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viernes, febrero 16, 2024
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El “Canelo” Álvarez: ¿ídolo mexicano?

El ídolo en los deportes y en los espectáculos, representa una proyección amorosa y unánime de todos, y todos se encuentran encarnados en él, y este forma parte de cada uno, y no ocupa de consenso alguno para ser considerado como tal. Puede no ser tan bueno, técnicamente hablando, pero todos se juntan en una explosión casi divina y el ídolo representa a todos sin este pedirlo; y todos se le entregan sin condición. El ídolo une y da esperanzas a todos, y los arrasa ganando para ellos, sufriendo y llorando, todos junto con él cuando pierde. El ídolo es de conducta humilde. Para discutir la supuesta idolatría del mencionado boxeador mexicano: Saúl “El Canelo” Álvarez debe compararse con los verdaderos ídolos mexicanos, según lo dicho. Sin lugar a dudas, Raúl “El Ratón” Macías, fue el prototipo en el mundo boxístico. Este personaje, fue un impresionante fenómeno digno de ser estudiado por la sociología, en la década de los 50. Cuando “El Ratoncito” iba a pelear, se oraba en las iglesias, impulsados por los mismos sacerdotes. Por su gran carisma, él unía hasta personas que no gustaban tanto del box, a pesar de encontrarse por debajo técnicamente hablando con otros boxeadores mexicanos. Las multitudes lloraron amargamente su derrota a manos del francés Alphonse Halimi.

Pero el caso más grande, fue sin lugar a dudas el cantante Pedro Infante; en la vida real su comportamiento humilde, era como se proyectaba en sus filmes y todas las clases sociales lo amaron sin reservas. En su sepelio, hubo caravanas interminables de todo México y del extranjero, llorándolo. El tercero fue Mario Moreno “Cantinflas”. Recuerdo que, entre infinidad de otras cosas como artista, en Tijuana fui testigo de niño cuando abarrotó el extinto toreo haciendo explotar de risa a las multitudes, lidiando a un novillito. Definitivamente, JC Chávez, de gran calidad boxística (quizá el mejor después de Mohamed Ali), solo es querido por ciertos sectores de la población, ya que su vida se encuentra ligada a aspectos turbios, y su comportamiento como comentarista de las peleas de box, es empleando términos vulgares y hasta obscenos; muy lejano de las buenas cualidades humanas de los ídolos, quienes son corteses, educados y caballerosos, y aparte carece de toda humildad.


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Igual puede decirse de Vicente Fernández, quien jamás llegó ni llegará a los tobillos de Infante, a pesar de su gran voz; y es más bien un charrito hechizo de ciertos estratos socio-culturales, y se trata de un ser bronco, prepotente y pedante, en los escenarios y en la vida real. Es posible asegurar que los ídolos mencionados, en su momento, hubieran alcanzado la presidencia de la república por la voluntad del pueblo, de tal forma fueron ¡amados! Muchos otros fueron marginados a pesar de su grandeza como en el caso del mismísimo Juan Gabriel, gran compositor y cantante, a quien los homofóbicos no lo terminaron aceptando, no llegando a ser ídolo de acuerdo al concepto arriba señalado. Así llegamos de nuevo a Saúl “El Canelo” Álvarez, un boxeador con “patas de ancla” pero de gran pegada. Su actitud arrogante, junto al comportamiento de sus familiares muy cercanos (contrario a la imagen de Sara García, la eterna madre de Pedro Infante) lo alejaron de los conceptos de ídolo. En cierta ocasión golpeó en un pleito callejero y con toda ventaja a un boxeador de menor peso a él, fracturándole la quijada, y retirándolo para siempre. De igual manera ocurrió con el “Chente” quien humilló a un fan abofeteándolo, y últimamente con el arrogante Luis Miguel, quien a su vez golpeó a un ingeniero de sonido. Esas son unas de las enormes diferencias entre un ídolo y una figura transitoria, por bueno que esta pudiese ser, y que evaporan al tiempo como un enorme charco de agua, como en el caso de otro gran boxeador mexicano: Rubén Olivares, ahora deambulando en la desgracia por las calles, junto a otros cantantes y artistas varios. Aparte de su actitud déspota, al Canelo Álvarez, en su pelea contra Golovkin, no le hicieron ningún favor al robar a este; y su destino será caer olvidado como un Ícaro con alas de cera, que trató en vano de llegar a la gloria del Olimpo.

 

Atentamente,


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Daniel Trujillo J.

Tijuana B.C.

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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