Queda claro que Octavio Paz es uno de los más reconocidos escritores mexicanos de todos los tiempos. Además de haber obtenido el Premio Nobel de Literatura en 1990, se le puede recordar por su pasado priista, tiempo en el que fue uno de los mayores cómplices del fraude electoral de 1988, donde resultó ganador Carlos Salinas de Gortari. Años después, el PRI pudo presumir de haber tenido entre sus filas a uno de los más grandes intelectuales de México, pero lo que sí es un hecho, es que Paz no influyó en la educación lectora para las futuras generaciones priistas. Y es que después de que el entonces candidato a la presidencia del país, Enrique Peña Nieto, fuera exhibido por un periodista español, al no saber nombrar tres libros que influyeron en su vida, en el marco de la FIL Guadalajara 2011, parecería que solamente fue un mal día en donde no recordó ninguno, tal vez por su ocupada agenda proselitista o porque de plano quiso hacer reír a los presentes. No creo que sea por otra cosa.
Cómo no recordar también que en 2016, en el marco de la FIL Infantil y Juvenil, entonces titular de la Secretaría de Educación Pública, Aurelio Nuño, regaló libros a niños de una escuela primaria y culminó la ceremonia invitándolos a “ler”. Inmediatamente después de la pifia tremenda, una niña se acercó a corregir a Nuño y al oído le comentó que la pronunciación correcta es: “Leer”. Lastimosamente para el titular, al acercarse a escuchar a la niña de nombre Andrea, tenía el micrófono en mano, por lo que fue exhibido de manera notoria.
Para no perder la costumbre, hace unos días, el candidato a la presidencia de la República, José Antonio Meade, fue cuestionado sobre el porqué no tiene un libro de su autoría como los demás contendientes a la presidencia, a lo que replicó diciendo que será próximamente cuando salga el libro. Pero al preguntarle sobre el título de éste, para sorpresa de los presentes, contestó: “No me acuerdo cómo se llama”.
Realmente yo no sé si alguien dentro del PRI, alguna vez haya leído a Octavio Paz. Lo dudo mucho, es notorio el contraste, tomando en cuenta que tuvieron en sus filas a uno de los más grandes escritores mexicanos (para algunos), y aun así parece que la separación entre los libros y los partidarios priistas es un tema de nunca acabar.
Juan Carlos Frausto García
Tijuana, B.C.
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