Aquí Charlize Theron deja más que demostrado que también puede hacer comedia. En el rol de Charlotte Field, la actriz ganadora del Óscar triunfa dándole al personaje la mezcla justa de contradicciones que constituye su principal obstáculo rumbo a la presidencia.
En sí, esta mujer es una ambientalista con cara de pocos amigos que suma a Fred (Seth Rogen) a su equipo para ver si este amigo inmaduro del pasado le da frescura a su discurso, dotándolo de unas cuantas ocurrencias y chistes, lo cual se le da de sobra.
El detalle es que Fred está enamorado de Charlotte desde que era niño. Y ella se complica la vida con un multimillonario (Andy Serkis, que aquí está irreconocible) al que se baila con la yema de sus dedos. El resultado es una comedia mezclada con una historia de amor donde Rogen batalla un poco para convencer, mientras que Theron es toda carisma.
En el fondo la película no es tan simple ni inocente. Es una visión de la clase política norteamericana dotada de sarcasmo e ironía. El filme tiene momentos memorables, diálogos graciosos e inteligentes, personajes interesantes y actuaciones polarizadas que a veces funcionan porque evitan el momento que justamente podría ser predecible.
El director Jonathan Levine definitivamente sabe lo que hace aquí, apostándole todo a una sorpresiva comediante de apellido Theron y tal vez dejando a Rogen ser quien es, aunque, en este caso, eso no sea suficiente para sacar adelante su papel de chavorruco. ***
Punto final.- ¿Pokémon? ¡¿Pokémon?!
