Muebles rotos, computadoras descompuestas, pisos parchados con tablones en Bomberos y Protección Civil “representan un peligro para el personal”: alcalde Marco Antonio Novelo Osuna. Además, la estructura metálica del inmueble está en mal estado y las paredes ya presentan fisuras: Protección Civil
Si la ciudad de Ensenada está destrozada, “acá dentro”, el interior del Palacio Municipal, está en las mismas condiciones. Es el mismo deterioro, reveló apenas los primeros días de tomar posesión como alcalde, el empresario Marco Antonio Novelo Osuna.
Describió sillas rotas, muebles desvencijados, computadoras descompuestas, abanicos amarrados con alambres y pisos destrozados o “acondicionados” a base de tablones en dependencias como Protección Civil, Bomberos o Departamento de Limpia. “Representan un peligro para el personal”, externó.
Eso en cuanto al mobiliario. Respecto al edificio, se refirió a uno de los dos elevadores descompuesto que, sabido era, llevaba así desde un año antes de concluida la administración de Gilberto Hirata Chico, y que a la fecha, después de tres meses del nuevo gobierno, sigue igual.
El acabose fue con las lluvias registradas a finales de enero, no tan copiosas como las que vendrían un mes después. No obstante, con esas, se evidenciaron las deficiencias del edificio municipal, y las instalaciones llegaron a límite del colapso.
“Sí, podemos decir que hay ‘focos amarillos’, aceptó en ese momento el director de Protección Civil, Jaime Nieto de María y Campos. Las goteras se hicieron presentes en casi todas las oficinas, y el techo transparente al centro del edificio, estructura que alguna vez quiso ser una especia de domo, terminó de desbaratarse resultando que ‘lloviera’ más adentro del edificio que en la calle”, describirían empleados, quienes junto a funcionarios, fueron desalojados, con la recomendación que desconectaran todos los aparatos electrónicos, con el latente peligro de algún corto circuito. Y afuera, el estacionamiento compartido con el Gobierno del Estado, la mayor parte de pura terracería, propició una vez más los lodazales.
Jaime Nieto indicó que la estructura metálica del edificio estaba en mal estado, y de ahí que las bolsas formadas “por tanta agua” terminaron por perjudicarla. Aplicaron “acciones poco ortodoxas” para salir del paso, un diagnóstico preciso de la situación no lo tenían, pero sí era preciso clarificar cómo se hizo esa obra.
El origen
El edificio del Palacio Municipal de Ensenada fue concluido en 2010, durante el último año de la administración de Pablo Alejo López Núñez. En el ex Ejido Chapultepec, aledaño al Centro de Gobierno estatal, que había sido construido en 2007. Era la época de armonía entre los dos niveles de gobierno, José Guadalupe Osuna Millán era entonces titular del Poder Ejecutivo. Los años dorados del blanquiazul, también el Gobierno Federal era del Partido Acción Nacional.
Por ello desde su campaña Alejo Núñez lo anunció como un ambicioso y estratégico proyecto, mismo que ya había sido demandado desde varias administraciones anteriores.
Las primicias eran, para empezar, estar a un lado “de su hermano mayor”, el edificio del Gobierno del Estado y facilitarle la movilidad a los usuarios que tenían que trasladarse de una oficina a otra para realizar un solo trámite. Además, que el 60 por ciento de las oficinas del gobierno municipal eran rentadas en distintas zonas de la ciudad.
El ahorro fue un argumento sólido. El costo de la construcción fue de 200 millones de pesos, a través de un crédito de Banobras, que a la postre habrían de recuperarse con las rentas que ya no se pagarían. Otros “plus” que traía era que se construirá una Casa de la Cultura con cinco veces mayor capacidad para albergar a niños y jóvenes, además de reactivar la economía local y generar mayor movimiento financiero. “Se cumplió el objetivo de ‘matar varios pájaros de un sólo tiro`”, ilustró Alejo Núñez
El nuevo edificio municipal empezó a funcionar en julio de 2010, cinco meses antes de que concluyera la administración panista y entrara la priista encabezada por Enrique Pelayo Torres, no hubo continuidad en el proyecto y, por ejemplo, el antiguo Palacio Municipal en la Zona Centro se convirtieron en oficinas del DIF, lo cual no era necesario, además que se han desaprovechado las instalaciones -a consideración de Alejo Núñez-, e incrementó el número de empleados, y con ellos más oficinas.
