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martes, octubre 1, 2024
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La crisis del olivo

La falta de agua, el cambio climático, las plagas, los altos costos de producción, el cambio de vocación de las tierras y ahora el desapego y desunión del sector, han sido factores que poco a poco han minado la existencia de los olivares en Baja California, que fuera antaño el principal productor a nivel nacional

Aunque las últimas estadísticas dan cuenta de una producción de mil toneladas de aceituna al año, y otras mil de aceite de olivo, los números distan mucho de la bonanza que había hace quince años. De 180 productores que llegó a haber, hoy solo persisten 80. El Estado de Sonora ocupa el primer lugar, que hasta hace siete años ostentaba nuestra región.

De las alrededor de 8 mil hectáreas que a nivel nacional existen para el cultivo del olivo, menos de 3 mil están en Baja California. Las toneladas que ahora generan todos los productores en conjunto, antes lo sacaba uno solo. Había olivares hasta en colonias como El Florido.

A pesar que el olivo es un árbol muy noble,  pues la planta no se muere así dure varios años sin dar frutos, los productores no han podido encarar la crisis, les ha faltado organización y asesoría en cuanto al manejo del agua y el control de plagas como la “mosca del olivo”. Es un sector que se ha quedado estancado.

El desinterés de unos, la avaricia de otros, el mismo crecimiento de la mancha urbana, fueron mermando el olivar, hasta desaparecer grandes extensiones como las de la Laguna Salada, Maneadero o El Florido. A la disminución de tierras para tal cultivo, se agregaron las intensas temperaturas que los últimos cuatro años han tenido muy castigado al sector.

“Muchos han optado por abandonarlos, dejarlos y esperar tiempos mejores para tratar de recuperarlos”, apunta Julio Yépiz, asesor del Sistema Producto Olivo y técnico en la materia por más de 35 años.

De la crisis que se padece y el potencial remedio, “muchos se han mantenido al margen, otros han vendido sus predios, otros ya no viven aquí, ha sido una lucha muy fuerte querer convocarlos, somos muy separatistas.

“Con una buena asesoría, el olivar puede estar produciendo constantemente, pero muchos productores ven el olivo como secundario, no le invierten, porque lo que vas a cosechar es lo que sembraste el año anterior, le dejan de meter trabajo y llegan a presentarse condiciones climáticas buenas, pero ya no les interesó, por eso muchos olivares están abandonados”.

En la época de oro del olivo, a principios de los noventas, empresas como Ybarra llegaron a producir hasta 12 toneladas por héctarea, y empresas o productores pequeños sacaban por lo menos 800 toneladas.

Por ejemplo, Maneadero, ahora pródigo en hortalizas y verduras berrys destinadas al mercado extranjero, era un paraíso olivar. En los ochentas contaba con tres fábricas, una sola llegaba a producir 100 toneladas pero luego el problema era a quién vendérselo.

“Paulatinamente empezaron a producir menos, otras dejaron de operar, como las que estaban a orilla de carretera en la entrada a La Bufadora, porque entró una fuerte competencia con la siembre de hortalizas, que por cierto, gastan muchas más agua”, explica Yépiz.

“Algunos más audaces, con un poquito más de capital, dijeron, ‘a mí me estorban los olivos y los voy a tirar’, y es lo que hicieron”, recuerdan ante las menos de 50 hectáreas de olivares que hoy tiene Maneadero, en contraste con las 500 que llegó a tener.

Donde de plano la sequía acabó con todos los olivares fue en la Laguna Salada: eran mil 200 hectáreas que explotaba la empresa Olivares Mexicanos, que terminó cerrando, la agarraron inversionistas de bienes raíces como Lagos y Zazueta y los cultivos terminaron convirtiéndose en viviendas.

Tampoco se llevan estadísticas actuales sobre la extensión de terreno destinado al olivo, pero las pérdidas son notables. Las últimas cifras datan de 2011 y dan cuenta que en Ensenada, el Valle de Guadalupe tenía mil 165 hectáreas, 217 en San Antonio de los Buenos, 622 en San Vicente, 178 en San Quintín y Maneadero todavía contaba con 85 hectáreas.

