En la “Noche Vieja”, acostumbramos proponernos nuevas metas personales, como “Propósitos de Nuevo Año”. Las más populares son las dietas, el ejercicio y los objetivos académicos, laborales y familiares.
Una de las principales razones para hacerse nuevos propósitos, tiene que ver con la sensación de tener otra oportunidad para mejorar las cosas que dan mejor calidad a nuestra vida y aunque la lista sea menuda o vasta, siempre habrá prioridades.
Si bien el ámbito de dichos propósitos reside en las decisiones de los ciudadanos en lo individual, sería muy conveniente que la sociedad estableciera también sus propósitos de nuevo año.
Como común denominador con la motivación de los propósitos personales, también la razón para proponerse metas comunes, sería tener una nueva oportunidad de hacer mejor las cosas.
Lo anterior viene al caso porque hasta el momento, hay importantes indicadores de que vendrán trascendentales cambios en aspectos que tienen que ver con la sociedad mexicana, con especial impacto en las fronteras, por lo que es esencial poner atención a las expectativas derivadas de la coyuntura política de nuestro país.
Como típicamente sucede en las campañas, durante el pasado proceso electoral, del cual se derivó el triunfo del actual presidente de la república, se hicieron muchas promesas que en su momento fueron consideradas por sus otrora contendientes como ofrecimientos imposibles de lograr, pronunciadas sólo con el propósito de atraer votos a costa de lo que fuera.
Una vez que quien fuera presidente electo entró en funciones, hubo el natural escepticismo de que se fueran a hacer realidad las propuestas de campaña, sobretodo porque el tema que primero se robó los reflectores fue el de una consulta para decidir la continuación del nuevo aeropuerto de la ciudad de México.
Sin embargo, empiezan a verse atisbos de noticias que pueden convertirse en magníficos escenarios para que el anhelado cambio suceda, como es el caso del anuncio de la reducción del Impuesto al Valor Agregado, el regreso de la zona libre, el descenso del precio de la gasolina, el aumento al salario, la austeridad gubernamental y hasta el abrir las puertas de Los Pinos, la anterior residencia oficial del presidente de la república.
Hay otros anuncios que se escuchan con incredulidad, como que el Sistema de Administración Tributaria (SAT) desaparecerá la cacería de contribuyentes que venía realizando y que en general el gobierno dejará atrás la corrupción.
Pero como se dice en el argot de los abogados, “suponiendo sin conceder”, que el gobierno cumpliera todo o la mayor parte de lo anunciado y que efectivamente se logre un cambio sin precedentes, en términos futbolísticos, “el balón quedaría del lado de la sociedad”, porque ningún cambio se logrará integralmente sin la participación ciudadana.
Esto nos llevaría a que hagamos la parte que nos toca, para que se acaben los círculos viciosos existentes en sociedad, que consisten por ejemplo en que “si el patrón hace como que me paga, yo hago como que trabajo”, o “si el gobierno hace como que me da servicios, yo hago como que pago impuestos”, así como la doble moral del ciudadano que señala con índice de fuego la corrupción gubernamental, pero está presto a ofrecer mordida para conseguir burlar la ley, o la del comerciante que ofrece poca calidad de producto o servicio, pero reclama que el cliente prefiera comprar “al otro lado”. En general, tendría que acabarse la insana práctica de “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.
En fin, la propuesta es que el último día de diciembre no solo nos propongamos metas personales, sino que vayamos más allá, sin egoísmos y pensemos en los demás, como un todo.
Todo es cuestión de hacernos un propósito social de Nuevo Año.
Alberto Sandoval es Fundador de Alianza Civil, A.C., Presidente del COMOSC y Secretario del CEFAB. Correo: albertosandoval@alianzacivil.org Internet: www.alianzacivil.org Facebook: Alberto Sandoval. Twitter: @alsandoval