Vicente Zambada Niebla, hijo del “Mayo” Zambada, testigo protegido de la fiscalía norteamericana, hizo imputaciones ya conocidas contra Joaquín Guzmán Loera. Confirmó que la fuga del penal de Puente Grande fue en un carrito de lavandería y no sobornando al ex Presidente Vicente Fox. También ratificó que el sinaloense mandó matar a Rodolfo Carrillo Fuentes, previa autorización de sus socios “El Mayo” y “El Azul” Esparragoza. Y sin mayores detalles, recordó cuando Joaquín atentó contra Ramón Arellano en Puerto Vallarta
A trece días de haberse suspendido el juicio iniciado contra el narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera por la temporada de invierno, la Corte Federal de Nueva York, Estados Unidos, reanudó las audiencias el jueves 3 de enero con la comparecencia del testigo de cargo Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”.
El hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, líder fundador del Cártel de Sinaloa, socio y compadre del “Chapo”, confirmó señalamientos contra Guzmán que ya eran conocidos tanto en México, como en la Unión Americana.
Básicamente “El Vicentillo” aseguró que Joaquín Archivaldo no sobornó al ex Presidente de México, Vicente Fox Quesada, para escapar del penal de Puente Grande, Jalisco, durante su primera fuga carcelaria en 2001.
También dijo que Guzmán pidió permiso a sus socios para ordenar el homicidio de Rodolfo Carrillo Fuentes y atentar contra Ramón Arellano en un centro nocturno de Puerto Vallarta, Jalisco, en hechos ocurridos en las dos últimas décadas.
Al iniciar la audiencia, Zambada saludó con la vista y una ligera sonrisa al capo sinaloense, quien correspondió con un ligero movimiento de cabeza.
“El Vicentillo”, miembro del Cártel de Sinaloa y quien se declaró culpable de tráfico de drogas en Estados Unidos, inició su testimonio afirmando que “El Chapo” no sobornó al ex Presidente Fox ni al director del penal de Puente Grande para escapar hace casi 18 años.
“La prensa no sabe nada”, asegura Zambada que le dijo Joaquín sobre su fuga, y que en una reunión en las montañas donde el prófugo se ocultaba, le afirmó que sólo dos o tres personas sabían de la evasión.
Según el testigo, “El Chapo” le confirmó que su fuga ocurrió como se dijo en un inicio: en un carrito de lavandería, que fue empujado por el empleado de mantenimiento de la cárcel, conocido como “El Chito”, quien rebasó los tres niveles de seguridad y seis puntos de control para ponerlo en la calle.
Al narrar ese episodio, “Vicentillo” recordó la emoción que a Guzmán Loera le produjo el escuchar cómo, al paso del carrito, se abrían y cerraban las puertas del presidio.
Zambada Niebla detalló que “El Chapo” fue padrino de un hijo del pistolero Barbarino en un rancho propiedad de éste último. Confirmó de la fortaleza en la amistad que su padre Ismael Zambada tuvo con Joaquín, al grado que prometió darle la mitad de cada kilo de cocaína que recibiera, cuando vio mal económicamente al prófugo.
“El Vicentillo”, testigo protegido de la fiscalía norteamericana, recordó que el ahora enjuiciado mandó matar directamente y que él lo sabe, porque él lo escuchó, a Rodolfo Carrillo Fuentes, uno de los líderes del Cártel de Ciudad Juárez. El crimen fue por “viejas rencillas” que databan de los años noventa.
“Tenían problemas entre ellos y se mandaban matar gente”, expresó Zambada sobre el pleito de Guzmán y Carrillo. Tuvieron varias reuniones en la cúpula del grupo delictivo, en las cuales el testigo asegura estuvo presente, junto con su padre “El Mayo” y “El Azul”, quienes intentaban conciliar entre ambas partes para evitar enfrentamientos.
Presuntamente Carrillo Fuentes entregó a una persona conocida como “Licenciado Ríos”, quien trabajaba con Joaquín Guzmán Loera, situación que colmó la paciencia del “Chapo” y pidió permiso a las altas autoridades del Cártel de Sinaloa (Zambada y Esparragoza) para terminar con el asunto.
El testimonio se completó: “Voy a matar a Rodolfo Carrillo Fuentes”, y para ello mandó a uno de sus gatilleros apodado “El Negro” a hacer el trabajo. Lo esperaron afuera de un centro comercial en Culiacán y acribillaron a Rodolfo junto a su esposa.
Por último, “Vicentillo” llevó al estrado otro caso ya muy conocido. El atentado de Guzmán Loera en contra de los hermanos Arellano Félix en la discotheque Christine de Puerto Vallarta, acontecido en noviembre de 1992. El ataque iba dirigido a Ramón, quien estaba acompañado de su fraterno Javier “El Tigrillo” y una serie de pistoleros con credenciales de la Procuraduría de Baja California.
El testigo fue aprehendido en Ciudad de México en 2009 y extraditado a Estados Unidos, acusado de conspiración e importación y distribución de miles de kilos de cocaína en ese país. Zambada junior se declaró culpable de esos cargos y enfrentará una condena de entre diez años a cadena perpetua.
Por su parte, “El Chapo” enfrenta 17 cargos que le imputan en Estados Unidos, entre los cuales destacan crimen organizado, asesinatos, lavado de dinero y tráfico de drogas, de los que se declaró inocente a principios de diciembre de 2018.
Los crímenes imputados a Guzmán Loera tienen como pena mínima la cadena perpetua y podrían llegar hasta una pena máxima que es la muerte, aunque ésta fue descartada como requisito para la conceder la extradición por parte de México. El gobierno norteamericano también pretende confiscarle 14 mil millones de dólares en bienes.
Con Vicente Zambada Niebla son ocho los testigos colaboradores que participan en el juicio contra el narcotraficante sinaloense, en el que se han presentado un video y dos grabaciones de llamadas telefónicas, que presuntamente sustentan la evidencia del caso armado por la fiscalía contra el mexicano.
Todos los testimonios recabados corresponden a ex socios de Guzmán Loera en el negocio del tráfico de drogas. Sus declaraciones estaban previstas como parte de su acuerdo de cooperación con la fiscalía, luego de que se declararan culpables de delitos contra la salud y pertenecer o interactuar con el Cártel de Sinaloa.
El juicio continuará con nuevas declaraciones de testigos y podría culminar en los últimos días de enero o mediados de febrero, conforme a la rapidez con que se desahoguen las audiencias.