La lección aquí es: hay que creer en uno mismo, y no es el qué, sino cómo lo hace Lightning McQueen, lo que más funciona en esta última película de la exitosa trilogía de Pixar-Disney.
Con la voz de Owen Wilson en la versión original en inglés, la cinta tiene un poco de adrenalina, mucha diversión, un excelente trabajo de animación -qué otra cosa podría esperarse- y los adorables personajes que ya tan bien conocemos, a los que se suman Cruz Ramirez (Cristela Alonzo) como la nueva entrenadora de Lightning, y Jackson Storm (Armie Hammer) como la nueva generación de autos de carreras, sin dejar de lado a Mater y Doc Hudson.
Storm es justo lo que McQueen necesita para entender que cuando el rival es el tiempo, la carrera ya está perdida. Así vemos a nuestro héroe perder una y otra vez hasta que entiende que ha iniciado otra etapa en su vida y vuelve a sus orígenes, para encontrar su fuerza interior y seguir adelante.
Sí, esto es profundo, pero queda todo muy bien expuesto con imágenes estupendamente logradas por Brian Fee, quien ocupa el lugar de John Lasseter como director. Fee es conocido por su trabajo de animación en filmes como “Ratatouille”, “Wall-E” y, por supuesto, “Cars”; de ahí se explica por qué los dibujos en esta película son una belleza.
Este trabajo en verdad espectacular hace que el largometraje cierre la serie con broche de oro, a pesar de entregarnos un filme que pudo haberse ahorrado escenas tan largas y detalladas de las carreras que no aportan mucho a la narrativa, aunque en el terreno de lo visual vaya que son dignas de admirarse.
En general tenemos, entonces, una buena conclusión a la competencia que el maestro Lasseter concibió para heredarnos personajes como Lightning McQueen, ya aceptando el adiós a las pistas para cederle el paso al futuro. *** y media.
Punto final.- No puede ser, ahí vienen los “Transformers” de nuez…