En estos días, Jorge Ramos, uno de los abanderados del Partido Acción Nacional (PAN) al Senado de la República, hace lo imposible para poder salvar su vida política y su futura candidatura como gobernador de Baja California, en 2021.
Luego de que su partido lo tratara de segunda al colocarlo por debajo de su compañera de fórmula y esposa del actual secretario de Gobierno del Estado, Gina Cruz, el PAN debe de ganar en la entidad para que él pueda conquistar el escaño. Suerte muy distinta que corren los candidatos que son de primera posición de cada partido o coalición, pues ellos, incluso perdiendo en segundo lugar, alcanzarían un boleto para la Cámara Alta, gracias a la llamada “representación proporcional”. En pocas palabras, o gana el PAN en primer lugar en el Estado, o a Ramos se le sella con el fracaso sobre su nombre. Es todo o nada, Ramos se juega su carrera este domingo.
Pero, cómo es que el exalcalde de Tijuana espera generar simpatías que lo lleven a la victoria si en su camino ha burlado y engañado a grupos que le han regalado el beneficio de la duda.
Por ejemplo, el equipo de béisbol “Gigantes Tijuana”, un conjunto de niños con Síndrome de Down que siguen esperando, después de un año, que regrese Ramos con la promesa que les hizo de conseguirles un apoyo, siendo diputado federal.
En 2017, los padres de familia del equipo y César Sepúlveda, su fundador, aceptaron una visita del panista. El entonces diputado federal se había acercado supuestamente con buenas intenciones y con el interés de apoyarlos. El equipo viaja constantemente fuera del Estado y los padres de los niños con discapacidad deben cubrir un monto de mil dólares cada salida, para la renta del camión que los traslada.
“Gigantes Tijuana” sobrevive con el apoyo de los padres y alguna buena alma; recurren a rifas, patrocinios o de su propia bolsa para sustentar al equipo y sus viajes a otras ciudades. Muchos de los niños son de familia de escasos recursos, por lo que cubrir los gastos del equipo se vuelve una tarea difícil. El cuento de siempre, ante un gobierno indiferente.
En fin, Ramos fue el invitado especial en el torneo 2017; ahí mismo les aseguró a los niños que no solo tendrían el apoyo para viajar, sino que él les conseguiría un camión propio para la liga de varios equipos de Tecate, Mexicali, Sonora, California, Estados Unidos y Tijuana.
La noticia, recuerda César a CUENTAHILOZ, provocó la felicidad de los jugadores. Ramos se retrató el día de la promesa. Muchos flashazos, video, las redes sociales lo festejaron también.
Pero ha pasado un año y Ramos simplemente nunca volvió. Ni el teléfono les contesta.
Después de presentar el oficio requerido para la compra del camión, tal como le pidió el hoy candidato al coordinador del equipo, en llamadas telefónicas y mensajes de texto, los colaboradores del panista solo se disculparon diciendo “ahorita no tenemos dinero” y meses después, simplemente dejaron de contestar a las llamadas.
“Después le marqué unas ocho o nueve veces a su asistente y le estuve mandando mensajes hasta que me di cuenta de que no iban a cumplir”, recuerda César.
Sepúlveda remata: “Me dio tanto coraje, tanta impotencia, porque a nosotros como adultos nos pueden engañar y robar lo que quieran, pero echarle mentiras a un niño, decirle en su cara: ‘van a tener su camión para que vayan a sus juegos’; eso no se vale. Jugó con los sentimientos de los niños”.
Candidato, antes de hacer más promesas, mejor hubiera cumplido las que ya hizo.