A través de la historia de Estrella, una niña de 10 años perseguida por su madre muerta, la directora incursiona en el género de terror con elogios de Stephen King y Guillermo del Toro. “Lo que sigue en mi carrera ya definitivamente va a ser en el universo de lo fantástico, no lo puedo evitar, es quien soy”, aseguró a ZETA
La trayectoria cinematográfica de Issa López cobró forma en la comedia con películas como “Casi Divas” porque, dice, es algo que se le da fácil al tener un lado irónico. Sin embargo, desde pequeña es una apasionada del cine y la literatura de terror, género en el que incursiona con “Vuelven”, su película más personal por convertirse en una catarsis a su propia vivencia de orfandad.
“No había tenido tiempo ni lugar de manejar el género porque afortunadamente he tenido la oportunidad de enlazar una película con la siguiente y se daba naturalmente en el área en la que ya me había demostrado, que era la comedia. Sabía que debía llegar un momento en el que hiciera una película personal y se manifestó en mi pasión por lo sobrenatural. Estaba lejos de México y fui viendo con muchísimo dolor lo que estaba pasando en mi país. Mientras investigaba para otros guiones, hablando con sociólogos y politólogos, me tocó escuchar un comentario sobre la violencia de la que hemos hablado hasta el cansancio en el cine, la televisión y hasta en las canciones, pero alguien dijo ‘y luego está el problema de los niños’. Me cayó el veinte de que es un problema enorme que no estamos viendo en los medios, no se habla de esto. Sí, la gente muere y desaparece, pero dónde están esos niños solos, los huérfanos de esa violencia y guerra”.
Darle voz al tema fue el punto de partida de la trama que sigue a Estrella (Paola Lara), una pequeña de 10 años que tiene tres deseos mágicos y usa el primero para pedir que su madre desaparecida regrese. Al cumplirse su anhelo es perseguida por el fantasma de su madre y termina uniéndose a una pandilla de niños huérfanos, como consecuencia de la violencia en la zona donde viven.
“Pensé que ahí había algo muy ‘padre’ y que podía ser la oportunidad de hablar de lo sobrenatural, que es una pasión mía, al mismo tiempo que hablo de un conflicto político fuerte, pero lo hablo a través de un cuento, de una fábula oscura”, precisó quien entre sus pasiones infantiles y de adolescente están películas como “Los Goonies” y “Cuenta Conmigo” y sus lecturas que van de “El Señor de las Moscas” hasta “Peter Pan”, además de la ciencia ficción, los videojuegos y cómics.
— ¿Cómo trabajaste el guion para lograr equilibrio entre la delicadeza del tema y la mirada de los niños?
“Es un tema muy fuerte. Lo que me pasó es que hay muchas maneras de escribir guiones. Hay escritores que tienen un método y siempre lo siguen. Yo no soy de esos, yo creo que cada guion tiene su propia demanda. Hay unos que tengo que estructurar perfectamente por escena antes de escribirlos y otros con los que me siento, escribo la primera escena y de ahí me voy. Este fue uno de esos. Necesitaba escribir para mí, me di cuenta que esta era la historia y me senté a escribirla. Conseguí la primera escena, luego la segunda y la tercera, y me fui. Los personajes ahí estaban, era una belleza, cómo se hablaban y se cruzaba lo sobrenatural y lo real. Lo que sí me pasó es que justo a la mitad del guion me enfrenté con un problema de estructura y me detuve como tres semanas”.
— ¿Hubo algo en específico que detonara la solución a esa traba?
“Solo mi necesidad de saber en qué iba a acabar, necesitaba saber qué pasaba con estos personajes, por eso me tuve que destrabar, ese fue el evento, entonces me discipliné, me senté y se acabó porque quería ver qué pasaba con estos niños y esta aventura. Encontré la respuesta, me regresé a plantear ese elemento de la trama y pude terminar el recorrido”.
— ¿Desde el inicio contemplaste tener elementos de animación y grafitis como parte de la narrativa?
“Lo que pasa con el proceso cinematográfico cuando eres el autor de su escritura y la diriges, es que su evolución empieza desde que escribes la página uno hasta que mezclas la última nota de sonido. Escribo mi primer draft, lo mando, la gente empieza a reaccionar y a subirse al proyecto, entonces se dan los elementos visuales, los espacios, los grafitis. Es una película llena de símbolos. Los niños se refugian en una ciudad abandonada que para mí era visualmente interesante para crear todo un universo. En una investigación visual encontré una ciudad que empieza a ser reclamada por la naturaleza. Tengo cuartos donde crece el pasto, salones de hoteles abandonados que se inundaron y que están poblados por peces. Durante la búsqueda se incorpora mi diseñadora de producción, Ana Solares, que es una fregonaza y me hace la propuesta del reino de los niños, porque es su propio reino, está adornado con pinturas rupestres porque se vuelven unos niños salvajes otra vez. Esas pinturas rupestres son grafitis y ahí es donde en mi cabeza esa idea se junta con la de una ciudad”.
