Con respeto al ilustre jurista Óscar Valenzuela Ávila
Se equivocan los que juzgan que el proceso electoral se cubre con las campañas y la emisión de un voto que casi siempre se emite con poca o nula información del elector.
El voto, parte del proceso electoral, por desgracia y en ocasiones frecuentes, se vende al mejor postor o se cambia por chucherías de 3 por 4, impulsando a los puestos de elección popular a personas que no cuentan con las calificaciones necesarias para ejercer funciones políticas y de gobierno.
Las campañas políticas, además de ser un instrumento electoral, son una escuela para niños y jóvenes y una forma de hacer contacto con la actividad política, o sea, una manera de llegar al conocimiento de la administración del Estado y sus protagonistas.
En Baja California estamos viviendo una contienda electoral que por desgracia carece de propuestas de la mayoría de los candidatos y se concreta a actividades implícitas sin entender que mediante este proceso se está dando una definición ideológica que influye en el arte, la ciencia, la filosofía y sobre todo en el arte de gobernar.
El enfrentamiento que se da en Baja California que demuestra pobreza en la mayoría de las propuestas, ha generado una división y conflictos de poca monta que no vale la pena analizar salvo casos de excepción.
La política que se da con motivo de este proceso más parece un conflicto entre habitantes de una vecindad y esto dicho con todo respeto para quienes moran en esos conjuntos habitacionales, en otras palabras, estamos viviendo una campaña electoral de escasa trascendencia cuando el país está sujeto a un cambio profundo y estructural.
No entiende gran parte de nuestra ciudadanía, porque no le hemos enseñado que un país adopta a través de la ideología con la que se defina, una forma de vivir, de pensar; y que esto no se resume en un voto por izquierda o por la derecha.
Es lastimoso que se invierta tanto dinero en un proceso electoral cuando no logramos los avances sociales que podríamos obtener si nuestros políticos ponen el ejemplo de estudio, formación y esfuerzo para darle sentido, repito, a este costoso ejercicio.
Da tristeza, ver una guerra inútil, que podría ser transcendente. La calidad de las propuestas que hasta ahora hemos visto puede mejorar sustancialmente si los contendientes en esta justa, buscan y encuentran, si los hay, a especialistas en la materia dedicada al análisis político.
Los medios informativos no quedan fuera de responsabilidad por no orientar adecuadamente a la sociedad votante y darle mayor validez al choque ente algunos de los votantes y convertirlo en una mascarada ajena totalmente al propósito de esta fuerza electoral.
Necesitamos que la población vote, pero con plena conciencia de la trascendencia del acto que está realizando, necesitamos respeto para la función política que hoy estamos desempeñando los ciudadanos.
El proceso electoral está encaminado a la contención del poder del Estado y está diseñado en la Constitución y demás leyes electorales, otra función del ciudadano es ver que se cumpla con el camino que ha fijado el derecho, ya que pocas actividades sociales pueden estar desvinculadas del ejercicio jurídico.
En síntesis, el proceso electoral dista mucho de ser un juego temporal y distractivo que debe cuidarse por su trascendencia e importancia en la vida de una sociedad y en el cambio y transformación de nuestro país.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.