Muchas veces las palabras “construyen realidades”. Hablemos de justicia, de paz y de derechos humanos.
En tiempos en los que la humanidad debe abrazar fuertemente estos constructos sociales resulta necesario colocarlos en el centro de las decisiones que se tomen en todos los escenarios, pero antes es importante conocerlos. Adentrarse en estos términos y sus implicaciones con amplitud llevaría al estudio y análisis, fascinantes, pero muy profundos y complejos. Sin embargo, es posible tener una buena idea empezando por entender que la justicia y la paz son en sí derechos humanos puesto que resultan estándares irrenunciables para que toda persona viva con dignidad y se vuelven demandas de actuación para el Estado mexicano reconocidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en leyes y tratados internacionales vigentes en nuestro país.
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Los mexicanos y las mexicanas debemos estar muy conscientes de que entramos en una nueva era de los derechos humanos, que hace más de siete años nuestra carta magna se transformó para fortalecer un paradigma en el que el ser humano y su dignidad se colocan en el centro, mientras que las instituciones sólo pueden entenderse en su función de garantes de los derechos humanos de toda persona. La igualdad como principio y como derecho humano, como valor moral y como componente también de la justicia se fortalece en la Constitución y pretende guiar el actuar de las instituciones y los servidores públicos.
La paz fue más importante para el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, es difícil dudar que hoy casi todas las personas optaran por la paz en un sentido amplio; los seres humanos queremos ser felices, queremos poder decidir sobre nuestras vidas con libertad, queremos evitar conflictos violentos y queremos vivir con dignidad. En estos tiempos, una de las principales preocupaciones sociales en Baja California y muchos otros estados de la República son las amenazas a la paz, las violencias, incluyendo, por supuesto, la violencia de género. Diferentes organizaciones sociales de los cinco municipios se reúnen constantemente y emprenden proyectos en busca de la paz para nuestra entidad.
Construir la paz en una sociedad es definitivamente una encomienda que implica corresponsabilidad, las personas hemos de trabajar en la evolución de nuestras conciencias, el autoconocimiento, el respeto y el amor, fomentar la compasión y ser cada vez empáticos son bases para las relaciones pacíficas sin las que difícilmente se contribuye a la paz.
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La compasión está ligada a la justicia. La justicia incluye a la igualdad, a la equidad, a la libertad y al respeto. La compasión nos lleva a reconocernos y respetarnos como humanos, a entendernos en el deseo y el derecho a ser felices, a tratarnos equitativamente. La compasión no es lástima, es respeto a la dignidad, es amor a la humanidad es igualdad y no discriminación.
Si aprendemos a vernos y reconocernos en las otras personas estaremos fomentando la paz, respetaremos la dignidad y por ende los derechos humanos y optaremos por la justicia; nos asumiremos como parte de la misma familia, la familia humana.
Hace un cuarto de siglo, por diversas circunstancias, tomé la decisión de trabajar por la justicia, lo hice desde el sector social por mucho tiempo, después me incorporé a la administración pública y trabajé por la inclusión sin la cual no se logra la justicia social porque la inclusión es principio de cualquier sociedad que se sume democrática y hace siete años promuevo y defiendo la dignidad y los derechos desde organismos autónomos de derechos humanos.
Hoy agradezco al Semanario ZETA por la oportunidad de compartir en este espacio.
Melba Adriana Olvera es Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California
Correo: melbaadriana@hotmail.com