“El edificio estaba contemplado precisamente para que no se requiriera crecer la burocracia, porque al tener todo concentrado, se evitaba que creciera el gasto corriente, la nómina”, justificó el ex edil panista.
También acusa que no se dio continuidad a las construcción de estaciones de Policía, al Cañón de Doña Petra, al parque ecológico, a macro pavimentaciones en las colonias, todo parte del programa integral que incluía el nuevo Palacio Municipal, “que están literalmente abandonados”.
En la construcción del complejo gubernamental participaron varias empresas constructoras, entre ellas Paymar, Colsar, Construcción Eficiente, Servicios Estructurales de Ensenada. La obra quedó concluida en un 98 por ciento.
Tema recurrente
Todavía no se concluía del todo el nuevo edificio municipal, en agosto de 2010, cuando constructores particulares señalaron deficiencias en la construcción del puente peatonal que cruza por la Carretera Transpeninsular, del campo militar El Ciprés a las oficinas gubernamentales. Reportaron que las estructurales metálicas no cumplían con los estándares y que era endebles. Los ingenieros Ramón Salazar Rodríguez y Gilberto Flores Díaz informaron que el puente no garantizaba la seguridad de los usuarios: “Los barandales podrían venirse abajo en cuanto alguien se recargue en ellos”.
Los señalamientos y quejas resonaron apenas iniciados los primeros meses de la administración de Pelayo Torres. El Departamento de Infraestructura diagnosticó toda suerte de fallas y problemas graves no solamente en el interior del edificio, sino en las banquetas y jardines aledaños al mismo.
El peritaje les reportó fisuras en las paredes, drenajes colapsados, cuarteaduras en pisos y paredes, drenajes reventados, suelo deficientemente compactado y mucho miedo de los burócratas que temblaban junto con las constantes vibraciones del edificio.
Pidieron intervención del entonces gobernador José Guadalupe Osuna Millán, anunciaron un trabajo de peritaje profundo, calcularon 1.5 millones de pesos para reparar las averías, y anunciaron que Sindicatura determinaría si había responsabilidades. Nada pasó.
Salió Pelayo (2010-2013), entró Gilberto Hirata Chico (2013-2016) y revivió el tema. Acusó su administración que el edificio se estaba cayendo a pedazos y que a ellos les iba a costar reparar lo mal hecho.
No hubo muchas lluvias en esos años y, sin embargo, las goteras les hacían estragos en la construcción a base de teflón, yeso y tabla roca. Señalaron paredes despintadas, algunas derruidas, estructuras metálicas oxidadas, fisuras por todas partes, barandales ladeados, moho en los rincones. Pero si para las obras presupuestadas y etiquetadas del Ramo 33 no se aplicaron los millones de pesos de la Federación, menos para los arreglos de la sede municipal.
Y como el asunto renace cada trienio, con Marco Antonio Novelo no fue la excepción, con la agravante que esta vez las lluvias fueron más intensas, sobre todos las de finales de febrero, que tambalearon de nuevo el edificio y casi lo desmoronan.
El único elevador que servía se descompuso, las oficinas, sobre todo del tercer y cuarto piso se inundaron, en los pasillos centrales de Palacio Municipal cayeron torrentes de lluvia como nunca, evacuaron al personal por dos o tres días, y a otros los amontonaron en las oficinas menos afectadas.
Mientras algunos burócratas se contentaron con el desalojo, porque incluso eso les permitió irse a divertir al carnaval, otros pegaron el grito en el cielo, a los que les tocó hacer obras titánicas, dicen, para tapar goteras, limpiar los encharcamientos y reparar techos. Resurgió el tema de lo mal hecho del edificio, se atendió la contingencia, pero sin anunciarse aún un plan de rescate o rehabilitación de la sede municipal.
