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lunes, octubre 7, 2024
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Jurado inicia segunda semana de deliberaciones en juicio del Chapo

El jurado inició este lunes la segunda semana de deliberaciones el llamado “Juicio del Siglo” contra Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias el Chapo, que se lleva a cabo en la Corte del Distrito Este de Nueva York, y en el que el capo sinaloense podría enfrentar una condena a cadena perpetua en caso de ser declarado culpable.

Este día Guzmán Loera sonrió y abrazó a uno de sus abogados antes de que lo sacaran de la sala del tribunal. Los 12 integrantes del jurado deliberaron entre lunes y jueves de la semana pasada en la sala 8D de la Corte Federal, pero no llegaron a ningún veredicto.

El Chapo es acusado de 10 cargos y 27 violaciones incluido el ser líder del Cártel de Sinaloa, así como de tráfico de cientos de toneladas de cocaína, heroína, metanfetaminas y marihuana a Estados Unidos, a lo largo de 25 años, además de lavado de dinero y posesión de armas de fuego.

Los cargos contra el Chapo Guzmán Loera:

1.- Participación continua en una empresa criminal. El cargo más importante, donde se incluyen las 27 violaciones, y en el cual la Fiscalía estadounidense acusó al Chapo de haber integrado y liderado una organización criminal, el Cártel de Sinaloa, entre 1989 y 2014, junto a Ismael Zambada García, alias el Mayo.

En esta acusación se incluyó su relación con los líderes del cártel del Norte del Valle y con otros distribuidores; además 26 violaciones a la normas internacionales que prohíben la distribución de cocaína, heroína y mariguana, así como la conspiración para cometer asesinato en 1989, meses antes de la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo, ‘El Jefe de Jefes’.

2.- Conspiración internacional para producir y distribuir cocaína, heroína, metanfetaminas y mariguana.

3.- Conspiración para importar cocaína.

4.- Conspiración para distribuir cocaína.

5, 6, 7, y 8.- Distribución de cocaína a nivel internacional.

9.- Uso de armas de fuego.

10.- Conspiración para blanqueo de ganancias producto del narcotráfico.

Para que el Chapo sea sentenciado a cadena perpetua, los 18 miembros del jurado -12 titulares y 6 suplentes- deben de estar de acuerdo de forma unánime, ya que si uno de ellos no está de acuerdo con el veredicto del resto del panel en alguno de los 10 cargos de narcotráfico, lavado de dinero y armas, el juicio sería declarado como nulo, escenario al que ha apostado desde un inicio la defensa del capo sinaloense, integrada, entre otros, por los abogados Jeffrey Lichtman, Eduardo Balarezo y William Púrpura.

A cada de uno de los miembros del jurado le fue entregado un documento con cada uno de los cargos contra el Chapo, en el que deberían ir marcando 53 casillas sí o no es culpable de los delitos que le imputan al capo sinaloense, por los cuales pasaría el resto de su vida en una prisión de Estados Unidos.

El pasado lunes 4 de febrero, el juez Brian Cogan dio instrucciones al jurado, haciendo hincapié en que el acusado no estaba obligado a declarar a su favor, un derecho que se reservó una semana antes. “A un acusado criminal nunca se le exige que demuestre que es inocente”, señaló el magistrado.

Antes de dar a los miembros del jurado las instrucciones y especificaciones que debían cumplir al deliberar sobre el caso -mismas que duraron casi 3 horas-, el juez Cogan quiso asegurarse de que no habían leído o escuchado ningún “artículo ofensivo o sospechoso” relativo al proceso.

El magistrado se refería a un documento clasificado de la Fiscalía, divulgado el pasado fin de semana, que cita a uno de los 14 testigos cooperantes, el ex narcotraficante colombiano Alexander Cifuentes Villa, diciendo que el Chapo drogaba y violaba a adolescentes de apenas 13 años, a las que consideraba sus “vitaminas” para mantenerse joven.

Sin embargo, Cifuentes Villa no mencionó nada sobre este tema durante los cuatro días en los que prestó testimonio, y los miembros del jurado, que tienen prohibido leer sobre el juicio en los medios o redes sociales, no pueden tener en cuenta dicha información para condenar al capo sinaloense.

