La autora argentina entregó el libro de cuentos “Quién no” (Alfaguara, 2018) y se reeditó su novela “Elena sabe” (Alfaguara, 2007, 2019). “A mí me gusta la ‘Tesis sobre el cuento’ de Piglia: me gustaría que mis cuentos respondieran a lo que se está contando más allá de lo que estamos viendo”, expresó a ZETA la ganadora del Premio “Pepe Carvalho” 2019 en el Festival Barcelona Negra, certamen literario en honor a Manuel Vázquez Montalbán
Con sus novelas y cuentos, la narradora argentina Claudia Piñeiro ha conquistado el extenso “territorio de La Mancha”, tal como solía nombrar Carlos Fuentes al mundo hispanoparlante.
Reconocida por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) con el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2010 por “Las grietas de Jara” (Alfaguara, 2009), Piñeiro cruzó el Atlántico para recoger el codiciado Premio “Pepe Carvalho” 2019 en el Festival Barcelona Negra (celebrado del 24 de enero al 3 de febrero), certamen literario en honor a Manuel Vázquez Montalbán y su célebre detective Carvalho.
“Primero, quiero expresar lo feliz que me siento por recibir este premio y agradecerle al Ayuntamiento de Barcelona, al Festival Barcelona Negra y al Jurado por haberme honrado con esta distinción, que lleva el nombre nada menos que del detective insignia de Manuel Vázquez Montalbán. Segundo, quiero compartir este premio con mis colegas, escritores y escritoras de novela negra que me han hecho disfrutar el género -tanto cuando escribo como cuando leo- y valorarlo. Y por último, señalar cuánto les debemos quienes escribimos novela negra a tantos libreros y libreras que nos recomiendan a sus lectores, con un especial recuerdo a Paco Camarasa y su (librería) Negra y Criminal”, fueron las primeras impresiones que compartió Claudia Piñeiro al recibir su distinción.
Autora de novelas como “Las viudas de los jueves”, Premio Clarín de Novela 2005; “Tuya” (Alfaguara, 2005) y “Elena sabe”, Premio LiBeraturpreis 2010 (Alfaguara, 2007), Piñeiro reconoció en entrevista con ZETA el significado que tuvo ganar el Premio de Literatura Sor Juana 2010 con “Las grietas de Jara” (Alfaguara, 2009).
“Para mí el Premio de Literatura Sor Juana fue un espaldarazo importantísimo, porque es un premio muy prestigioso en muchas partes del mundo. En México creo que me conocen más por haber ganado ese premio, si no lo hubiera ganado, mi entrada a los lectores se hubiera tardado muchísimo más; y en otros países pasa lo mismo. En el currículum vos ponés que tal novela ganó el Premio Sor Juana y ya se la mira con otro respeto, así que fue muy importante para mí”, relató.
Después entregó obras como “Betibú” (Alfaguara, 2011), “Un comunista en calzoncillos” (Alfaguara, 2013), “Una suerte pequeña” (Alfaguara, 2015) y “Las maldiciones” (Alfaguara, 2017), que finalmente le han valido el Premio “Pepe Carvalho” 2019.
Integrado por Carlos Zanón (presidente), Antonio Iturbe, Marta Sanz, Xon Labrador, Daniel Vázquez Sallés y Sergio Vila-Sanjuán, el Jurado asentó en el acta reconociendo la trayectoria de la autora argentina: “Piñeiro es un referente ético y literario para las Letras de su país y fuera de él, allá donde llegan sus traducciones, conferencias, artículos o charlas”.
CUENTOS MAGISTRALES
Un aborto clandestino que se practica en las ciudades como lo hacían las abuelas en las zonas rurales y que se hereda de generación en generación; la doble vida marital de un hombre podría ser descubierta; el escritor estrella de una editorial que publica una novela que le dio un hombre de barba hipster y que firmó como suya; o el escalofriante entierro que hace un abuelo de su entrañable pareja en la pared del mismísimo living, son algunos de los magistrales cuentos que Claudia Piñeiro reúne en “Quién no” (Alfaguara, 2018).
En cualquier caso, aborda el crimen y terror, amores o engaños, abortos y plagios en los 16 cuentos que integran “Quién no”, escritos en los últimos quince años, tal como la autora reveló en entrevista con ZETA.
“Estos cuentos los fui escribiendo paralelamente a todas mis novelas en los últimos quince años; algunos tienen quince años, otros tienen meses antes de que saliera el libro, porque fueron escrituras entre medio de las novelas, o porque me los pedían para alguna antología o para medios extranjeros o locales, pero fueron cuentos que fui escribiendo casi a pedido; esto de casi a pedido no tiene que ver con el tema, excepto en dos cuentos el disparador o los personajes, todo era según mi voluntad como escritora”.
— ¿Es una limitante escribir un cuento para publicar en algún medio periodístico, sobre todo en cuanto a la extensión?
“Es un desafío más que una limitante. Es un desafío tratar de adaptarte a la cantidad de palabras, ninguna otra condicionante yo acepto como escritora; por ejemplo, Página 12, un diario de Argentina, te pide un cuento para un ciclo que hace todos los veranos que publica cuentos; la extensión es imposible no aceptarla porque ellos tienen un espacio limitado, para todo lo demás yo soy libre. En cuanto a la extensión, si hay un cuento que necesite más, lo que hago es en vez de cortarlo y que quede mal, dejarlo para otra cosa; busco el cuento que puede contarse en esa extensión”.
