Desde el primer momento que llegamos a este mundo, se empieza a escribir el libro de la vida. En él se registran las cosas malas, regulares y buenas que a lo largo de nuestra experiencia nos tocó vivir.
Como todo buen libro, este contiene diferentes y variados apartados: el de los domingos, relaciones amorosas, la familia, el trabajo, etc. Sin embargo, existen dos apartados de singular importancia para su autor: los momentos tristes o difíciles y el de los momentos de alegría y gran felicidad. Si las páginas de los momentos tristes o difíciles superan el número de las páginas de la alegría y gran felicidad, habremos tenido entonces una existencia miserable y plagada de infortunios; si por el contrario tenemos un gran número de páginas donde plasmamos un sinnúmero de momentos alegres y o de gran felicidad, demos gracias al Creador.
Por las penas sufridas, pues gracias a ellas pudimos aprender a valorar y dimensionar en su justa medida a todas esas bellas personas, que junto a nosotros transitaron por el sendero de la vida, a veces sembrado de “rosas” y a veces sembrado de “espinas”. Esos bellos seres que, a pesar de no existir parentesco alguno, pasan a formar parte de nuestra familia de vida por elección, son ustedes amigos y amigas que brindan a este aprendiz de escritor, su estimación y afecto.
Atentamente,
Francisco Heredia Guzmán
Tijuana, B.C.