— ¿Cómo fue la relación con los niños? En especial con el personaje de “Shine” (Juan Ramón López), el niño líder de la pandilla, porque su actuación es la más destacada…
“Estrella es la protagónica de la historia, pero su personaje observa en silencio hasta que se convierte en el héroe activo al final. Viaja de escapar a convertirse en el héroe que cierra, es un arco de héroe muy fuerte pero su apoyo y contraparte, Shine, son el Peter Pan y Wendy de mi cuento oscuro. Shine era el reto del casting porque es un niño que está furioso, todo el dolor de quedarse solo en él se transforma en dureza y furia, además es el responsable de que los demás niños perdidos de la pandilla estén a salvo, es el guardián, un niño durísimo que sabe que si se abre y quiere a alguien lo puede perder. Esa combinación de fragilidad y dureza es difícil de encontrarlo y lo sabíamos. Casteamos a 600 niños para encontrar a cinco y creo que lo hicimos con mucho éxito. Luego hicimos un taller de tres semanas para sumergirlos en esta percepción de que iban a estar solos y que su única presencia del mundo exterior y fantasmal era el ejército que representaban ellos mismos, así empezamos a grabar. Nunca leyeron el guion, filmamos cronológicamente e iban descubriendo lo que pasaba en la película cada día, entonces la sorpresa de los personajes ante los eventos y la de los actores fue tan grande como la que tengo ahora con los espectadores”.
— También convocaste a un elenco de adultos fuerte…
“Quería tener a Tenoch Huerta (El Chino) e Ianis Guerrero (Caco), en primer lugar, porque son dos actorazos y en segundo porque somos muy buenos amigos. Lo que quería con el elenco adulto era no preocuparme para poder estar concentrada con los niños. Entonces llamo a dos adorados amigos, enormes actores, a que me echen la mano y no solamente ellos cuidan su chamba en la película, que está muy bien, sino que además me ayudaban con los niños, eso es lo más precioso. Los niños debían estar aterrados de ellos porque son los monstruos en la película, los criminales que despedazan sus vidas, debían tenerles pánico y los dos me ayudaron a construir un auténtico terror en los niños hacia ellos, algo muy delicado porque debía ser un terror cuando yo decía ‘acción’, pero tenían que ser amigos cuando yo decía ‘corte’, para que los niños no estuvieran asustados, eso no se hace, asustarlos en la vida real. Hay que asustarlos en el personaje en el set y tener cuidado de no dejarlos marcados, ahí hay un poquito de responsabilidad porque estás trabajando con sentimientos muy íntimos de criaturas muy frágiles. Juan Ramón es huérfano en la vida real y el personaje lo es, todos los son, yo soy huérfana. Yo perdí a mi madre muy de niña, esa es la historia de la que trata la película en realidad, es una historia personal muy mía. Yo como huérfana conecto con el huérfano que es Juan Ramón, cuidándolo, queriéndolo, protegiéndolo, pero sí exploro con mucha delicadeza las emociones que tiene él sobre la orfandad para usarlas en el set y que luego se desprendiera de ellas. Nunca fue la intención, pero fue terapéutico, yo soy la menos hippie, la menos voodoo y esas cosas, pero cuando Juan y yo misma pusimos ese sentimiento de orfandad ahí y lo dejamos expresarse fue un liberador enorme dejarlo junto con su dolor, fue muy lindo”.
— Haces de “Vuelven” tu película más personal y recibes elogios de Stephen King y Guillermo del Toro, ¿cómo te sientes de ello?
“Ha sido un privilegio que mis héroes vieron la película y han dicho cosas hermosísimas en Twitter que me hacen sentir que estoy haciendo lo que tengo que hacer en mi vida, así de intenso como suena. La gente conecta poderosísimamente con ella y es bien ‘padre’ ver lo que pasa con las audiencias. Hasta ahora ha ido a cuatro festivales internacionales de cine de género y en esos cuatro ha reunido nueve premios, es una belleza”.
— ¿Seguirás explorando el género más adelante?
“Absolutamente no se cierra la puerta. Después del viaje emocional que tuve con ‘Vuelven’, que terminó siendo casi de tipo espiritual, necesitaba reírme un rato e hice una comedia de la que estoy muy satisfecha porque es irreverentísima y completamente diferente esta película, pero ya que terminé con ella; lo que sigue en mi carrera definitivamente va a ser en el universo de lo fantástico, no lo puedo evitar, es quien soy”.
Con diseño sonoro de Martín Hernández, nominado al Óscar por “The Revenant” y supervisión musical de Vince Pope, compositor encargado del soundtrack para la serie “Black Mirror”, la película “Vuelven” se exhibe actualmente en Tijuana como una opción muy diferente para reflexionar sobre las consecuencias de la violencia en México, convirtiendo la mirada y sentir de un grupo de niños en una estampa igual de poderosa que el habitual retrato crudo del crimen.