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jueves, febrero 15, 2024
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Gral. Francisco Villa

En memoria de Rius, Jaime Avilez y Luis Franco Prado

La vida de Pancho Villa (San Juan del Río, Durango, 1878. Parral, 1923) es un referente de los intereses populares, al encontrar fotografías, talleres, pequeños negocios, hogares de la clase media. Frederick Katz, en la biografía que armó con 900 páginas de texto, lo describe magistralmente (Editorial Era 2006). Así, junto a esta obra, existen cien libros publicados por colaboradores que dan cuenta de la importancia social y popularidad de Villa ayer y hoy.


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Por las buenas o por las malas, la historia la escriben los ganadores. En el imaginario colectivo hay dos visiones encontradas de Pancho Villa, la del líder revolucionario justiciero, genio militar, Robín Hood, por un lado y del otro como bandolero. Casi siempre son producto sesgado de simpatía, la identificación, los intereses y la propaganda de la mano del poder y su pervertida ideología que se cuela por todos los medios de comunicación mercenarios para explotar el hueso de la ignorancia. Así se explica un sector de opinión que despotrican contra la leyenda aún viva de Villa, afirmando que era un asesino, cuatrero, extorsionador, etc. Esa imagen fue cultivada con muchos recursos por sus enemigos, los tiranos latifundistas Terrazas, Creel, pasando a Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, Carranza, Obregón y Calles. Hay una guerra no tan secreta donde se juega el destino del país y los intereses inflaron e inflan un ejército infame, corrupto, aderezado de miedo y cobardía que los hacía violar DDHH, perder batallas, la moral y la guerra.

Con grandes cantidades de recursos federales orientados a la lucha de la información en medios que no tienen credibilidad alguna. Mil caras asume la corrupción en los ejércitos: la nómina de 100 mil soldados y en realidad, tener 70 mil o mucho menos… comprar 1,000 millones de cañones, cuando en realidad las “comisiones” de los generales absorben el 60%, etc.

“Carrancear” significa rapiña, robo, corrupción y abuso particularmente de los militares de Venustiano (Barón de Ciénagas), manchando el sentido de secuestrado honor de una institución fundamental del Estado. Fue y es la impunidad en sus atropellos, un “estímulo” para mantener la lealtad del Ejército Federal al hacendado neo porfirista que cavó su tumba al regresar latifundios a la oligarquía porfiriana. Donde la aspiración por repartir la tierra a los campesinos en una Reforma Agraria, la cual fue sustituida por entierros de revolucionarios.


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“Carrancear”. El lenguaje popular registra abusos de los generales carrancistas, que fue la herencia política del porfirismo y la estrategia sanguinaria de mandar al paredón a los enemigos de Carranza, quien revivió la Ley Juárez. Justificada en la guerra contra el imperio de Maximiliano de Habsburgo, muchos de los dorados villistas se enlistaron en la revolucionaria División del Norte, por dos motivos: para defenderse del saqueo criminal del gobierno carrancista y pelear al lado de Villa, porque éste les pagaba el doble de salarios y en oro. Díaz, Carranza, Huerta practicaban la leva, el servicio militar forzado y el botín de guerra siempre vivo y heredado al PRIAN.

Katz nos da una gama de imágenes extraídas de archivos oficiales de Francia, España, Cuba, Estados Unidos, Austria, Alemania e Inglaterra. Historias e interpretaciones de un personaje central que, con mayor educación y visión, pudo ser presidente, abriendo paso al humanista, héroe y brillante General Felipe Ángeles, desplazando en este escenario, alternativo a Carranza y Obregón y al engendro callista del PRI.

Pilar de la revolución mexicana, Francisco Villa, humilde peón de Durango, forjado en la vida social y política feudal de las Tiendas de Raya, la influencia de F. Madero y el gobernador Abraham González, sumada al talento, audacia, genio militar, líder valiente en el campo de batalla, se captura en la literatura viva a Villa para la historia.

En Austria, Katz no imaginó que se conociera de Villa, pero en entrevista con un Canciller, le cita y sorprende que en los años 30 se exportara la Revolución Mexicana y se conocieran las hazañas del guerrillero inmortal, a través de la película Viva Villa, proyectada en el auge fascista hitleriano. La censura oficial, en su ignorancia, consideró que era un simple western ajeno a la realidad del sur de Texas. Villa y su Estado Mayor surgirían en la pantalla grande, con mando de 100 mil soldados que luchaban contra los abusos, imposiciones y despojos de la autonomía de los pueblos; la dignidad del trabajo y tierra. Esa historia significó un gran aliento moral a la rebeldía de los obreros, campesinos y revolucionarios europeos.

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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