En Mexicali, en la Laguna Salada hace cinco años existían mil 200 hectáreas, hoy ninguna. En Mesa Arenosa eran 373 hectáreas y en Miguel Alemán solo 10. Mientras que en Tecate existían 348 hectáreas en Valle de las Palmas, siete en Tanamá y 40 más repartidas en pequeñas zonas. Hasta Tijuana tenía Olivares: 142 hectáreas en El Florido. En todo Baja California sumaban 4 mil 443 hectáreas; hoy no llega ni a 3 mil.

 

Olivo entre viñedos

Entre una mayoría de pequeños productores de aceituna y aceite de olivo, actualmente existen 13 fabricantes más o menos grandes, algunos de ellos teniendo la vitivinicultura como principal giro.

Está uno de los más grandes en el Valle de las Palmas, Penagos en San Vicente,

Santo Tomás en San Quintín, en el Valle de Guadalupe  está Barón Balché, La Escuelita, Almazara,  Camilo Magoni, Rancho El Sauzal, Cetto, Valdemar, Bajamar, “realmente con una capacidad sobradísima para la estructura con que cuenta el Estado”, apunta Ulises  Devèze, presidente del Sistema Producto Olivo.

“Si sumas la capacidad de cada fábrica no acabarías, no le das de comer a todas esas fábricas, me refiero a la capacidad de molienda en toneladas por hora. Están sub utilizadas, por falta de producto.

“Uno de los productores le compra al resto de los productores y lo exporta, está conectado con un italiano; mucho del aceite que se produce en la localidad se exporta a granel a Estados Unidos,  bueno fuera que se exportara como producto ya envasado, mientras que  el otro lo agarra y le pone una etiqueta que dice ‘producido en Italia’ ”, expone el asesor olivarero Julio Yépiz.

Con el boom del vino y la gastronomía bajacaliforniana, el olivo, también con calidad de excelencia, ha reaparecido en la escena, pero sin mayor relevancia, pues se ve opacado con la vid.

“Muchos vitivinicultores en el Valle de Guadalupe tienen al olivo nomás como rompeviento, si le ponen a veces atención, recolectan el fruto, pero no pasa mucho, no es su prioridad, siendo que el olivo y el vino son primos hermanos, si tienes vino puedes producir aceite de olivo, pero no les llama mucho la atención”.

Dicen que no hay fiesta de vendimia o festival culinario donde no utilicen el aceite de olivo, “¿por qué no subirnos a ese tren? Tenemos que proponernos, darnos a conocer, de otra manera estamos siendo marginados”.

 

Al rescate

En 2009 nació el Sistema Producto Olivo, atendiendo a una política pública establecida desde 2001 con el objetivo que todos los eslabones de la cadena productiva se enlacen, desde el sector primario hasta el consumidor final. El objetivo primero es organizarse, para después industrializar. Atacar el mercado, sobre todo local y nacional.

“Aquí encontramos desde un productor pequeño y de escasos recursos, hasta un productor grande e industrializador, es una brecha grande, pero por el simple hecho de ser productores tienen derecho a estar integrado dentro del sistema”, explica Devèze.

Sin embargo, no han tenido la mejor respuesta, siendo la mayoría productores pequeños, movidos siempre en el ámbito rural y sin mayores pretensiones, se han mostrado reacios ante la convocatoria del Sistema Producto Olivo: “La comunicación no le llega a muchos, también hace falta más difusión y no propiamente de nosotros, de las autoridades, ellos deben ser los promotores, esa parte ha fallado”.

Entre los problemas que ha tenido que enfrentar el sector, está la plaga de la “mosca del olivo”, pero el hecho de estar dispersos como gremios y mermados en su potencial, les hizo toparse con trabas a la hora de querer acceder a asesorías técnicas o programas gubernamentales, además que como asociación civil no podían acceder a esos apoyos. Ahora buscan cambiar los estatutos y hacer una unión con los que se dejen, “porque está canijo tratar de ir metiendo gente que no quiere estar, no los puedes convocar a la fuerza”.

Con los productores pequeños es con los que han batallado más. Mientras que con los grandes, se llevaron la sorpresa: “Han mostrado interés, porque inclusive Santo Tomás ha cobijado en sus instalaciones al Sistema Producto Olivo. Cetto, que es una compañía fuerte y que se mantenía al margen, ha participado”.

La intención, reiteran, es integrarse como cadena, crear alianzas y estrategias, apoyarse a través de un centro financiero, un centro de investigación, con recursos gubernamentales y de la misma agrupación: “Por falta de apoyos muchos de los productores no logran sobresalir, o le venden al primero que se le acerque”.

