Cómo pagarte, madre mía,
las largas noches de desvelo
que desde el inicio de mi vida
me prodigaste sin recelo.
Con ninguna joya podría
Publicidad
pagar tu sublime entrega,
madre del alma mía,
¡que Dios te bendiga!
Por eso en tu día,
colmarte de besos quisiera,
por cumplir con valentía
tu celestial y colosal tarea.
De formarme como hombre
y ser alguien de provecho,
siempre habré de amarte,
aunque vacío esté tu lecho.
Siempre estarás cerca
de mi mente y corazón.
Tu nombre, tu voz, tu cara,
mi más bella y sublime canción.
Mil gracias madre querida
por traerme a este mundo,
aun a costa de tu vida,
pena, dolor y sacrificio.
Para descubrir a la creación
más bella del planeta Tierra,
existe una bella canción,
se llama simplemente Mamá.
Francisco Heredia Guzmán
Tijuana, B.C.