La importancia de llamar las cosas por su nombre radica en que al reconocer el problema se puede iniciar el proceso para analizarlo y establecer los mecanismos de solución.
Sin embargo, en la Comisión de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT) han decidido que es mejor sublimar, transformar la versión de los hechos en otros que consideran más aceptables para la sociedad, con el objetivo de recibir menos críticas de los usuarios, lo cual por cierto, no les ha funcionado.
Las últimas dos semanas, sin previo aviso, un alto porcentaje de las colonias de Tijuana y Rosarito dejó de recibir el servicio de agua potable por 24 y 48 horas, mientras a otros fraccionamientos los incluyeron en programas de tandeos. Primero hablaron de veinte colonias afectadas y después admitieron que serían 600, y advirtieron, la escasez del vital líquido se prolongará hasta la última semana de agosto.
En medio de la crisis, la primera reacción de los funcionarios de la paraestatal fue intentar deslindarse de la responsabilidad, señalando a los usuarios de excederse en el consumo. Después, en los mismos mensajes, le echaron la culpa al clima extremo y posteriormente agregaron como factor el hecho de que el número de clientes y cuentas ha crecido de 600 mil, a 647 mil entre 2017 y 2018.
Directores y subdirectores de la CESPT se han esforzado en justificar, explicando que los tanques que usan para distribuir el agua en las colonias, se vacían más rápido de lo que los pueden llenar en horas pico. Lo único que les falta decir abiertamente, es que no hay nada que ellos puedan hacer al respecto.
Sin embargo, esta explicación tiene algunas inconsistencias y vacíos cuando se enfrenta a la lógica.
Para empezar, cuando culpan la canícula y al alto consumo, vale recordar que cada año, los registros muestran un aumento de consumo de agua en verano y una reducción en invierno, este fenómeno no es nuevo, y por lo tanto, son efectos programables que pueden y deben ser contemplados en los planes de la paraestatal, “existen fórmulas para eso”, expuso a ZETA un ingeniero.
En 2017, Baja California fue el segundo Estado con más mortalidad por golpes de calor en el país, y en el presente año, con temperaturas por encima de los 40 grados, el Centro Meteorológico Nacional ubicó a la entidad entre las zonas de alerta impactadas por la onda de calor. Desafortunadamente, las afectaciones climáticas no son un problema nuevo en la región ni este año, ni el anterior.
Lo mismo sucede con el aumento de número de usuarios, se puede y debe pronosticar. De acuerdo a estadísticas de la CESPT, el incremento anual es entre 1 y 2 por ciento, hasta 5%, estimado que se obtiene al considerar el crecimiento poblacional y el aumento de la actividad económica. En ese punto no se debe soslayar que con el número de cuentas no solo crece el consumo: también incrementa el dinero que reciben las arcas de la paraestatal.
Ingenieros que trabajan y han trabajado en el tema del agua, refieren que el mensaje real de los funcionarios de la CESPT, debería ser el reconocimiento que pese a los cambios climáticos y la problemática revelada los últimos años, no han invertido lo necesario para ampliar la capacidad técnica para distribuir el agua potable.
Porque no importa cuántas plantas desaladoras construyan -con o sin transa- , el problema no se va a resolver si no aumentan la capacidad o el número de los tanques distribuidores, que por cierto son más baratos en comparación con el resto de proyectos realizados para el abastecimiento de agua.
Para respaldar su versión, con números explicaron el recorrido del agua que reciben los tijuanenses y rosaritenses. La capacidad técnica para traer el agua a la presa de El Carrizo es de 5.8 metros cúbicos por segundo, la capacidad para llevarla de ahí al Florido es de 6 metros cúbicos por segundo, para pasarla de el Florido a la potabilización 5.5 metros cúbicos por segundo y, cuando se concluyó el acueducto -en el siglo pasado-, la capacidad de distribución y regulación de los tanques era de 4 metros cúbicos por segundo.
Y no ha variado tanto, considerando que en 2017 el consumo promedio anual en la zona fue de 4.27 metros cúbicos por segundo. Obvio más en verano y menos en invierno, pero ese fue el promedio.
Entonces, lo que han hecho mal en la CESPT es que no han reforzado lo suficiente las redes de distribución y regulación, porque es el proceso que tiene menos capacidad y en el cual deberían estar trabajando, en vísperas de la elaboración de los presupuestos, federal y estatal, pero en lugar de buscar culpables, podrían empezar por admitir las ineficiencias para buscar soluciones.
Porque señores, de acuerdo a los pronósticos, el clima en la región no va a mejorar.