Aunque aclaró que no pretende defenderlo, ex alcalde y ex panista César Mancillas Amador justificó a Pablo Alejo López Núñez, quien mandó a construir el Palacio Municipal: “Enrique Pelayo lo acusó de lo mismo, Hirata también, creo que sí tiene detalles técnicos, pero también hay una cosa, todos los edificios necesitan mantenimiento y no se le ha dado. Métete a donde quieras y está igualito a como lo dejó Pablo Alejo, y ya son siete años. Yo creo que el alcalde está llegando a la desesperación y no halla a quién echarle la culpa”.
Al estilo bonachón, Mancillas aprovechó para acotar: “Yo tuve la oportunidad de hacer la obra, pero hay un karma, dicen que el alcalde que hace un nuevo edificio de gobierno, pierde la elección, y como yo no quería perder, dije ¡no!, no lo hago…”.
El edificio quedó perfecto
“Pero ¿qué está mal hecho?, ¿qué?, ¿qué parte?, ¡Nomás que te digan qué!”, reparó Pablo Alejo Núñez ante las reiteradas críticas a la obra.
“Siempre ha habido rumores, la verdad es que el edificio quedó perfecto, nosotros lo habitamos durante seis meses y lo habilitamos en un tiempo record”, narró. “Como ciudadano he regresado y nunca he visto, jamás, una incomodidad. La gente que trabaja ahí comenta que está sumamente a gusto”, afirmó.
Incluso, “hemos tenido reconocimiento como el mejor edificio y de las mejores instalaciones del país, lo que sucedió después ya no te puedo decir, nosotros no somos responsables del mantenimiento”.
Indicó que el tiempo que lo ocupó lo vio como un edificio funcional, práctico, hasta cierto punto “inteligente”, con bastante iluminación y ventilación, y operando al cien por ciento. Aseguró que lo hicieron tan bien que prácticamente han mantenido los mismos colores, los mismos pisos, pues es un edificio que se construyó para 30 o 40 años, “y sin lugar a dudas va a dar lo que tiene que dar, pero también tiene que dársele mantenimiento”.
Acusó que si no sirven los elevadores es porque lo han usado para subir y bajar carga pesada, y que él en su momento personalmente supervisó que fuera utilizado exclusivamente para su fin, transportar personas. Expuso que para mover archiveros, muebles y demás, utilizaban un montacargas los fines de semana, cosa que no hicieron las administraciones siguientes, por lo que terminaron por descalibrar los elevadores.
Respecto a las goteras e inundaciones, el ex edil respondió: “¡Ah sí! Cada vez que llueve hay esas críticas, pero en nuestros tiempos eso no pasaba. El acumulamiento de agua no es nada más en el edificio municipal, es en muchos edificios, públicos y privados, y en las casas, en el mismo Centro de Gobierno. El paso del tiempo obliga a darle mantenimiento por lo menos cada dos o tres años”.
López Núñez precisó que lo que él dejó por concluir fue la parte del techo del pasillo central, destinado a ser domo, pero que temporalmente se habilitó con velarias (cubierta ligera de material textil que permite la entrada de iluminación), pero que las administraciones posteriores nunca reemplazaron, y cubrieron con lonas que las lluvias y vientos acabaron por arrasar.
Fuera del domo inexistente, desestimó deficiencias en el estacionamiento, estructuras o diseño, e insistió que los problemas se originaron por el crecimiento del personal y la falta de mantenimiento, y que la obra fue pensada con todas las especificaciones para dar servicio a decenas de dependencias gubernamentales y miles de ciudadanos, como ha venido sucediendo.
“Ejecutamos más de 700 obras en prácticamente dos años, obras de grandes dimensiones también, puentes peatonales, infraestructura en materia de seguridad, unidades deportivas, gimnasios, bulevares, pavimentaciones. Traíamos a toda Ensenada trabajando”, presumió.
Al cierre de esta edición, el actual director de Protección Civil comentó que aún no tienen una evaluación sobre el estado estructural del Palacio Municipal, mientras que el regidor Ricardo Medina Fierro, coordinador de la Comisión de Hacienda y Patrimonio Municipal, y dirigente municipal del Partido Revolucionario Institucional, corroboró que los trabajadores y sindicalizados del Ayuntamiento se sienten inseguros cada vez que hay lluvias.
Repitió las fallas en los elevadores, en las estructuras, en los techos, “se dicen muchas cosas, se tendría hacer una revisión, sacar un peritaje y buscar responsables”, remató.