¿De qué otra forma podía terminar una historia turbulenta si no es tocando su origen? Narrativamente las posibilidades pueden ser infinitas si se tratan en un futuro, pero en el caso de “Sharp Objects” que no busca, ni necesita una segunda temporada, volcarse en la esencia que la hizo perturbadora era preciso para aclarar su remate.
Escrita por Gillian Flynn como una novela que se publicó en 2006, la idea original se adaptó con su supervisión para convertirse en una mini serie de HBO, que durante ocho capítulos sacudió al espectador a través de la historia de Camille Parker, una periodista que regresa a su pueblo natal para investigar los asesinatos de dos adolescentes, sin anticipar que eso la enfrentará a un pasado que todavía la persigue.
La cruda interpretación de quien sobrellevaba sus demonios bebiendo desmedidamente, quedó en el talento de Amy Adams, experimentada actriz que tiene dos Globos de Oro y múltiples nominaciones a los Premios Óscar, pero que, desde el inicio, dijo no extendería su trabajo con Camille por la carga psicológica que implicaba.
“Es un personaje muy, pero muy oscuro y Amy no quiere vivirlo de nuevo, no la podemos culpar”, confirmó a tres emisiones de “Sharp Objects”, Casey Bloys, programador del canal de paga, sobre el peso de encarnar a la periodista que fue violada de adolescente y perdió a su hermana menor, Marian.
Sin embargo, esos tormentos de Camille apenas fueron un atisbo de la creación de Marti Noxon que dirigió Jean-Marc Valléem, pues como consecuencia, habitaba un cuerpo totalmente lacerado por cortes que se hizo durante años, y que intentó ocultar con ropa oscura y sin escotes; aunque sus heridas más profundas seguían abiertas, no se podían esconder, pese a tampoco ser completamente visibles a los demás y sumaban su paso por una clínica psiquiátrica y un intento de suicidio.
Con una vida solitaria resultado de las secuelas de su dolor, el sufrimiento de Camille fue el corazón de “Sharp Objects”, y mediante episodios como “Dirt”, “Rape” y “Falling”, se potencializaron al regresar a la casa de su madre, Adora Crellin, y convivir con Amma, su media hermana, lo que provocó que su pasado y presente se trastocaran al punto de asfixiarla y, al mismo tiempo, ayudarle a descubrir al asesino del pueblo en un giro igual de perturbador que cada capítulo.
Estratégicamente explicado con una escena post-créditos, el final que se emitió el 26 de agosto, tuvo una edición de cortes continuos diseñado para que Camille, quien fue la mirada de todo el desarrollo de la serie, tuviera la responsabilidad de concluirla con un pequeño desfase que Valléem usó para invitar al público a revisitar el capítulo, pensando que la gente omitiría esa parte, cuyas escenas son un último golpe psicológico para quien las ve, una revelación inesperada (sino se ha leído el libro) y un cierre de proyecto que sin duda será recordado en la televisión por las reacciones que generó y que, además de confirmar su pulcritud de thriller, pusieron en pantalla temas necesarios a visibilizar.