Una noche en diciembre durante una posada
cantando villancicos tomados de la mano,
me miraste a los ojos y tu boca temblaba
ninguno se dio cuenta de aquel dulce milagro.
El roce de tus labios hizo encender mi sangre
nos fuimos alejando de los chicos del coro,
me tomaste en tus brazos borrando mis pesares
hoy muy bien te recuerdo porque uno solo somos.
Los años han pasado como el agua en el río
mas no el amor sagrado que habita en nuestro pecho,
y siempre que me miras siento tu amor tan mío
pues me lo han demostrado tus caricias y besos.
Desde enero a diciembre me dices que tú me amas
y me llevas muy dentro junto a tu corazón,
tiñe un rubor mi rostro y en llamas siento el alma
se rozan nuestros labios con ternura y amor.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California