Con “Rendición”, el autor español ganó el XX Premio Alfaguara de Novela: “Con un cambio de circunstancias uno duda de qué es realmente, cuál es su verdadera identidad, si es que la tiene, o hay algo propio en cada uno de nosotros ajeno o independiente de las circunstancias”, refirió a ZETA el autor
Una de las novelas más esperadas de la lengua española, en los últimos 20 años, es la galardonada con el Premio Alfaguara de Novela.
Año tras año, entre marzo y abril, la editorial anuncia desde Madrid al ganador, para inmediatamente llevar la novela laureada al “territorio de la Mancha” que, dicho sea de paso, cuenta con poco más de 550 millones de hispanoparlantes.
Fue precisamente el 5 de abril cuando el Jurado del Premio Alfaguara de Novela 2017 anunció que el ganador era Ray Loriga (Madrid, 1967) por su entrega “Rendición”.
Presidido por Elena Poniatowska y compuesto por Eva Cosculluela, Juan Cruz, Marcos Giralt Torrente, Andrés Neuman, Santiago Roncagliolo, Samanta Schweblin y Pilar Reyes, el Jurado del XX Premio Alfaguara de Novela asentó en el acta que “Rendición” es “una historia kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos. Sin caer en moralismos, a través de una voz humilde y reflexiva con inesperados golpes de humor, el autor construye una fábula luminosa sobre el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos”.
“El abanico abierto de potenciales lectores”
Por días de junio, Ray Loriga llegó a México para continuar la gira de su premiada novela y conceder algunas entrevistas:
“Han sido semanas un poco de locura, la verdad, porque la promoción en España ha sido muy extensa, pero estoy muy contento también lógicamente; y luego, nada más acabar de viajar por toda España, pues justo me embarqué para la primera parte de la gira americana, que son once países”, fueron las primeras impresiones del autor en entrevista con ZETA.
— Aunque ya tenías un reconocimiento antes del Premio Alfaguara, incluso tu obra ha sido traducida a más de 15 idiomas, ¿qué posibilidades de difusión literaria le otorga el Premio Alfaguara a tu obra?
“¡Pues hombre!, es una oportunidad preciosa de alcanzar nuevos lectores, nuevos países, en México he estado muchas veces; en Chile, en Colombia, en Argentina he estado pero hace años que no voy, y bueno, es volver a tener el abanico abierto de potenciales lectores; vamos a ver si la novela les gusta, cuaja, se la recomiendan unos a otros, pero en cualquier caso la oportunidad es magnífica, de cara a continuar por el sendero de las traducciones que siempre es muy interesante, lo que me ha llevado también a muchos países: Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, Rumanía, Bulgaria; a sitios a los que uno no esperaba ir nunca y poder viajar con tus libros, pues hombre, siempre es un privilegio”.
— ¿Escribiste “Rendición” para participar en el Premio Alfaguara?
“No específicamente para el Premio, porque la novela la empecé a elucubrar hace casi ocho años, entonces, tuve varios borradores, ya tentado de pasar a la editorial; incluso alguno la había leído y les había gustado, pero yo no la daba por cerrada; en medio escribí otra novela (‘Za Za, emperador de Ibiza’, Alfaguara, 2014), un poco para dejar reposar ésta y volver con los ojos más claros y la mente más fría; y finalmente cuando di esta novela por concluida coincidía con las fechas de entrega del Premio, no me había presentado nunca a un Premio desde el colegio, y lo gané. Y bueno, coincidió, me pareció que merecía la pena porque es un Premio con un prestigio muy grande y más posibilidades de promoción y expansión de tu trabajo muy grande también; decidí jugarme esa carta y salió bien”.
