Karla, de 17 años, fue degollada con un cuchillo de cocina y dejada sobre la cama de su cuarto con las manos atadas. La encontró su madre poco después de las 7 de la mañana del viernes 25 de noviembre, cuando llegó del trabajo –en una maquiladora– a su casa en el fraccionamiento Villa del Campo.
Su cuerpo además tenía huellas de abuso sexual.
Eso fue lo que vio María de los Ángeles Meza Miramontes, su madre. Tras el hallazgo gritó, entró en pánico, emprendió el llanto.
De acuerdo a lo explicado a este semanario, ninguno de los que viven en la Privada Pato escuchó –o eso reportaron a la policía– el momento en que asesinaron a Karla Guadalupe Torres Meza, estudiante de quinto semestre de preparatoria.
El coordinador de la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), Miguel Ángel Guerrero Castro, apuntó que el departamento de Servicios Periciales encontró el cuchillo “con manchas de sangre” que estaba debajo de la cama, objetos que podrían contener las huellas del asesino y muestras de fluidos del área anal y vaginal del cuerpo para obtener alguna muestra seminal que establezca el perfil del homicida. Los resultados de las pruebas se obtendrán la próxima semana.
Por la posición de la ropa interior “se presume que hubo una agresión sexual”, contó el funcionario. Karla tenía varios piquetes con arma punzocortante hechos tanto con el cuchillo como con unas tijeras que también fueron localizadas en la habitación.
Una semana ha pasado desde el asesinato y aún no hay ningún sospechoso. Sin embargo, Guerrero Castro explicó que ni la puerta, ni alguna de las ventanas fueron forzadas para ingresar a la vivienda, por lo que los agentes investigadores presumen que el criminal “pudo haber sido alguien que la conocía a ella (Karla), que entró con ella, que ella le permitió el acceso”.
En un recorrido de este semanario por la comunidad de Villa del Campo, localizada en los linderos de Tijuana con Tecate, los residentes refirieron sobre las constantes pugnas entre bandas de narcomenudistas que incluso han llegado homicidios.
“Tenemos la hipótesis de que por las condiciones del barrio en el que vivía con mucho malviviente por ahí, mucha drogadicción…algún vecino haya ella tenido la confianza para que le abriera la puerta, estuviera con él y ya estando adentro esa persona le haya privado de la vida”, dijo Guerrero Castro. Pero aún no hay nada que esclarezca el crimen.
No obstante, la mamá laboraba de noche y la chica estudiaba en el día, lo que dificultaba la comunicación entre ambas. “La mamá desconocía muchas cosas”, señaló el subprocurador.
Karla estudiaba en el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos, plantel de la colonia El Niño. De acuerdo a un comunicado de la institución educativa, la adolescente era de buen comportamiento y participaba en actividades artísticas, además de contar con un buen nivel académico.
Fue tal la consternación de la comunidad estudiantil del plantel, que maestros y alumnos organizaron una colecta en cada uno de los grupos para el pago de los gastos funerarios, proporcionando lo recaudado a la madre.