En el marco del Día Internacional de la Mujer, el ciclo “Una Vida de Película” contó con la presencia de la actriz para hablar del filme de María Novaro, sin embargo, ante el lleno de la Sala Carlos Monsiváis también hizo una petición para que el cine mexicano recupere espacio en las pantallas e, incluso, bailó en recuerdo a su personaje de “Julia” en la película de 1991
Una vez que María Rojo comienza a hablar no se detiene, ni mide palabras. Puede trabarse, confundir apellidos o brincar de un tiempo a otro, pero sus relatos no dejan de contar con pasión en cada frase e imparables anécdotas. Como aquella en la que durante el rodaje de “Rojo Amanecer” (1989), el propio Jorge Fons le enseñó a preparar sopa aguada y realizar un derecho y revés de tejido, para darle más realismo a su personaje.
En el caso de “Danzón”, resulta curioso que el recuerdo que más atesora tenga que ver con un contexto íntimo, según expresó a ZETA: “Ese 15 de agosto en que meto los pies en el agua porque también era el santo de María Novaro y lo sacrificó por mi cumpleaños, me hicieron el pastel a mí, cuando debía ser a ella como directora. María es alguien especial, es una de las mujeres más sensibles y más buenas que conozco. Ese cumpleaños era para las dos Marías y me lo dejó a mí”.
Aquel instante en su memoria anexo a cómo Novaro entendió que el personaje de “Julia” no estaba completo sin su flor roja en el cabello -misma que la actriz perdió al llegar a las filmaciones en Veracruz-, es el parámetro idóneo para comprender la relación de apoyo y confianza que formaron a través de la historia de una mujer que deja la Ciudad de México para ir al puerto veracruzano en búsqueda de “Carmelo”, su pareja de baile danzón en el Salón Corona.
“Esa es la sensibilidad de un director que te oye cuando tú le dices algo. El trabajo con el director es algo de lo más ‘padre’ para el actor y se da en el cine, muchas veces en teatro, nunca en televisión, la verdad, pero sí te puedo decir que en el cine he gozado a todos con los que he trabajado, que han sido los mejores. Eso es empezar a creer en lo que estás haciendo y en que la persona que te está ayudando a crear el personaje está metida en lo tuyo; es tu cómplice, tu amigo, tu todo en ese momento. Yo no entiendo eso de que un actor no necesita un director”.
Dirigida por otros grandes como Arturo Ripstein (“El Castillo de la Pureza”), Felipe Cazals (“El Apando”) y Jaime Humberto Hermosillo (“María de mi Corazón”), la actriz de 73 años de edad, añora la existencia de un grupo de realizadores como ellos: “Ese cine se hacía con el alma, no era lo que ganaban. A mí me decían ‘oye, has hecho 300 películas y no tienes dinero’, no era por cuánto gano en una película, ni hasta ahora. La gente que hace cine verdadero, el que va a los festivales, no el que se gana el Óscar porque esa ya es otra cosa, lo hace con centavitos y un actor de cine no se mantiene del cine; se mantiene de hacer televisión, teatro o de vender tortas, pero del cine no. Antes sí había una especie de ética, principios y sobre todo cariño al cine mexicano”.
Crítica a la saturación de historias hechas por vender, recuerda cómo la generación de sus directores contaba con un estilo y siempre sabían qué mostrar en la pantalla: “Hermosillo tocaba la clase media mexicana, Cazals la corrupción que ya empezaba entonces, Fons siempre tenía algo como ‘Rojo Amanecer’, y cada uno tenía su forma de hacer cine y lo que querían era contar algo, no era hacerlo por moda o entretener. Ahora al menos que a los mexicanos nos sigan tratando como retrasados mentales, qué fregados nos interesa la vida de tanta gente: Paquita la del Barrio, José José, Jenni Rivera, ¡quién chingados son todas esas gentes para que México les dedique (películas) así, como lo hacen, al chilazo! La vida no es eso, y el cine tampoco”.
Esperanzada a que siga dándose otro tipo de cine motivado por sueños diferentes al dinero, quien hace once años impulsó el Estímulo Fiscal 226 -ahora 189- desde su puesto como senadora de la LX Legislatura del Congreso de la Unión, cree en la esencia de las películas mexicanas y aplaude los trabajos del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) en material digital, aun cuando el cambio de formato abriera el espectro de perder la calidad de contenidos.
Ante ello, explicó que siempre se ha mantenido firme a la selección de trabajos: “En este momento ya me pagan mucho por el nombre, no porque les interese. Cuando sientes que algo no va contigo, que te humilla y te hace sentir menos, debes tener un alambrito que te diga ‘aguas, no’, eso es fue fundamental. A mí me ofrecieron cine de ficheras o arreglarme la cara, y dije no, porque hay que saber decirlo”.
En espera de que se estrenen tres películas en las que participó, la actriz ha dedicado más tiempo al teatro, siendo desde hace más de un año que da vida a “La Yoli” en la obra “Made in México”, pero compartir escenario con Héctor Bonilla para “Los Lobos” es su actual pendiente; mientras que desde el 1 de marzo se le puede ver en “Sincronía”, serie exclusiva Blim dirigida por Gustavo Loza, con quien anteriormente trabajó en “Cloroformo” y “El Albergue”.
El cine, la fiesta de María Rojo
El recuerdo de “Danzón” como la película que logró la presencia de México en el Festival de Cannes, tras 17 años de ausencia, y los tres meses que se dedicó a aprender a bailar en el Salón Corona, iniciaron el dialogo de María Rojo en la Sala Carlos Monsiváis el 8 de marzo, donde el cierre quedó a cargo del grupo de danzón del Centro Cultural Tijuana (CECUT) y, enseguida, con la propia María apoderándose del escenario con sus movimientos.
Sin embargo, durante la charla, la actriz aprovechó para tocar otros temas, como el de la poca presencia de películas mexicanas en la cartelera: “Hoy que (Donald) Trump va a revisar el Tratado de Libre Comercio, que nos devuelvan nuestra pantallas porque el cine norteamericano tiene el 95 por ciento de las pantallas mexicanas… pasa la vida y todos esperando a ver las tarugadas del cine americano, entonces sí, una petición desde aquí, que sé que me van a hacer caso, porque importa la cultura y porque importa México”.
En la idea de que como mexicanos vamos a tener que sobrevivir al actual contexto político y que será la población misma la que detone esto, Rojo resumió cómo su profesión también es su más grande fortaleza: “El cine me parece la fiesta de mi vida, para mí ha sido mi fiesta, el cine era mi fiesta y sigue siendo mi fiesta”.