La “ciudad transparente” o el dominio público
En medio de un ambiente hostil propio de una guerra, una pareja recibe en su hogar a un niño que no sabe de dónde ha venido. Debido a que sus dos hijos han sido reclutados como soldados para la batalla, ellos se verán en la disyuntiva de quedarse o no con el niño, pero mientras tanto deberán evacuar la comarca y emprender el destierro hacia una tierra prometida, una “ciudad transparente” bastante parecida a una hipotética utopía por su ausencia de miedo o de carencias fisiológicas.
Ray Loriga entrega una novela vertiginosa ubicada en un lugar extraño y a la vez familiar de estos tiempos donde pareciera que todo es de dominio público; se trata de una fábula memorable donde la “ciudad transparente” pondrá a prueba la identidad del protagonista, tanto que tendrá que tomar una decisión: quedarse o irse de la “ciudad transparente”.
— ¿Cuál fue el punto de partida de la novela? La idea de la “ciudad transparente”, el tema del destierro, el personaje que narra sus peripecias en primera persona, la metáfora de las transparencias de la vida actual…
“Pues todo empezó por la voz, que es lo que comanda al final todo el libro, la voz del personaje, el narrador, eso fue lo primero; recuerdo haber escrito las primeras 10, 12 páginas de un tirón y probablemente lo que, coma arriba coma abajo, no he tocado en todo el proceso de escritura del libro.
“Una vez creada esa voz imaginé cómo sería la dislocación de esta voz a ese otro mundo, el mundo del progreso, de la ‘ciudad transparente’, de la sociedad de consenso perfecta, cómo sería quitarle las raíces a esa voz, a ese hombre y trasplantarlo a otro lugar y cómo lo iba a afectar o cómo iba a intentar afectarlo, porque me interesaba sobre todo el cambio de quiénes somos, qué identidad tenemos en un cambio brutal de circunstancias; ése fue el origen de la novela”.
— Es posible que al principio el lector perciba la idea de que está frente a una novela de la Guerra Civil Española, pero tu vertiginosa narrativa lo conduce por otros terrenos hasta inevitablemente concluir la novela.
“Entiendo que siendo un escritor español, toda la extensa literatura que se ha escrito sobre la Guerra Civil, pudiera uno pensar que está hablando precisamente de esa guerra, nada más lejos; estaba pensando en un conflicto armado en el limbo, atemporal, en un limbo geográfico, no tenía ningún referente directo de la Guerra Civil Española, simplemente quería contar cómo afectan todos estos macro conflictos que son las guerras a unos individuos concretos y pequeños en realidad, que son los que sufren las consecuencias y contando desde esa voz, pero no tenía referente a la Guerra Civil Española”.
— Háblanos del destierro para tratar el tema de la identidad en tiempos actuales, donde la pérdida de privacidad se parece a la “ciudad transparente” que propones.
“Utilizo toda esa diáspora, esa peripecia del destierro, del exilio, nada más para construir esa fábula como en ‘Los viajes de Gulliver’, me refiero a quiénes somos en circunstancias distintas y frente al tamaño y el reflejo de los demás.
“Es decir, uno cree que tiene una identidad completa, sobre todo ya con cierta edad, construida un poco por lo que ha construido y el reflejo que los demás le devuelven, cuando todas esas cosas que dábamos por sentadas, cambian, cambian de tamaño como es en el caso de Gulliver, la metáfora perfecta ‘en el país de los gigantes, soy un enano,’ ¿no? Pues con un cambio de circunstancias uno duda de qué es realmente, cuál es su verdadera identidad, si es que la tiene, o hay algo propio en cada uno de nosotros ajeno o independiente de las circunstancias y del reflejo del otro núcleo social; esto era lo que me interesaba, y la manera de hacerlo, lógicamente era trasplantar un personaje, quitarle las raíces y ponerlo en otro contexto totalmente diferente”.
— ¿Podrías contarnos más del estado de ánimo que propones en la “ciudad transparente” considerando como dice en alguna parte de la novela el protagonista, “esta absurda alegría que te lleva irremediablemente a aceparlo todo con naturalidad, este bienestar impreciso y obligatorio que me había convertido en un mentecato…”?
