¿Cómo es que llegamos a convertirnos en un mega corrupto narco-estado, con gobernadores y una clase política cleptócrata? Hay cifras que a mi juicio revelan con asertividad el origen del problema. Entre el 2000 y el 2014 los estados y municipios recibieron 355 mil millones de dólares. Para darnos una idea, esta estratosférica cantidad supera a lo invertido en el Plan Marshall para rescatar a Europa de las ruinas después de la Segunda Guerra Mundial.
En 1996 el presupuesto de los partidos era de 596 millones de pesos, para el 2015 llegó a 50 mil millones de pesos. Conectemos estas cifras con la historia política contemporánea de nuestro país y encontraremos una explicación lógica a los males en comento. El sistema de partido hegemónico que emergió del consenso pos-revolucionario, funcionó y permitió el desarrollo más prolongado y exitoso del país basándose en principios elementales: simular que se era una democracia para legitimar, ser, en realidad, un eficiente sistema autoritario; concentrar el mando del país en un solo hombre pero solo por seis años; propiciar la permeabilidad del poder por la vía del mérito y el compromiso con el partido y el presidente en turno; prohibir el acuerdo entre la clase política gobernante y el crimen organizado, que era administrado y controlado por las instituciones policíacas de la república, siempre vigiladas y a cargo del Secretario de Gobernación en nombre del presidente; no permitir poderes fácticos por encima del poder presidencial; que el presidente tuviera siempre la última palabra para seleccionar a los ciudadanos que el partido postulase a todo puesto de elección popular en la república, de manera significativa a su sucesor y a los gobernadores.
En ese contexto, la corrupción era tolerada, involucrando a las grandes mayorías de ciudadanos para que sirviera como engrasante económico de la maquinaria de poder, siempre cuidando las formas y que no desbordarse en demérito del poder presidencial y la legitimidad del régimen.
El régimen del partido hegemónico, como todos los regímenes autoritarios y totalitarios, caduco tempranamente, el consenso se rompió primero con las élites intelectuales, periodísticas y estudiantiles desde finales de los 60’s, quienes demandaban la construcción de un régimen verdaderamente democrático; la crisis económica causada por la petrolarización de la economía nacional, para los 80’s, hizo que la clase empresarial rompiera también con el consenso priista y buscara, por su lado y retando al poder presidencial, el poder de la república.
Esta crisis, en el seno del partido hegemónico también generó un rompimiento, debido a las distintas soluciones que se proponían para salir de ella. Para unos, la solución estaba en manejar con cuidado y honradez los recursos petroleros y utilizarlos como palanca para el desarrollo; proseguir con el proyecto de nación que consensuamos en la constitución del 17; atentos al agotamiento del sistema autoritario pedían también democratizarlo, empezando por retirarle al presidente de la república el derecho no escrito de designar sucesor.
El otro bando, educado en el extranjero en las teorías neoliberales de Milton Friedman, proponía mantener el sistema autoritario para garantizar la rápida y contundente aplicación del neoliberalismo, integrándonos mundialmente a ese nuevo modelo económico que prometía ser la panacea del capitalismo.
De estas rupturas, nace después de una revolución democrática, en 1988 el sistema tripartidista y la alternancia que hoy, a 29 años, ya ha hecho crisis moral, política y económica. Del por qué, comentare en la segunda parte de este artículo.
P.D. El Semanario ZETA, que este mes cumple 37 años, es, orgullosamente, el medio de comunicación regional más prestigiado que ejemplifica, con su heroica historia, lo difícil que fue obtener la libertad de expresión que el régimen autoritario negaba.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com.