Gracias, Señor, por darme la vida,
por tu inagotable misericordia
y maravillosa providencia.
Gracias mil, por tu gran sabiduría
por mi pequeñez de pensamiento
y mi humilde pobreza.
¡Gracias! Y de todo corazón
porque en virtud de ella
me entrego a la oración
y tú, con tu infinito amor
transformas en esperanza
mi irreflexiva queja.
Gracias, Señor, yo te bendigo
con perenne vehemencia,
que transmuta mi pena
tu majestuosa presencia.
Leonardo Nava Valladares
Tijuana, México
Correo: aleph1212@hotmail.com