Hace solo dos meses y medio que Andrés Manuel López Obrador resultó electo para desempeñarse como Presidente de México obteniendo una cantidad de votos inusitada en la historia moderna.
La ventaja ante sus rivales más cercanos fue tan amplia que la oposición quedó destruida y borrada del mapa. Por ejemplo, los senadores del PRI son tan pocos que caben en una “selfie” y hasta sobra espacio. En el PAN ya se habla de sustituir al “autonombrado” coordinador de los senadores Damián Zepeda que hasta el día de hoy no se le conoce ninguna virtud. Del PRD mejor ni hablamos.
Una reorganización dentro de la oposición que busque su supervivencia es lo esperado y deseado por muchos, es fundamental tener contrapesos políticos que permitan una vida democrática sana. Lo que sí me ha llamada la atención es la forma de actuar de los integrantes de Morena, muy en particular los legisladores que integran sus bancadas.
En la Cámara de Diputados el impresentable Gerardo Fernández Noroña hizo su típico show de inicio de sesión, francamente ridículo –como lo es él– encaró el Presidente de la mesa directiva Porfirio Muñoz Ledo con argumentos francamente idiotas. Ese legislador parece no darse cuenta que el partido político al cual pertenece ya ganó y que ahora se trata de cumplir desde su ámbito de competencia con las promesas realizadas por su candidato en campaña.
Por su parte, en la Cámara de Senadores el coordinador del mismo instituto político Ricardo Monreal se rebajó a su máxima expresión al defender lo que era indefendible: la licencia a Manuel Velazco para que regresara a Chiapas a concluir su etapa como Gobernador del Estado. También quedó en ridículo ya que primero sus legisladores votaron contra el permiso y después cambiaron su punto de vista al recibir evidentemente instrucciones superiores.
Por otro lado, un tema que ha generado un amplio debate son los ahorros que en el Congreso de la Unión pretende implementar particularmente en la operación de sus trabajos. Se le ha denominado de diferentes formas, pero el más común es el llamado Plan de Austeridad. Han decidido suspender lo que consideran gastos innecesarios que van desde vender coches o retirar el uso de café de las oficinas de legisladores.
Es indudable que nadie en su sano juicio puede estar contra medidas que tiendan a mejorar el ejercicio del recurso público pero las formas se están convirtiendo en fondo. Ahí tenemos al nuevo presidente de los senadores Martí Batres quien en su afán protagónico muestra en redes sociales cómo se lleva sus quesadillas en un recipiente que después se le nombró el “tupper challenge”. Bien haría el señor en mejor levantarse temprano a desayunar y aprovechar de mejor manera su tiempo.
Lo que tanto criticó Morena ahora lo están haciendo, es decir, buscar ganarse el aplauso fácil. Están algunos como Ricardo Monreal y Martí Batres en una competencia para ver quien supuestamente es el más austero. No cabe duda que lo único que quieren es quedar bien con López Obrador. Ya veremos cómo acaba esa lucha de egos.
Como este tema hay otros, ahí está el caso de Yeidckol Polevnsky y Cuauhtémoc Blanco peleándose públicamente por posiciones en el nuevo gobierno estatal de Morelos que está por iniciar.
En lo personal percibo que el desgaste que se está generando internamente en Morena están adelantando esta sensación de que la luna de miel con los ciudadanos puede acabarse antes de lo esperado.
Son varios tropiezos de sus integrantes ante la lucha por el poder y eso que aún no empieza el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro