El 21 por ciento de las personas infectadas con VIH en Tijuana, tiene menos de 18 años de edad. Una cuarta parte de ellos fueron abandonados por sus familias y crecen en un albergue dirigido por una organización civil. Mientras tanto, registros del Sector Salud indican que un mayor número de adolescentes han resultado infectados con el virus después de mantener relaciones sexuales sin protección
Pasa de las diez de la mañana y solo cuatro niños están en los dormitorios de la Casa Eunime. Entre ellos, está la más pequeña del hogar, Dana, quien cumple dos meses ese día. El resto de los 28 niños y adolescentes que ahí viven, se encuentran en la escuela.
“Nuestro objetivo es que tengan las herramientas para sobrevivir y se puedan desarrollar como cualquier otro niño”, comenta Juana Ortiz, fundadora y directora del único albergue para niños con VIH en Baja California.
La joven mujer carga a Dana después de pasar más de dos horas en el Hospital General, donde llevó a otros de los menores a un examen médico de rutina.
Con certeza, todavía no se sabe si la bebé tiene VIH, pues hasta los 18 meses de edad es posible confirmar la presencia del virus, pero su abuela la llevó hasta esta casa hogar, ubicada sobre un camino de terracería de la zona noroeste de Tijuana, porque dijo no podía hacerse cargo de ella. Su madre es VIH positiva y sufre de padecimientos psiquiátricos.
Hasta el momento, la bebé de cabello negro azabache goza de perfecta salud. Toma sus cuatro onzas de leche de fórmula, duerme casi toda la noche y rara vez llora, aseguran sus cuidadoras.
Es un caso distinto al de la mayoría de niños que llegan al albergue. Juanita, como le llaman en Eunime, recuerda particularmente el caso de un niño de tres meses que no alcanzaba los tres kilos de peso.
“Llegan en una situación de salud muy desgastada, desnutridos, en abandono. Lo primero que hacemos es estabilizar su salud”, explica.
Eunime, fundada en 2004 y convertida en casa hogar desde 2007, recibe principalmente a hijos de usuarios de droga y a quienes quedaron en la orfandad porque sus padres fallecieron.
“O nadie se hace cargo de ellos o a la familia le da miedo que los niños están infectados y no saben cómo atenderlos”, detalla Juanita.
Sin embargo, una vez que su salud se recupera, el proceso de adaptación inicia con “los lazos de hermandad, que son muy fuertes. Los demás niños los ven deteriorados y todos procuran atenderlo”, añade.
Esa mañana, una adolescente se recuesta en la parte inferior de una litera, al lado de otro pequeño de dos años.
Sin etiquetas ni regaños
Eunime es una organización civil. Los insumos de gobierno solo llegan cuando participan en alguna convocatoria, pero no de manera regular. Son 100 mil pesos mensuales en gastos operativos, desde los 18 empleados hasta gastos de electricidad, agua y alimentación.
El nombre viene de la conjugación de Eunice y Noemí Quezada, los dos primeros casos de niños diagnosticados con VIH y SIDA en Baja California.
Eunice murió a los nueve años en enero de 1999 y Noemí en enero de 2014, a los 26 años de edad.
¿Cómo se le explica a un niño que tiene VIH y en qué consiste la enfermedad?, se le pregunta a Juanita.
“Todo se le explica conforme a su edad y las dudas que tengan. Ellos empiezan a preguntar por qué toman medicamento. Después de los nueve años, empiezan a hablar del tema de una manera más abierta. Preguntan si van a poder tener novio, tener familia. Ellos pueden hacer su vida como cualquier persona. Hay una chica que se casó, tiene una bebita que está sana, su pareja no tiene VIH”, comenta.
Para Juana Ortiz, uno de los principales obstáculos para cualquier persona con el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) o Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), son los juicios sociales que enfrentan.
“Te dicen que te infectaste por promiscuo, por drogadicto o por homosexual. Te tienen que ubicar en un lugar, pero cuando se trata de niños, no saben cómo reaccionar”, refiere.
No habla de la sociedad en general, sino casos específicos de personal médico o docente, con quienes ha tenido estas experiencias.
El otro problema es el modelo de atención, “que el tratamiento se dé con acompañamiento, no con etiquetas ni regaños”, explica. Para recibir su dotación mensual de medicamento, los pacientes mayores de edad deben trasladarse a un centro especial y, si se trata de menores de edad y mujeres embarazadas, al Hospital General de Tijuana.
Juana conoce a familias de escasos recursos que viven en la periferia de la ciudad o incluso en la ciudad contigua de Rosarito, quienes no acuden por su tratamiento por falta de dinero para transporte público.
“La gente sigue falleciendo. Sus necesidades básicas no son cubiertas. El hambre les gana. No existe un modelo de atención eficiente”, concluye.
En México, el Gobierno Federal provee el medicamento para personas con VIH de manera gratuita. Cada mes, los pacientes deben presentarse personalmente para recibir el tratamiento, cuyo precio varía de los 5 mil a los 20 mil pesos mensuales. El costo escala conforme la enfermedad arrecia.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 260 personas fallecieron por SIDA en Baja California. Una tasa del 1.51 por ciento respecto a las otras causas de defunción, más del doble del porcentaje nacional que se ubicó en 0.72%.
Juana recuerda dos ocasiones en que, por falta de espacios, no recibieron a dos menores de edad. Uno de ellos falleció. “Ahora, aunque estemos al tope, recibimos más porque no queremos que eso se repita”.
Baja California con índices altos
A diciembre de 2016, en Tijuana, Rosarito y Tecate, 488 personas están infectadas de VIH, y de éstas, 255 fueron diagnosticadas con SIDA, es decir, cuando el virus se desencadena y empiezan los síntomas.
“Los casos aumentan del 5 al 10 por ciento al año. Nuestra tasa general, la población total de pacientes con VIH en Baja California está cinco puntos por arriba de la media nacional”, asegura el doctor Héctor Zepeda Cisneros, jefe de la Jurisdicción 2 de la Secretaría de Salud del Estado, que corresponde a estos tres municipios.
De esa población total, 103 son menores de edad. Otros ocho bebés, nacidos de madres con VIH, se encuentran bajo seguimiento médico para saber si están infectados o no. Cuando cumplan 18 meses, podrá confirmarse si padecen la enfermedad o no.
“Estos ocho casos son de mujeres que no llevaron control prenatal, sino que llegaron en labor de parto al Hospital General de Tijuana, donde lo que se puede hacer para disminuir el riesgo, es muy poco”, asegura el médico.
Todos ellos, durante el primer mes de vida, recibieron medicamento antiretroviral para disminuir la probabilidad de que hayan sido infectados.
La probabilidad de que una mujer transmita el VIH a su hijo se reduce en menos del 2% cuando el control prenatal se inició antes del primer trimestre.
“Son mujeres que debieron haber tenido su diagnóstico durante el embarazo y haber recibido su tratamiento retroviral, que no afecta al bebé, que el bebé nazca por cesárea y que no dieron leche materna”, detalla.
Aunque los casos de transmisión madre-hijo han disminuido, en 2015 nacieron once hijos de madres con VIH, de los cuales cuatro resultaron infectados con el virus; es la población adolescente la que concentra el nicho de riesgo.
Adolescentes en mayor riesgo
Al revisar la estadística de la Secretaría de Salud, de los 103 menores con VIH, 38 tienen entre 16 y 18 años de edad, y 31 entre 10 y 15 años, más de la mitad del total.
Mientras que en menores de 5 años, solo hay 12 casos registrados, y en niños entre 5 y 9 años de edad, 22 casos.
“Vemos casos de adolescentes que se infectaron de VIH por vía sexual”, afirma la doctora Silvia Verdugo Fernández, responsable del programa de Atención y Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual.
En Tijuana, la edad promedio en que una persona inicia su vida sexual es a los 14 años. Para el doctor Zepeda Cisneros, esto representa un importante problema de salud pública.
“La principal vía de transmisión sigue siendo la sexual. Lanzamos campañas en escuelas, sobre todo preparatorias. Por las edades (de los alumnos) y los directores, no nos dan mucha apertura en secundarias”, comenta.
La doctora Verdugo Fernández, quien acude a las pláticas de información de educación sexual a centros educativos, comparte que “siempre se quedan de dos a cinco estudiantes con dudas y nos piden hacerse el examen de VIH”.
No obstante, la gran limitante continúa siendo el tabú respecto a la educación sexual. “Aun en las preparatorias, hay padres y estudiantes que se escandalizan con la información. Hay directores que se ofenden de algunas imágenes o datos, nuestra labor es convencerlos que el beneficio es mayor”, justifica el jefe de la Jurisdicción 2.
Sobre todo porque en estos talleres, muchos de los jóvenes admiten ya haber iniciado su vida sexual, pero desconocen métodos anticonceptivos o incluso que las enfermedades de transmisión sexual no se contagian solamente por vía vaginal.
Según la estadística de la Secretaría de Salud de Baja California, la sobrevida promedio de una persona con VIH es de 15 años, independientemente de la edad en que la contraigan, pero han visto casos en que los pacientes llegan hasta los 30 años de edad.
“Es importante recordar que ya no es una enfermedad mortal, con un tratamiento adecuado, alimentación y ejercicio, una persona puede prolongar su salud”, puntualiza.
*Eunime por Tijuana, A.C. recibe donaciones a través de la cuenta 99096760 de Banamex, o por medio de la Clabe Interbancaria 002028099000967600