La corrupción, así como la demagogia, ambos son conceptos masivos para la sociedad, pues en tanto el primero afecta los recursos y el patrimonio social, el segundo al pueblo, toda vez que crea expectativas falsas entre la sociedad, y tan graves es el no poder disponer de aquello que es suyo y que por derecho le corresponde, como lo es el no poder acceder aquello que se le ha hecho creer que es suyo. Actualmente, luego de los primeros 100 días de gobiernos de López obrador, hemos transitado del flagelo de la corrupción, a la hipnosis de la demagogia. En repetidas ocasiones, el llamado presidencial ha sido a que ya nos quitemos las máscaras, pues bien, vamos haciéndolo, vamos quitándonoslas.
Señor Presidente, habitualmente usted denuncia a las administraciones federales que le precedieron, como aquellas que acabaron con el país, mismas estas, que a juicio suyo, le dejaron un verdadero cochinero y tiradero administrativo, sin embargo, en ningún momento reconoce que nadie le dejó nada a usted, pues no vivimos bajo un régimen monárquico de sucesión hereditaria de poder, por el contrario, reconozca que el pueblo lo apoya porque usted se propuso como la opción para corregir todo aquello que los mexicanos ya sabíamos que era un cochinero, lo que es más, cuando en campaña, usted pregonaba que lo corregiría todo, porque usted sabía cómo. Una de dos, o realmente no conocía la gravedad de lo que proponía corregir, o dos, no sabía a cabalidad cómo corregir aquello que tanto renunció. Sabemos que Salinas hizo de la pobreza una profesión, que Zedillo rescató a banqueros y empresarios con cargo a la nación, que Fox hizo de la alternancia una charada, que Calderón sacó a las calles a las fuerzas nacionales sin logística ni estrategia, y que peña Nieto personificó la corrupción, pero todo ello no se corrige con la denuncia, se supera con ejercicio responsable del poder y con liderazgo político.
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Quitémonos las máscaras y entendamos que no es lo mismo la popularidad personal que el liderazgo político. Es de gran entusiasmo popular escuchar de voz del presidente de la República la denuncia, el señalamiento y la descalificación, pero ello no trasciende más allá de la plauso y el entusiasmo, como se ha visto hasta finales del mes de marzo, donde luego de 83 conferencias de prensa matutinas, sólo el 11% de ellas han posicionado tema, ya que la mayoría de sus pronunciamientos han sido reiterativos, mismos en los que ha repetido el calificativo de “conservadores” 400 veces, adjudicándoselo a todo quien usted imagina su adversario, medios, reporteros, intelectuales, empresarios, organizaciones sociales, y aun al izquierda misma. Su actuación matutina no pasa de ser llamativa y novedosa, pues es algo nunca antes visto, ni escuchado desde tan alta tribuna, pero ello lejos está de traducirse en liderazgo político, o en acto de gobierno. La denuncia, el señalamiento y la descalificación, no construyen liderazgo, sólo motivan distanciamiento y discordia entre el pueblo mismo a quien se pretende guiar.
Se denuncia a Salinas por el daño nacional causado, sin embargo, se incorpora el gabinete ampliado a Manuel Bartlett, quien fue el artífice mismo del Salinato a través del robo de la elección a Cárdenas en 1988. Se censura a Zedillo, pero se incorpora a Esteban Moctezuma como Secretario de Educación, cuando el entonces presidente, Lugo de echar de la Secretaría de gobernación, por inepto y protagónico, asimismo, Alfonso Romo se le nombra jefe de la oficina de la presidencia quien fuera un beneficiario del Fobaproa, programa tan criticado por usted, y por el resto de los mexicanos. Se sataniza Fox, cuando se asimila a una posición de alta sensibilidad pública, como Secretario de Seguridad y protección ciudadana, Alfonso Durazo, quien fuera secretario particular del ex presidente. Se descalifica a Calderón, pero se le otorga la dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social a Germán Martínez, quien fuera el coordinador de campaña y personas de todas las confianzas de Calderón, y quien lo llamara a usted, un peligro para México. Se hace del combate a la corrupción una justificación misma de gobierno, en tanto se incorpora como secretario de relaciones exteriores a Marcelo Ebrard, quien fuera, cuando no el culpable sí el responsable del fraude financiero y social que significó la construcción de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México. A Peña se le señala como el presidente más perverso de todos; y por ello se cancela su principal obra de infraestructura, el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, pero a todos aquellos constructores y financieros denunciados como corruptos se les restituyen a cabalidad sus inversiones. Tiene usted razón, hay que quitarnos la máscara.
En su informe de los primeros 100 días de gobierno destaca como el mayor de sus logros los trabajos legislativos obtenidos en el periodo, particularmente en materia de Guardia Nacional, Prisión Preventiva oficiosa y Extinción de Dominio, ignorando que la acción legislativa no constituye política de Estado, pues el derecho no genera, sólo norma. Pero el canto de la victoria, se omite informar la calidad ciudadana de los legisladores de su partido que lo hicieron todo posible, como son, por citar algunos, Gómez Urrutia, Alejandra León, Jesusa, Ernestina en el Senado, o en la Cámara baja, todos aquellos diputados sin oficio ni beneficio que buscan empleo, ingreso y reconocimiento, mismo que encontraron en su partido. Tampoco se hace saber de las componendas parlamentarias realizadas tras bambalinas, como fue el vergonzoso caso de la licencia otorgada al senador y gobernador de Chiapas, Manuel Velasco.