“Bueno, es un poco la observación y ahora de las sociedades occidentales donde la euforia y la alegría parece ser la causa principal y, cuando no consigue la frustración, enseguida se suaviza, el dolor se suaviza, la ansiedad se suaviza, el miedo se suaviza. Es algo que está en la gente de la calle y nos hemos acostumbrado.
“El otro día Savater hablaba de esto, decía: Queremos vivir una experiencia vital sin aristas y todo lo que pudiera significar un mínimo inconveniente, o un dolor grande, en vez de asumirlo como parte natural de la existencia. Pretendemos suavizarlo de manera que no desaparece el problema en sí, ni la pérdida ni el dolor de la muerte, ni nada de esto; pero digamos que no accedemos a esas sensaciones de manera directa porque le ponemos el filtro de una serie de portillas con distintos nombres, pero vienen siendo todas lo mismo”.
“Todos forman parte dentro de la sangre de mi escritura”
En entrevista con ZETA, Ray Loriga también confesó sobre algunos de sus autores de cabecera y el proceso escritural, considerando los géneros literarios al momento de la creación:
“En mi experiencia como lector, nunca he diferenciado mucho cuento de novela, novela de poesía, o poesía de cuento, quiero decir que todo es escritura; en verdad que cada uno de estos géneros tiene técnicas concretas, la novela, el cuento, la poesía, a lo largo de los siglos que llevamos todos con esto, son géneros muy flexibles también, ¿no?, que permiten variaciones al juego, por lo cual todas esas sensaciones como lector al final se quedan en tu escritura de una manera creo que natural”.
— Tomando en cuenta tu faceta de guionista y director de cine, ¿desde dónde escribes? Es decir, al momento de escribir una obra literaria, ¿consideras la posibilidad de que tu obra pueda ser filmada?
“Cuando escribo una novela me libero absolutamente, es como un bloqueo mental de la posibilidad de si la novela tiene camino del cine, o es adaptable o no es adaptable; es algo que voluntariamente cierro esa puerta y me dedico a escribir la novela simplemente, tampoco ahora me planteo si podría o no hacer una película”.
— Finalmente, el Jurado del Premio Alfaguara reconoció tu obra como “una historia kafkiana y orwelliana”. También se percibe un recuerdo a José Saramago con “Ensayo sobre la ceguera” o, como mencionas, a “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift. ¿Podrías hablarnos de tus influencias de los grandes autores sobre cómo concibes la escritura? Sobre todo al recurrir a la fábula y la metáfora para tratar temas actuales.
“Se ha mencionado en las críticas desde que salió la novela a multitud de autores que he leído y admiro, a los que acabas de citar y otros más, han mencionado a ‘Masa y poder’ de Elias Canetti, un compañero periodista mencionaba a Robert Walser, que es otro de mis autores de cabecera, pero también a Camilo José Cela.
“En la segunda parte de tu pregunta que dices cómo utiliza uno eso como escritor, no es un cálculo en realidad; yo creo que todo un cúmulo de lecturas a lo largo de una formación literaria, llevo ya 25 años en esto, incluso mi primera novela, con menos lecturas también, permea, es lo que yo pienso, y fluye de una manera muy natural que todos los escritores estamos hechos de literatura, no hay otra.
“Entonces van permeando estos tonos, estos ritmos, estas sensaciones literarias, y al final de un cruce de todo esto sale cada uno de nosotros. Como escritor uno no hace un plan completo de ‘esta novela la voy a dirigir hacia esto y esto’, sino simplemente este bagaje de lecturas, toda la pasión que te ha producido leerlas, la fascinación pues de alguna manera como si fueran unos ríos que te van todos desembocando en un río en tu propio camino; por lo cual, para mí es casi imposible separar dónde está la influencia de un autor o de otro, porque ya todos forman parte dentro de la sangre de mi escritura”.