“La guerra contra el narco no ha sido otra cosa más que una guerra contra la ciudadanía”, sentenció Cristina Rivera Garza, al recibir el Premio Excelencia en las Letras “José Emilio Pacheco”. “Esta atrocidad que estamos viviendo en este país tiene que ver con una crisis del lenguaje”, advirtió Javier Sicilia en la feria yucateca
Mérida, Yucatán.- Diversas voces críticas ante la crisis de inseguridad que padece México hicieron eco en los primeros días de la VI Feria Internacional de la Lectura de Yucatán (FILEY), que se desarrolla del 11 al 19 de marzo en el Centro de Convenciones Siglo XXI de Mérida.
Tal como en su momento José Emilio Pacheco (2013), Elena Poniatowska (2014), Fernando del Paso (2015) y Juan Villoro (2016), también la escritora Cristina Rivera Garza aprovechó la tribuna de la FILEY para pronunciarse contra la política de la violencia en México en su discurso de aceptación del Premio Excelencia en las Letras “José Emilio Pacheco”.
Fue precisamente durante la inauguración de la FILEY, el sábado 11 de marzo, cuando Cristina Rivera Garza disertó ante cerca de un millar de personas reunidas en el Salón Uxmal del Centro de Convenciones Siglo XXI:
“La así llamada guerra contra el narco no ha sido otra cosa más que una guerra contra la ciudadanía en la que ya contamos hasta cien mil muertos, unos 30 mil desaparecidos; no solo ha generado una cantidad horrísona de muertes, sino que también ha contribuido al despojo del que son víctimas los vivos”, advirtió Rivera Garza.
“La indolencia, la incapacidad de dolerse, es una indiferencia militante”
Por supuesto, el discurso contra la violencia de Rivera Garza se fundamenta en su obra literaria en títulos como “Los muertos indóciles” (Tusquets, 2013), “Dolerse, textos desde un país herido” (Surplus ediciones, México, 2015) o “La muerte me da (en pleno sexo)” (Tusquets, 2016), por citar solo algunos.
“Cuando decimos que un libro nos conmueve, en realidad decimos que un libro nos ha liberado de la indolencia. Solo cuando estamos más allá de la indolencia podemos interrogar a nuestro entorno sobre las causas de la desgracia, de la desdicha o del infortunio; por eso dolerse va más allá de la empatía, por eso dolerse no tiene nada que ver con victimizar a la víctima volviéndola una víctima pasiva o sin agencia; por eso dolerse es una postura crítica, urgente y crítica”, explicó.
Asimismo, Rivera Garza arguyó sobre su labor escritural que propone:
“Si la escritura, como dijera Ricardo Piglia, hace posible la pregunta sobre el origen de la paradoja, sin paradoja -lo dijo muy al inicio de sus tesis sobre el cuento-, no hay cuento; también y por lo tanto hace posible la pregunta sobre las causas de la desgracia, de lo que no embona, de lo que por ser justamente así resulta de interés para la investigación literaria; si la escritura crea el espacio para esa pregunta, entonces y por consecuencia, también crea el espacio para la pregunta sobre la justicia.
“La escritura, pues, hace posible la pregunta sobre la destrucción, y una vez ocurrida en las mismas ruinas de su paso, la pregunta sobre la devastación, cuando todo parece normal, inexorable, cuando todo indica que así iba a suceder la escritura salta y mira alrededor y regresa a la pluma y dice ¡no! Esa salvaje indomable palabra ‘no’, aquí hay una grieta, esto es difícil de explicar, esto a punta a otra cosa y ésta a otra más. Las posibilidades son inmensas, inauditas acaso, pero no inimaginables; esa terquead de la escritura es la que he querido para mí, y es la que quiero compartir con todos ustedes hoy”.
La autora norteña (Matamoros, Tamaulipas, 1964) abundó por qué para ella escribir no es un acto solitario:
“Con mucho tiempo, se nos ha dicho que la escritura es un quehacer solitario cuyo destino es ser materia de ocupación de unos cuantos, y aquí, otra cosa que vengo a decir: no se la crean: La escritura es una labor de muchos, es una tarea en la que nos conectamos con otros, es de hecho es estar con otros, no hay solitas, solo hay acompañamiento.
“La escritura nos conmina a ver, nos obliga a ver otros sin dejar de vernos a nosotros; al hacerlo, al invitarlos a implicarnos en este juego especular, la escritura nos lleva de la mano lejos de la indolencia, esa posición tan cómoda entre aquellos a los que les interesa la confirmación del estado de las cosas, esa posición también tan común entre los que sabiendo, entre los que viendo, deciden sumarse a los ejércitos de la indiferencia. La indolencia, la incapacidad de dolerse, es una indiferencia militante”.
“No dejemos nunca de ser tercos”
Hacia el desenlace de su disertación, la también autora de “Había mucha neblina o humo o no sé qué” (Literatura Random House, 2016) lapidó sobre la política rapaz que prevalece en el México saqueado:
“Ya desalojada, aparentemente yerma, sola, la tierra y su riqueza escondida vuelven a ser objeto de la apropiación rapaz de las elites políticas y corporativas tanto nacionales como extranjeras. ‘Hay una pena de muerte generalizada’, nos recuerda Sergio Villalobos Ruminott mientras discurre sobre las condiciones de devastación del capitalismo contemporáneo en América Latina.