Les falta mucho aún para realmente conjuntarse como industria y plantar esquemas, organizarse cabalmente, darse a conocer, promover el consumo y resaltar las bondades del fruto. En ese contexto es como el pasado 24 de noviembre, aprovechando que se festeja el Día Internacional del Olivo, organizaron el primer festival en torno el producto.

“Se realizó para marcar un parteaguas y tratar de llamar a todos los demás, que vean que no nada más son reuniones, sino que se está haciendo algo, que lo vean atractivo y se integran”.

¿Se puede rescatar al olivo?, pregunta ZETA.

“Claro que sí, es un cultivo que se da aquí y es muy noble. Además, ayuda a purificar el medio ambiente, por lo que también podemos buscar que se le considere si no como forestal, sí como coadyuvante a la purificación del planeta. En Europa ya se está utlizando para eso, en España son 2.5 millones de hectáreas. Por eso es importante que no desaparezcan los olivares así nomás”.

 


El olivo “va a crecer”

El hecho de tener un ciclo bienal o la llamada “alternancia”, es decir, que la producción baja o sube cada año, o en algunos no hay, además de las prácticas arraigadas en cuanto al riego y uso de fertilizantes y ya de por sí el cambio climático, agravaron la pobre producción del olivo en los últimos años, a pesar de ser un producto insignia de la región; plantea Manuel Valladolid, titular de la Secretaría de Fomento Agropecuario (SEFOA).

Aun así, para la autoridad agropecuaria el olivo, en especial el aceite de olivo, se ha estrenado como un subsector, aunado a que este último año la producción de señales de repuntar y los gastrónomos han revalorado al fruto.

Mas “el sector agrícola se ha venido ajustando, han desaparecido porque han dejado de ser negocio para muchos, y otros han explorado nuevos mercados con nuevos productos. Hubo una sobreoferta  mundial de aceituna, de aceite, y dejó de ser atractivo para el público que estaba aquí. Para otros fue más rentable el negocio inmobiliario y desaparecieron los olivos, por ejemplo en Maneadero”, recrea Valladolid.

“Los que se han quedado tienen una gran vocación agrícola, y muy comprometidos con este sector, le están apostando a nuevos mercados, ellos no están pensando en producir para vender en grandes cantidades, sino darle un valor diferencial, con calidad, para poder estar atendiendo esos mercados”.

¿La prioridad que le han dado a la vid, no ha opacado al olivo?

“Al contrario, lo vino a rescatar, en absoluto. Muchos productores de vino de mesa tienen la vocación para ser productores de aceituna también. Si te fijas, geográficamente, el olivo ha cobrado una importancia en el Valle de Guadalupe. Hay huertos que no están en operación, están los árboles, viendo qué van a hacer”.

Respecto a la falta de agua, el secretario de Fomento Agropecuario considera que es un problema que siempre tendrá que estarse atendiendo y no con una solución única: “Sí ha habido productores que han reorientado el uso del agua adonde les es más rentable, a otros cultivos, porque la agricultura se debe ver con esa visión empresarial, y donde hay una retribución a todo el esfuerzo que se hace”.

En torno a la “mosca del olivo”, otro dolor de cabeza de los olivareros, argumenta que el Comité Estatal de Sanidad hace su trabajo como con el resto de las plagas, pero que se trata de un problema que debe ser atendido con seriedad, principalmente por los propios productores.

“Porque si hay huertos que no se atienden, o si pones un olivo en el traspatio de tu casa y tú no lo atiendes, pero tus vecinos sí lo atienden, ese puede ser un factor de riesgo importante”.

¿Qué perspectiva hay para el olivo?

“Va a crecer, nosotros como gobierno lo estamos reactivando, los productores se están organizando, los veo muy conscientes y tendremos que buscar nuevos mercados locales, regionales, nacionales; buscar esos mercados que no vayan muy lejos, a competir a Europa, porque la logística nos gana, es muy costosa. Tenemos aquí cinco Estados, California, Arizona, Sonora, Baja California Sur y nosotros, tenemos un bloque demográfico de más de 50 millones de personas, eso rebasa en mucho a otros acuerdos internacionales que México haya firmado”, concluyó Valladolid.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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