Dedicada con respeto al jurista Amador Rodríguez Lozano
No existe ideología químicamente pura, la derecha se basa en una filosofía individualista, cada quien tiene lo que ha logrado con su esfuerzo, con su constancia y solo los flojos viven por su gusto en la inopia.
Son los dueños de los bienes de producción. La riqueza es resultado del esfuerzo individual. El Estado cumple con su función de cuidar que se mantenga el statu quo, la intervención de este debe inclinarse a la tutela de la libertad con el lema “dejar hacer, dejar pasar”, los derechistas son partidarios de un régimen autoritario, rígido y militarista.
Según ellos, el orden jurídico debe tener como finalidad la tutela, el orden y la seguridad (orden y seguridad con el fin de dar tranquilidad a favor de los que les preocupa el desarrollo de la producción, la ganancia y la plusvalía).
La misión de los partidos políticos consiste en mantener inconmovible la estabilidad del régimen de gobierno en la defensa de los privilegios de las clases dotadas del poder de gobernar y con ello, la posesión del ejercicio del poder de mando y la fuerza para hacerlo valer.
Las clases proletarias están para obedecer y servir, representan además, según esta posición ideológica, los valores de la cultura, de la tranquilidad espiritual transmitida por la religión, la filosofía y el arte, como fruto del desarrollo económico y el bienestar social.
Para las posiciones de derecha, la justicia consiste en dar a cada quien lo que le corresponde. La parte de la riqueza obtenida por el esfuerzo individual también puede ser fruto de la herencia o de la habilidad para llevar a cabo la explotación de los que menos tienen, “porque genéticamente, están hechos para servir a quienes tienen el privilegio de mandar y el derecho de ser obedecidos”.
Hay que aclarar que en la derecha y en la izquierda hay diversos matices que van del radicalismo puro a variados matices fruto de la mente humana que dan sustento al pensamiento y actividad política.
La izquierda.- Carlos Marx en su obra “El capital”, define la justicia como “la capacidad de dar a cada quien, según su necesidad y su capacidad, lo que le corresponde”.
El trabajo, para el capitalismo, se maneja como mercancía que se vende al mejor postor y se convierte en una manifestación de la dignidad del ser humano a través de la cual el hombre satisface sus necesidades de sustento, seguridad, frente las contingencias del medio, el ocio y todos los beneficios del desarrollo del ser humano.
Vale la pena aclarar que, dentro de las filas del socialismo humanista, militan falsos izquierdistas, para quienes el desarrollo del ser humano, no es otra cosa que una falsa propuesta para alcanzar posiciones de poder y continuar engañando con la falsa esperanza del cambio hacia estadios de mejoramiento social.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.