La sinceridad con que yo te admiro
es algo tan bello que no tiene igual,
semejante al agua que, como un suspiro,
con calma y sin tedio lleno un manantial.
En noche de fiesta hermosa y sensata,
con ternura y todo se deja sentir,
el ruido solemne de la serenata
que alegra el momento nomás con oír.
Te sigo mirando y pienso galante,
decirte algo digno que no olvidarás,
que lo que más quieras te lleve adelante
y lo que te ha herido, ¡no vuelva jamás!
José Miguel Hernández Villanueva
Tijuana, B.C.