Tras interrogar a los jurados, el juez Cogan decidió que el juicio podía continuar como estaba previsto. “Yo no tengo opinión sobre el veredicto al que deben llegar […] No tengo perro en esta pelea”, les dijo el magistrado.

Tras menos de dos horas de deliberaciones, el jurado ya tenía cuatro preguntas para el juez Cogan. La primera fue si la “guerra contra las drogas”, como la que el Cártel de Sinaloa tuvo contra sus rivales, puede ser considerada un crimen de narcotráfico, “con específica referencia al delito de uso de armas de fuego”.

Tras una discusión entre la defensa del capo y la Fiscalía, el juez Cogan respondió que solo pueden considerar el cargo de uso de armas si encuentran que el acusado es culpable de alguno de estos otros cuatro delitos:

A) integrar una empresa criminal para traficar drogas;

B) conspiración internacional para distribuir cocaína, heroína, metanfetaminas y marihuana;

C) conspiración para importar cocaína;

D) conspiración para distribuir cocaína.

El magistrado señaló que al considerar la culpabilidad del Chapo en estos cuatro delitos, los miembros del jurado “pueden si quieren considerar pruebas de una guerra de drogas” y cualquier otra que estimen necesaria.

El jurado también quería saber si la efedrina es considerada una metanfetamina -es un componente-, sin embargo el juez Cogan no respondió y les dijo que estudiaran lo que se ha dicho en el juicio al respecto.

Los miembros del jurado también pidieron una copia del veredicto para cada jurado, lo que el juez Cogan sí les concedió, además de que preguntaron cuándo recibirán las pruebas fotográficas, a lo que el magistrado respondió que pronto.

El martes 5 de febrero pasado, después de que el jurado fuera enviado a deliberar, apareció en la misma sala 8D de la Corte Federal, el fiscal general interino de Estados Unidos, Matthew Whitaker, quien saludó uno por uno a los fiscales que estuvieron encargados del caso.

Al ser preguntado si estaba contento por el equipo del gobierno, Whitaker respondió con un escueto “sí”, todo ello mientras tanto el Chapo era retirado a las celdas del edificio de la Corte Federal, donde esperó a que los miembros jurado popular deliberaran.

El jurado solicitó el recuento completo que hicieron los narcotraficantes colombianos Jorge y Alexander Cifuentes Villa, suministradores del Cártel de Sinaloa.

Después pidieron las transcripción de Jesús “El Rey” Zambada García, el primer testigo protegido que declaró, de Vicente Zambada Niebla, el Vicentillo, quien estaba llamado a ser el sucesor en el liderazgo del Cártel de Sinaloa, y de Dámaso López Núñez, el Licenciado, quien fue el principal lugar teniente del Chapo.

El jueves 7 de febrero, antes de la pausa de tres días, sumaron a la lista parte del testimonio de Juan Carlos Ramírez, alias Chupeta. El jurado pidió la transcripción del relato que hizo el capo colombiano sobre una serie de diez envíos de cocaína que hizo por barco entre 2003 y 2005, con los que movieron 55 toneladas.

Durante sus alegatos finales, el abogado defensor, Jeffrey Lichtman, pidió al jurado no condenar al acusado en base a “mentiras” de testigos cooperantes que son “basura”. También aseguró que todo el proceso es una “farsa”, ya que el verdadero jefe del Cártel de Sinaloa es Ismael Zambada García, alias el Mayo, quien nunca pasó un día en la cárcel.

Por su parte, la Fiscalía solicitó al los miembros del jurado que no permita que el acusado vuelva a escapar. “No lo dejen escapar de su responsabilidad […] ¡Hállenlo culpable de todos los cargos!”, pidió la fiscal Andrea Goldbarg.

Durante el juicio, el Gobierno estadounidense presentó a 56 testigos y supuestas pruebas de la culpabilidad del capo sinaloense, incluidas llamadas telefónicas entre el Chapo y sus socios -que fueron interceptadas-, así como conversaciones con Guzmán Loera grabadas a escondidas.

Autor(a)

Carlos Álvarez Acevedo
Carlos Álvarez Acevedohttps://www.carlosalvarezacevedo.com
Corresponsal del semanario ZETA de Tijuana y del periódico Noroeste de Sinaloa, desde febrero de 2016. Durante varios años fungí como editor de opinión y jefe de redacción del diario digital SinEmbargo.
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