— ¿Cuál es el interés literario al escribir cuento, independientemente dónde se publica?
“Es la búsqueda, la escritura es una búsqueda y uno empieza a ver cuáles son sus fantasmas. En mis primeros cuentos hay temas que se repitieron en todas mis novelas; o sea, hay algo de genuino también, uno escribe sobre fantasmas que se repiten permanentemente, hay determinadas cosas que aparecen una y otra vez, aunque los cuentos sean muy diferentes. Eso está en los primeros cuentos, en los cuentos más actuales y en las novelas”.
— En tus cuentos siempre hay un desenlace impredecible. ¿Qué buscas lograr con un final inesperado en un cuento?
“Hay una frase que dijo Skármeta (Chile, 1940), algo así como que ‘si vos te zambullís en el océano y contás un pez que pasa, estás contando un cuento; y si contás el fondo del océano, estás contando una novela’. Me parece que ésa es una linda imagen para entenderlo así, de primera, pero me gusta mucho la teoría de Piglia que él desarrolla en el ensayo ‘Tesis sobre el cuento’: Piglia dice que eso que nos enseñaron en el colegio, de que el cuento es un relato breve con inicio, desarrollo y fin, y que el fin tiene un final sorprendente, como que quedó un poco oprimido en esa forma de explicación.
“Piglia dice que un cuento son dos historias: una que está en la superficie, que es la que se va contando y una oculta que se va contando muy despacito por abajo de esa otra, y en el final lo que sucede es que se devela la historia oculta y eso es lo que produce sorpresa en el lector. A mí me gusta la ‘Tesis sobre el cuento’ de Piglia: me gustaría que mis cuentos respondieran a lo que se está contando más allá de lo que estamos viendo”.
EN LA TRADICIÓN DEL CUENTO Y LA NOVELA
En la entrevista con este Semanario, la narradora argentina confesó algunos pormenores sobre la escritura de novela y cuento. Para empezar, reconoció: “Lo primero que publiqué son novelas, pero sí escribí muchos cuentos al principio”.
“En realidad- continuó Claudia Piñeiro-, yo como escritora, digo que tengo la cabeza formateada para las novelas; si me aparece una imagen disparadora, si me pongo a escribir naturalmente me voy por caminos secundarios y termino escribiendo una novela, porque escribo un mundo -además de la anécdota- que tiene que haber por la historia en sí misma”.
— ¿Por qué publicar cuento después de una trayectoria como novelista?
“A mí durante estos años, muchas veces los editores me han pedido que publicáramos estos cuentos de ‘Quién no’. Siempre sentí la necesidad de que hubiera una cantidad de cuentos suficiente para poder elegir cuáles sí y cuáles no, sobre todo para encontrarle un hilo conductor al libro. Me parece que un libro de cuentos tiene que tener un por qué, no es un rejunte de cuentos de distintas épocas que escribió un mismo autor, sino que hay que encontrarle un hilo conductor; entonces, eso pasó recién en 2018.
“Yo empecé a revisar los cuentos, otra vez a pedido de los editores como tantas otras veces y lo que busqué es: cómo puedo pensar estos cuentos haciendo un conjunto orgánico, y lo que me pareció es que los cuentos que elegí todos respondían al título, finalmente fue el título de ‘Quién no’, esa cuestión de que todos los personajes están ante una situación de abismo, están a punto de hacer algo que a lo mejor no está bien, o pueda incluso hacer un crimen, etcétera; pero no son personajes lejanos, no son asesinos seriales: son nosotros, mi vecino, mi tío, cualquier persona que uno tiene al lado en la vida cotidiana que le pasa algo extraordinario y tiene que tomar una decisión.
“Y a lo mejor uno como lector, yo como escritora, parada en ese lugar, en ese abismo diría ‘yo no haría lo mismo que este personaje’, pero a lo que apela el cuento es ‘bueno, está bien, no haría lo mismo, pero me puedo poner en sus zapatos y comprender que a lo mejor si me tocara estar ahí, aunque no haría lo que hizo, entiendo por qué lo hace’; entonces, creo que apela mucho a la empatía la unión de estos cuentos. Son personajes ante una situación límite que uno a primera vista diría ‘yo no haría eso’, pero si te permitís ser empático y suponerte en esa situación que no viviste, a lo mejor decir ‘quién no’”.
— ¿Qué es más difícil escribir para ti, cuento o novela? ¿Por qué?
“Es más difícil el cuento por la precisión de relojería que necesita y porque tenés que responder a ciertas reglas que quizás la novela te permite digresiones, irte para otros lados que el cuento no te lo permite; vos en el cuento no te podés dar la licencia de empezar a tomar cosas que no tienen nada que ver con lo que estás contando solamente para pintar cómo es un personaje; en una novela, sí.
“Entonces, a mí me cuesta más el cuento porque me cuesta más hacer una escritura contenida, contenerme y responder al género, me gusta muchísimo hacerlo, y creo que me cuesta más el cuento también por el respeto que le tengo a la tradición cuentística argentina”.
Sobre la escritura del cuento en tierra de Borges, Piñeiro sentenció: “En Argentina nuestro gran escritor es Borges, por nombrarte al más importante, entonces uno tiene como esa cosa de respeto hacia la tradición que te cuesta ponerte a escribir un cuento en el país donde existió Borges”.