más de un siglo de presencia en B.C.; la comunidad bajacaliforniana deberá estar atenta a las intenciones veladas y ocultas de quienes han vuelto a la administración pública que destruyeron con su deshonestidad y que ahora se presentan con la simulación del snobismo político. O como quien dice, es la misma gata pero revolcada.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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