“Ante esta aplastante acumulación de saña, ante la excavación feroz continua, mortífera de nuestros cuerpos, de nuestras almas, quedan las fuerzas menores, menores pero insidiosas, menores pero punzantes, menores pero regadas en cada viruta de polvo que vaga por el cosmos, que hacen posible esta pregunta, estas preguntas: la escritura que no tiene respuestas, tiene sin embargo la gracia de abrir el espacio en nuestro lenguaje, en nuestros días, en nuestras conciencias, para que las preguntas que de verdad importan, las que llevamos cargando toda la vida desde los trece, dieciséis, veinte años en que empezamos a leer esos libros o participar de esas conversaciones que nos marcarían para siempre; preguntar es una práctica, una acción concreta que al invocar una respuesta, al requerir una atención, transforma la materia misma de la interrogación”.
Finalmente, la también autora de “El mal de la taiga” (Tusquets, 2012) insistió:
“No soy una optimista, soy terca; tenemos que insistir, nunca quitemos el dedo del renglón; dicen que es el momento de salir a la calle, pero nosotros siempre hemos estado en la calle, esta escritura que no oculta su deuda con otros; esta escritura que es la deuda con otros vive afuera, a veces hasta herida, a veces nuevamente cobijadas por extraños. No hay contradicción alguna entre ese continuo y necesario salir a la calle, y ese entrar en el proceso de la escritura, estamos hablando del derecho y el revés, y el envés, del mismo proceso. No seamos optimistas: la realidad, hay pocas razones para ello, pero por favor, no dejemos nunca de ser tercos”.
“Una crisis del lenguaje”: Sicilia
Uno de los autores que también criticó la violencia fue el poeta Javier Sicilia, quien presentó sus más recientes títulos en la FILEY, “El deshabitado” (Penguin Random House, Ediciones Proceso, 2016) y “El movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” (Era, 2016), en coautoría con Eduardo Vázquez Martín.
Durante su incursión en la FILEY, Sicilia se refirió a la corrupción del lenguaje, recordando a Octavio Paz:
“Cuando los lenguajes se corrompen, las sociedades -estoy citando a Octavio Paz-, las sociedades se pierden y se prostituyen”.
Luego sentenció:
“Creo que la violencia que estamos viviendo en este país, esta atrocidad que estamos viviendo en este país, tiene que ver con una crisis del lenguaje; cuando el lenguaje ya no puede nombrar el mundo y la vida política; cuando el lenguaje, como lo hacen los políticos, sirve para mentir, para imitar el horror, para disfrazar la realidad, es una sociedad absolutamente corrompida; cuando los asesinos asesinan, lo están asesinado, es una sociedad de doble lenguaje, está perdido”.
Finalmente, Javier Sicilia evocó la forma de hablar de Joaquín “El Chapo” Guzmán cuando fue entrevistado en 2016, previo a una hipotética película que estaba planeando mandar a filmar:
“Este señor manejaba 50 palabras, que era mucho, con 50 palabras no puedes ni mirar el mundo ni entenderlo, ni sentir absolutamente nada, es peor que un homínido; y nuestros políticos están en esa misma tesitura. El problema es que nos estamos contagiando de eso”.
Por último lapidó: “Cuando aceptamos, cuando no somos capaces de denunciar, cuando no somos capaces de acercar nuestra palabra y nuestra indignación en las calles frente a los políticos, somos parte de la degradación del lenguaje”.
“A la FILEY yo la visualizo a largo plazo, viva”: rector de la UADY
Este año, la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán (FILEY) llegó a su sexta edición consecutiva bajo la organización de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), logrando figurar en el calendario anual de acontecimientos literarios en el país.
En esta nueva etapa bajo la dirección general de Rodolfo Cobos Argüelles desde el 27 de mayo de 2016, la FILEY se propuso objetivos precisos:
“Uno, posicionarnos en la península de Yucatán; que la mejor feria de la lectura en nuestro país, Yucatán, sea el centro del sureste de nuestro México; llamar la atención a nivel mundial para que vean que tenemos una gran cultura”, refirió a ZETA Rodolfo Cobos.
“Dos, un equilibro entre la literatura en general con el libro científico y el académico. Y el otro es un equilibrio de participación de universidades; hoy tuvimos la participación de más de veinte universidades, más de cien editoriales que están trabajando con más de 580 sellos editoriales”.
Luego de ocho meses como director de la FILEY, Cobos valoró esta primera edición del acontecimiento yucateco:
“Yo estoy ahorita impactado, yo creí que me iba a llevar más tiempo pero tuve la suerte, el destino, Dios, que algo que pensé que me iba a llevar dos o tres años, lo acabo de conseguir en ocho meses”.
Por su parte, José de Jesús Williams, rector de la Universidad Autónoma de Yucatán, declaró también sobre la prioridad de la FILEY:
“Nuestro principal objetivo para nosotros como Universidad es fomentar la lectura, ésa es la parte medular”.
El rector de la UADY apuntó a este Semanario que otro de los objetivos es mejorar cada año:
“Cada año tenemos un desafío de mejora continua. Para este año tenemos implementado todo un proceso que nos va a permitir evaluar y saber cuál es la percepción de los usuarios.
Vamos a estar en estos nueve días monitoreando a través de un proceso de entrevista directa con los usuarios, lo que nos va a permitir al final tener información que nos permita un análisis y toma de decisiones en buscada de que cada año la FILEY sea mejor que el año anterior; queremos un mayor posicionamiento de nuestra feria no solamente a nivel estatal o peninsular, a nivel nacional, sino a nivel internacional”.
Finalmente, José de Jesús William visualizó a la FILEY a largo plazo, luego de seis ediciones:
“A la FILEY yo la visualizo a largo plazo, viva; a largo plazo una FILEY mucho más consolidada, mucho más creciente, con una mayor cobertura donde la sociedad la pida, la exija como una necesidad del ser humano por la lectura”.