Por supuesto que esta estupenda comedia negra está basada en hechos reales. Difícil olvidar, vaya, el caso de Tonya Harding, la patinadora olímpica que perdió todo cuando fue acusada de ser la autora intelectual de la golpiza que sufrió su principal rival, Nancy Kerrigan, semanas antes de los juegos de 1994 en Lillehammer, Noruega.
De la gloria después de haber sido la primera atleta americana en completar un triple axel en competencia, a la oscuridad cuando el mezquino y fallido plan salió a la luz pública, este polémico personaje es el centro de esta película dirigida por Craig Gillespie que expone a la ex deportista como una víctima y se apega a su versión de los hechos, cuya alevosía siempre dijo desconocer.
Mientras que su ex esposo fue quien finalmente confesó su responsabilidad en el atentado contra Kerrigan, Harding siempre argumentó haberse enterado de lo sucedido después, pero justificó el no haberlo reportado a las autoridades por temor.
Con un inteligente enfoque, Gillespie logra que la actriz Margot Robbie aparezca como una joven amedrentada por su madre desde la infancia y con todas las de perder por no haber nacido “en buena cuna”.
En un deporte de élite que requiere dinero para llegar a la cima -por aquello del equipo y los entrenamientos-, Tonya siempre tuvo todo en contra, empezando con LaVona (Allison Janney), una mesera de Oregon que creía que con violencia verbal y psicológica podría convertir a su hija en una campeona.
Luego está la sociedad que Tonya describe como otro factor en su contra, al no contar con los modales refinados que la ponían en desventaja cada vez que pisaba el hielo.
Pero el humor negro es lo que termina suavizando la dura realidad de esta protagonista que pasa el resto de su vida como la villana que termina boxeando para subsistir, siendo entonces objeto de burla en la prensa hasta estos días.
Como si su destino estuviera escrito por el camino de la derrota, Harding parece preguntar con la mirada si acaso alguien se acuerda de su histórica hazaña en el hielo. Tristemente la respuesta parece ser no, y eso es lo que Gillespie dejó bien en claro aquí, ayudado en extremo por el talento de Margot Robbie y Allison Janney, dos tremendas actrices que ya están en busca de su primer Óscar. *** y media.
Punto final.- ¡Bien por Christopher Plummer!