En San José del Cabo -la cabecera del municipio de Los Cabos ubicado en el extremo meridional del estado de Baja California Sur- es “una meca” del turismo, pero a la par “crece la pobreza y el derramamiento de sangre”, señaló el diario estadounidense The New York Times, el fin de semana, en una nota publicada en su edición impresa y firmada por el reportero Kirk Semple.
El rotativo neoyorquino resaltó que los casos de homicidio en la región, han aumentado más de tres veces este año, y para ilustrar la situación, narró la historia de Edwin Alberto López Rojas, un joven de 18 años de edad, que buscó ser reclutado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJGN), y que al lograrlo, “presumió su admiración por el estilo de vida y el poder de los narcotraficantes”.
Ello lo llevó del barrio pobre donde nació, a distribuir droga, a partir del 28 de julio -según le contó el propio López Rojas a sus familiares- en las zonas de lujo de Los Cabos, para la poderosa organización criminal jalisciense, misma que lo dotó de un automóvil y dinero en efectivo. Sin embargo, ocho días después, fue asesinado por un agresor no identificado.
La muerte del joven y fugaz traficante de drogas, indicó el NYT, es uno de las cientos “que han ensangrentado esta área alguna vez pacífica”, situación que tiene a los residentes de Los Cabos “temerosos”, pero que también puso “en alerta” a los funcionarios públicos y empresarios del ramo turístico, esto, aunque la violencia “no se ha dirigido a los turistas y sobre todo se ha producido fuera de su vista”.
El medio estadounidense indicó, además, que una “ola similar de violencia también ha sacudido” el estado de Quintana Roo, en la costa del Caribe, donde se encuentran “populares” destinos turísticos como Cancún, Cozumel, Playa del Carmen y Tulum.
“El fuerte aumento de los homicidios llevó al Departamento de Estado de Estados Unidos, el mes pasado, a aumentar sus advertencias de viaje para Quintana Roo y el estado de Baja California Sur, hogar de Los Cabos”, señaló el Times.
“La sangrienta guerra”, afirmó el NYT, se deriva de una batalla entre los grupos criminales por el control de las rutas de tráfico de drogas en la Península de Baja California y por el dominio de los criminales locales, quienes surten a los turistas. Estos delincuentes de la localidad, indicó el rotativo, viven en los barrios pobres de San José del Cabo y de Cabo San Lucas.
Líderes comunitarios y trabajadores sociales le dijeron al medio extranjero que la violencia es “un síntoma” de los graves problemas que aquejan a la región de clase baja, “lo que refleja el abandono del gobierno desde hace mucho tiempo”.
“Si bien desde hace décadas atrás las autoridades han trabajado en el desarrollo del sector turístico, muchas de las necesidades de los pobres y la clase trabajadora han languidecido”, dijeron estos líderes comunitarios al NYT.
Los Cabos están en riesgo de convertirse en el nuevo Acapulco, ciudad y puerto que alguna vez fue un importante destino de vacaciones, “pero ha sido devastado por la violencia de las drogas”, enfatizaron los entrevistados al rotativo neoyorquino.
“Si [las autoridades] continúan encubriendo los problemas, las cosas no van a mejorar”, dijo al diario, Silvia Lupián Durán, presidenta del Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia Penal en Baja California Sur. “[La violencia y la pobreza] Es un caldo de cultivo para cosas peores.”, enfatizó.
El NYT enfatizó que en Los Cabos “hay mucho en juego”, ya que el año pasado tuvo más de 2.1 millones de visitantes, un 75 por ciento de ellos viajeros internacionales y la mayoría de los de Estados Unidos, con un costo de promedio por habitación de 300 dólares estadounidenses por noche, según datos otorgados por Rodrigo Esponda Cascajares, director del Fideicomiso de Turismo de Los Cabos (Fiturca).
El rotativo también narró cómo Los Cabos ha crecido, desde que en 1970, cuando la región era aún aislada y sólo se podía llegar a ella por barco o avión privado, ahora es muy accesible con la Carretera Transpeninsular y la ampliación del aeropuerto local.
“El desarrollo explotó, y con ella vino un aumento de la migración de mexicanos vertidos a trabajar en la construcción, pero también como camareras, botones, cocineros, meseros y jardineros”, indicó el NYT, que también informó que de las 44 mil personas que habitaban Los Cabos en 1990, la población ha aumentado hasta los casi 288 mil habitantes que tiene ahora, con datos del 2015.
“No hubo una planificación sensata de donde todas las personas que trabajan iban a vivir”, dijo al rotativo, Ramón Ojeda Mestre, actual secretario de la Corte Internacional de Conciliación y Arbitraje Ambiental (CIACA), y presidente del Centro de Estudios Integrales de Innovación y Territorio, una empresa de consultoría con sede en Cabo San Lucas.
La mayoría de estos trabajadores, recalcó el NYT, viven en asentamientos pobres o irregulares, lejos de la estrecha franja costera donde se concentran los hoteles, campos de golf, puertos deportivos y clubes nocturnos. Son en total unas 25 mil personas que habitan casas de hormigón, de una o dos habitaciones, con techos de metal corrugado, o también en viviendas hacinadas, hechas de lonas, ramas de árboles, palos, e incluso cartón, con servicios públicos casi inexistentes.
“Hay un primer mundo, y un quinto mundo”, le dijo al rotativo, Homero González, un líder comunitario que trabaja con los habitantes de estos asentamientos -llenos de escombros, montones de basura y automóviles chatarra- ubicados a escasos kilómetros de los “cuidados” jardines donde trabajan muchos de los residentes pobres, que pueden ganar unos 14 dólares diarios.
“Las desigualdades roen la población de clase trabajadora, y cualquier inclinación a presionar a las autoridades para solucionar los problemas, es socavada por la sensación de que el sistema está amañado. Este es el ambiente fértil de descontento en el que las bandas criminales han sembrado sus operaciones, el reclutamiento de miembros, la compra de lealtades y el cultivo de los mercados”, abundó el NYT.
“En los primeros siete meses de este año, el gobierno abrió 232 investigaciones de homicidios en Baja California Sur, la mayoría de ellos en Los Cabos […] Durante el mismo período del año pasado, hubo 65 investigaciones de homicidios. En una nación que ha visto cómo los homicidios llegaron a niveles récord este año, BCS tiene ahora la quinta tasa más alta entre los 32 estados”.
“He oído mucho sobre ‘el cambio’. ‘El cambio’”, se burló una mujer pobre entrevistada por el NYT, en referencia a las últimas elecciones locales celebradas en el 2015. “Y ahora estamos viendo el cambio: todas estas masacres”, dijo.