Antes de arrancar la campaña para pretender su reelección a la presidencia municipal de Tijuana, Juan Manuel Gastélum Buenrostro se sometió a uno de esos análisis que se utilizan en las áreas de administración y estrategia, o bien en este caso, de marketing político. Es un conocido ejercicio en empresas o personas para saber, entre otras cosas, las fortalezas, las oportunidades, las debilidades, así como las amenazas (FODA) y de ahí, con base en los resultados, poder planificar la campaña electoral, resaltando las fortalezas, aprovechado las oportunidades y hacer lo necesario para contrarrestar y reconocer las amenazas y debilidades. En esta última categoría hubo, en aquel estudio, temas por demás curiosos que, a pesar de la seriedad, no dejan de ser chistosos. Cuatro debilidades marcaron la nueva campaña de Gastélum. Uno, su mullet; es decir, el corte de pelo, conocido en Colombia como “mota paisa”, que es llevar corto el cabello en la parte superior y dejárselo crecer a la altura de la nuca, un corte anticuado, popular en los años setentas y ochentas, popularizado en México por el bajista de Los Tigres del Norte. Dos, su apodo; para sus asesores, seguirse bajo el mote de “El Patas” era insostenible porque existían demasiadas referencias entre ese nombre y su desempeño, por ejemplo: “un gobierno con las Patas”, “una ciudad con las patas hacia arriba”, entre otras y, además que el alias es un sobrenombre de muestra… bueno, no es necesario explicarlo. Tres, los actos de corrupción; la idea es desmarcarse de los actos irregulares descubiertos a lo largo de su periodo como alcalde. Y cuatro, la percepción de “casanova”; los analistas concluyeron que habría que neutralizar esa percepción, cierta o no, de que el alcalde es inestable en sus relaciones interpersonales, por así llamarlo.
Y así fue como surgió el nuevo “Patas”. La melena se lo recortó, cambió el apodo por su nombre de pila, se olvidó de su eterno logo de dos piecitos juntos, no hay letrero, anuncio ni cartel que contenga el sobrenombre en esta campaña; niega actos de corrupción y pretende compensarlos con datos de trasparencia y propuestas de un “gobierno abierto” pero, sobre todo, sacó completamente de su imagen y equipo a su hijo, Juan Manuel Gastélum Rivera. El mayor de los hijos de “El Patas” quedó evidenciado por una triangulación millonaria con recursos del ayuntamiento, el cual otorgó un contrato a una empresa creada al vapor e inexistente –operada por “El Patitas”– y a nombre de una ex empleada del gobierno, supuestamente para encargarse de la producción material y redes sociales del entonces alcalde en funciones, investigación publicada en ZETA por el autor de esta columna junto a Dora Elena Cortés, directora de AFN. Desde que arrancó la campaña, de cada evento, de cada retrato familiar, el junior fue excluido. O sea, hasta del hijo se deshace.
Y, finalmente, la esposa del candidato se incorporó de lleno a su imagen, aparece en la mayoría de spots, en redes sociales, en eventos, doña María Dolores Rivera tiene un lugar asegurado para debilitar la impresión de Donjuán de su marido.
Con tal de ganar simpatías y votos, asesorado por los suyos e inspirado en una nueva imagen, Gastélum intenta dejar de ser lo que hasta hace semanas ha sido. Pero el “Patas” jamás dejará de ser “El Patas”.