Hace algunos años, cuando compartimos una reunión interparlamentaria con los Estados Unidos, en la ciudad de San Antonio, Porfirio Muñoz Ledo me comentó, parte en broma, parte en serio: “Su tierra, Amador, es como el far west norteamericano, es una tierra sin ley, donde no se aplican las mismas normas de ética política que en el resto del país”.
Esa misma idea, pero con otro enfoque me la comentó en otra ocasión Luis Donaldo Colosio, cuando caminábamos juntos por la zona rosa de la ciudad de México; me dijo el sonorense: “Ya no sé qué hacer con tu tierra, cada vez que les mando un delegado del PRI, con prestigio, ‘se lo acaban’, regresa todo desprestigiado”.
Mi hija, cada vez que ve una decisión de las que acostumbra Kiko, me dice: “ves, papá, ya ves, es la isla tortuga, gobernada por piratas”.
Otro día, mi gran amigo, César Augusto Santiago, me comentó: “¿Sabes cuál es la diferencia entre nosotros lo sureños y ustedes, los norteños? (César es chiapaneco). -No -le contesté de inmediato. “Que nosotros nos sometemos al poder y ustedes lo combaten”. Pues parece que no es así siempre. Indudablemente Baja California es una cultura aparte, como bien dijera el escritor Fernando Jordán, en su libro sobre nuestro estado, “El otro México”. Cierto, tenemos características que nos singularizan y diferencian del resto de los mexicanos.
Baja California, a diferencia de Mesoamérica, no fue un a región conquistada por los españoles; fuimos una tierra colonizada por gente que buscaba un futuro mejor, donde del desierto supimos construir con esfuerzo, talento y sufrimientos una de las zonas de mayor crecimiento económico del país. Sí, somos diferentes, pero no superiores ni inferiores que los demás mexicanos. Pero, ¿por qué este prólogo? Porque estas palabras son para comunicarles ciertas ideas, que me parece importante discutir en voz alta.
Ciertamente estamos tan lejos del centro del país, que lo que pasa en nuestra tierra pasa desapercibido por la mayoría de los analistas políticos. Tenemos un gobernador, que tanto los medios nacionales y locales, lo consideran el más corrupto del país. El que posee más propiedades, el que se construyó una mansión de millones de dólares y nada pasa. Todos los partidos, menos Morena, se ponen de acuerdo con el gobernador, para hacer trampa en una de las reformas más importantes de nuestra Constitución, la de 2014: no siguen el procedimiento que marca la Constitución para reformarla, no notifican a los ayuntamientos, la reforma que ellos deben conocer y votar. Notifican la reforma a personas que hacen el aseo o realizan labores secretariales, para que el ayuntamiento no conozca la reforma y el presidente del Congreso pueda declarar reformada la Constitución, por falta de acción de los cabildos, que nunca realmente supieron de qué se trataba.
Recientemente en un claro desprecio de los valores democráticos que deben formar parte de nuestra cultura política, sorpresivamente, apoyados, según dicen, en el soborno a un grupo de legisladores, haciendo uso de esa ficticia y comprada mayoría, presentan y aprueban sin que se conozca, sin discusión, importantes decisiones que tienen efectos financieros sobre el Estado, tales como el segundo piso en Tijuana, la desaladora y el refinanciamiento de la deuda, todo antes de salir del poder, de que se acabe el gobierno y que Bonilla y Morena asuman el poder, como seguro pasará para ganar importantes comisiones por estas transas. Aunque es menos importante, también aprobaron que el gobernador pueda vender a particulares un importante terreno en San Felipe, por el cual seguro obtendrán grandes ganancias. Aparentemente todo esto pasa en total impunidad, algunos se inconformaron, pero los que protestan por todo, como Coparmex Tijuana y Mexicali y su presidente nacional, que tanto declaran para ganar notoriedad, esta vez no hicieron nada, porque son pro panistas. Así que el gobernador y sus secuaces creen que ya ganaron, pero se equivocaron, todo podrá ser revertido.
El gobernador Baylón lo intentó en 1989, antes de que Ruffo asumiera la gubernatura; lo obligaron a revertir todas las decisiones de última hora. Así sucederá con todo lo que de manera irregular apruebe Kiko. Ahora quiere aprobar un incondicional como fiscal del Estado por nueve años, pero Kiko no sabe derecho y también esa decisión se podrá revertir, porque nadie tiene derechos adquiridos.
Yo creo que nuestro estado ni es far west ni la isla de tortuga. Nada quedará impune, se los puedo asegurar. Todo lo ilegal será revertido y castigado.
Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana. Correo: amador_rodriguezlozano@yahoo.com