Pero si el fumador no tiene fuerza,
y por fumar desdeña su destino
fumando por doquier en el camino;
en su vivir, camina de reversa.
Acortando minutos de existencia
el cigarro lo mata poco a poco,
el que fuma se va volviendo loco,
ya que añora el pitillo con vehemencia.
Humear así hace triste el invierno,
la salud del fumante es minada,
mientras el humo vuela al infinito.
El cáncer de pulmón es el infierno,
¿qué va quedando de la vida?, ¡nada!
por el placer de ese vicio maldito.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva.
Correo: jomian1958@hotmail.com
Tijuana, B.C.