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Y aparte se informó como la decisión ejecutiva más importante en el periodo, la cancelación de los trabajos de construcción del aeropuerto, pero aquí debemos entender que ello no fue una decisión de gobierno, sino el cumplimiento de una promesa de campaña, de donde se desprende que dentro de tres años tendremos más aeropuertos, menos vuelos internacionales y menos capacidad de uso que la proyectada, pues las aerolíneas extranjeras programarán sus conexiones con distintos nacionales, desde aeropuertos externos, todo ello con perjuicio a los ingresos de la Nación, y al desempleo de 450,000 trabajadores que hacían posible, directa e indirectamente esa obra.
En su informe omitió destacar que en ese mismo lapso México sufrió una caída del .3% en materia turística, donde Cancún sólo experimentó en época alta una disminución turística del orden del 2%, y donde nuestro país pasó del sexto al séptimo lugar turístico en el mundo. También se dejó al margen la caída en el grado de riesgo de inversión, al pasar el país de una calificación de doble A positiva a menos doble B negativa, con una caída en la expectativa de crecimiento para el 2019, al bajar del rango de 2.1 a 2.8% del PIB, a un rango de 1.6 a 2.1%, con pronóstico tan negativos como los reservados por el banco de América, que sitúa en el crecimiento de 1%, todo ello en gran discrepancia con su estimación de crecimiento de 4% para 2019. Asimismo, no se dio cuenta de que en el periodo de diciembre-enero, se perdieron 375,000 empleos, y aun cuando en febrero se generaron 220,000 empleos, el saldo en 100 días era aún negativo en 155,000 plazas.
Asimismo, se omitió abundar en el tema de inseguridad que priva en las calles mexicanas, donde el abismo de autoridad que se creó el descalificar a la policía Federal como corrupta e inoperante, estructurar la nueva Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, configurar la Guardia Nacional, llevó en los primeros 100 días de su gobierno a un crecimiento dramático en los índices de violencia en comparación al mismo periodo del 2017-2018, marcando el inicio de 2019 como el periodo más violento en la historia del país, al grado de que varias ciudades mexicanas han pasado a ser de las más violentas del mundo. Habiendo sido compromiso expreso suyo, el rendir diariamente luego de recibir los reportes del Consejo Nacional de Seguridad, el estado de la seguridad pública en el país, poco habló de ello en sentido estratégico en su informe, y poco se ocupa en las conferencias matutinas de mencionarlo en sentido logístico.
El neoliberalismo económico por el que ha transitado el país en las últimas tres décadas parece ser un sistema que le causa gran repudio usted señor presidente, pero, a pesar de su constante denuncia, aún estamos por conocer cuál es el sistema, un modelo económico, que su administración está por resolver, sin embargo, en la negociación del nuevo tratado comercial de América del Norte, que es en sí un instrumento neoliberal por excelencia, con su beneplácito, participó su gente, y nunca lo ha usted denunciado, por nocivo que es para la clase trabajadora mexicana, ni por la supremacía de la fuerza de los mercados sobre las políticas económicas de la nación.
La cuarta transformación sobre la cual se pretende justificar la acción de gobierno, resulta tan fallida en su concepción social, como histórica. En lo social, la deficiencia se puso de manifiesto en su intención de recortar el presupuesto para el campo, los Consulados, las universidades, la cultura, la investigación, las estancias infantiles, los centros de apoyo para las mujeres y niños víctimas de violencia, así como para las personas con discapacidad, y aun cuando en varios de estos atentados contra el bienestar social, se ha rectificado, la mera concepción de estos recortes pone de manifiesto el fracaso social de la cuarta transformación. De igual forma, su visión transformadora, en materia salarial, ha creado una preocupante división entre la clase trabajadora, al decretar un aumento del 100% en el salario mínimo fronterizo, y tan sólo 16% de aumento para el resto del país, lo que revela, que para el transformador no todos los mexicanos somos iguales, olvidando que todos padecemos la misma hambre. Esta diferencia entre mexicanos se ratifica como la disminución regional del impuesto al valor agregado y, que se decretó en 8% para el beneficio únicamente de su un sector regional, cuando todos somos consumidores a lo largo y ancho del territorio, y si todos somos víctimas del flagelo de la injusticia y la marginación, entonces, a la hora del apoyo todos debemos recibir el beneficio por igual.
En cuanto al aspecto histórico, también allí, el proyecto es fallido, pues si hemos de partir de hechos históricos como se ha comentado para invocar una cuarta transformación de México, tendríamos necesariamente entonces que estar hablando de una quinta transformación. La primera, fue la independencia de 1810 a 1821, la segunda, fue la institucional institucionalización y surgimiento de la República, asentada en la Constitución de 1824; la tercera, la reforma que sustentada en la Constitución de 1857 y las leyes de Juárez; la cuarta, la revolución de 1910 y la promulgación de la Constitución de 1917. Cada una de las cuatro transformaciones que ha llevado el pueblo ha surgido de las inquietudes fundamentales y progresistas de las bases, y todas ellas han llevado como derrotero la proclama social, mas nunca se han dado de la cúspide hacia abajo, sólo siguiendo la visión gubernamental. México ya se independizó, ya se instituyó, ya se reformó, y ya se revolucionó, por ello, lo imperativo, no es la transformación, lo es la evolución social, económica y política del país.
Señor Presidente, no confunda usted popularidad con liderazgo, no cambie acción de gobierno por retórica matutina, no pretenda unir con descalificación diaria, no satanice al adversario, convénzalo. No sustituya evolución con transformación. Hoy día todo parece indicar que usted está rodeado de enemigos, pues no existe peor enemigo que aquel amigo que no es capaz de señalarnos el error. Los mexicanos buscamos rumbo y liderazgo, y en la medida en la que se nos brinde haremos conjuntamente de nuestro México uno mejor y más justo.
Atentamente,
Causa Constitucionalista Mexicana, A. C.
“Justicia, Democracia y Soberanía”
Álvaro Villagrán Ochoa, presidente
Tijuana, B.C.
