Llegar a ese extremo, a los tribunales electorales, es señal inequívoca de desconfianza total a los ciudadanos que hicieron su papel de presidentes de casilla, secretarios, escrutadores, observadores y demás personas ajenas a partidos, en las 10 horas que dura la casilla abierta. Yo he sido presidente de casilla varias veces y he sido responsable de que todo se lleve conforme a lo que dice la ley, para llevar a cabo la delicadísima encomienda. En esos compromisos, el presidente se desocupa tres, cuatro horas después de la clausura de casilla. Es mucho trabajo del ciudadano común, cuando es seleccionado e inmaculado a participar como funcionario de casilla.
Al entregar dicho paquete al antes IFE, hoy INE, ya es responsabilidad de quien recibe tal casilla, con firmas, cantidades y copias. Allá ellos si cambian los números. Es cosa diferente, y ya el presidente de casilla o expresidente, ya no lo llaman a cuentas, pues se cree, hizo buen papel. En mi caso, cuando he participado lo he hecho de corazón, amor y entrega total para mejorar algo de este país, porque la democracia es algo serio, caro, insostenible, titubeante y fugaz.
Lo que pasó este 4 de junio, es algo que no se esperaba. Tanto cochinero de los que se aferran a estar en el poder. Guerra civil, guerra electoral, política, de poderes, de quién tienen el mando de los partidos de diferentes colores, guerra de mentiras, y muy poco o nada, ¿y la voz de los mexicanos al grito de guerra, que votaron honestamente? “Patria, patria tus hijos de juran” (no todos, con ese cochinero).
Si no se aclara lo que pasó realmente éste 4 de junio, y se respeta nulo o nada la voluntad de quien votó, estamos dando la ignición para incendiar al país hacia una Venezuela y eso sería catastrófico.
Esta carta no debía haber existido, pero la redacto porque veo y escucho que siguen haciendo las cosas mal, pudiendo hacerlas bien. De qué sirvió haber puesto en uso y confianza la credencial de votar con foto (B.C. fue la de la iniciativa), más certeza era para ello, la confianza y uso de individualidad, ¿qué acaso votaron fantasmas, aliens, espíritus, muertos? Esa confianza del votante con foto se va a la basura con el marranero, cochinero, poselectoral, después de entregados los paquetes. Tristemente hay mexicanos empeñados a seguir con el fraude de décadas atrás, es lo mismo, no se ve para cuándo haya personas honestas, y que hagan las cosas correctamente. Por unos infieles, dañan al país, a Tijuana, a Tapachula.
Dice nuestro himno “Mas si osare un extraño enemigo, profanar con su planta tu suelo”, los enemigos son los mismos partidos, allí están los fraudulentos. “Mexicanos al grito de guerra”, así rezaban unas mantas este enero pasado, tras el gasolinazo, ¿y hoy? ¿Saldremos a la calle a protestar por tal fraude y elección manipulada? El país que aguanta todo, todo se olvida y luego vuelve la burra al trigo.
Yo recuerdo cochinero de elecciones desde 1976, para acá. “Ganó” el más malo del Estado de México. Quienes votaron por el PRI, ¿son masoquistas? ¿Tienen dinero? Les dieron su despensa, su tarjeta de Soriana, unos cartones arenados, láminas, apoyo gubernamental, algo recibieron. Se necesita estar mal de la mente, enfermo o por interés, para votar por el partido de Plutarco Elías Calles (PNR, hoy PRI).
Voto por voto, y ahí a ver para cuándo la democracia sin tribunal, sin FEPADE. Que respeten la voz del pueblo, ¿hasta cuándo será? ¿Lo veremos?
Leopoldo Durán Ramírez
Tijuana, B. C.