Pasaron 40 años para que alguien como David Gordon Green supiera cómo hacer la secuela de este clásico del Género H que en 1978 aterró al público -en su mayoría juvenil- con la historia del asesino serial Michael Myers y su blanco predilecto, Laurie Strode, interpretado por Jamie Lee Curtis.
Cuatro décadas más tarde esta sangrienta pesquisa del gato y el ratón, tiene a dos periodistas de investigación como los primeros daños colaterales que reabren la caja de pandora cuando van al psiquiátrico a encontrarse con “El monstruo” y de ahí le pagan 3 mil dólares a Laurie por una entrevista frustrada que, sin embargo, da la posibilidad de ver qué fue de la adolescente que pudo escapar de su temible y tenaz agresor.
Si se quiere filosofar, hay aspectos interesantes en el guion que Green escribió junto con
Danny McBride y Jeff Fradley que no se ven muy en la superficie. En concreto está el hecho de que la obsesión de la protagonista y el antagonista persiste porque ella sigue jugando el rol de víctima, y él, por ende, es un victimario que no ha logrado su objetivo. Y ambos ya encanecieron.
Como la peor de las codependencias, estos personajes rayan en el extremo. Laurie es una mujer que vive aislada en una casa repleta de armas, con maniquíes semi-destruidos por el tiro al blanco que practica sin cesar. Myers sigue sin pronunciar palabra, aunque el psiquiatra que ahora lo atiende insiste en que está muy consciente de todo lo que sucede a su alrededor. El psicópata está a la espera de una oportunidad más.
En medio de todo esto está la hija que Laurie casi perdió porque le fue imposible acabar con el pasado. Además está Allyson, la nieta adolescente que aparece aquí justo como la chica que Laurie fue: recatada, noble, centrada, no como los adolescentes excedidos que la rodean, incluyendo el novio. En cierta medida la historia se repite.
Pero lo que sin duda hace que esta secuela de “Halloween” funcione, es que no siempre anticipamos lo que sucederá y el miedo es genuino, sobre todo cuando vemos que Myers es capaz de matar a un niño de acaso unos 11 años y de pronto, se topa ante la cuna de un bebé que llora y no sabemos qué va a hacer.
Después, justo cuando creemos que Laurie es predecible, tiene mañas al estilo Myers y eso francamente asusta.
Sumémosle a todo una ambientación retro, jardines oscuros, disfraces, calabazas, niños pidiendo dulces en la noche de Halloween sin advertir el peligro que acecha, y vemos que todo lo que funcionó a finales de los setenta vuelva a servir aquí.
Lástima, en todo caso, que nunca sabemos si en realidad Michael Myers vive o muere, por lo que la amenaza de una secuela sigue latente. Ojalá y aquí le paren, porque con la maestría de Jamie Lee Curtis y una audaz dirección de Green, este “Halloween” ha hecho que octubre de 2018 valga mucho la pena. ****
Punto final.- Ahí viene “Mid 90s”… y seguimos con la vibra retro. Qué obsesión con el pasado, vaya.