— Tengo algo qué decirte pero me muero de pena.
— A ver, qué tal si nos lo decimos a la una, a las dos, y a las tres…
“Okey; 1, 2 y 3… ¡Te amo!”.
— Tienes un moco.
Autor: Anónimo de una secundaria.
¡Monólogo de un marido!
* Mi mujer y yo, siempre que salimos, caminamos tomados de la mano. Si la suelto, se pone a comprar.
* Ella tiene una batidora eléctrica, una tostadora eléctrica, máquina de hacer pan eléctrica.
Un día me dijo: “¡Caramba!, tenemos un montón de aparatos eléctricos y no tenemos nada para sentarnos”. Pensé en comprar una silla eléctrica, pero me contuve.
* Me casé con “Doña Tengo Razón”, solo que no sabía que su segundo apellido es
“Siempre”.
* Hace 18 meses que no hablo con ella… es que no me gusta interrumpirla.
* Tengo que admitir que nuestra última discusión fue culpa mía. Ella me preguntó “¿Qué estás viendo en la tele?”. Y yo le contesté: bastante polvo.
* Un día nuestra cortadora de césped –eléctrica- se estropeó. Mi mujer me colmaba la paciencia dándome a entender que yo debería arreglarla. Por mi parte, siempre acababa teniendo otras cosas más importantes que hacer, tipo lavar el coche, hacer un informe, en fin, lo que para mí parecía más importante. Un día ella pensó un modo de convencerme, muy sutil. Cuando llegué a casa, me la encontré agachada en el césped, alto, ocupadísima, recortándolo con su tijerita de costura. Eso me llegó al alma, me emocioné. Decidí entrar en casa y volví después de unos minutos, llevándole su cepillo de dientes. Se lo entregué y se me ocurrió decirle: Cuando termines con el césped, podrías también barrer el patio.
Después de aquello, no me acuerdo de nada. Estoy en blanco. Los médicos dicen que volveré a caminar, ¡pero que cojearé el resto de mi vida!
Autor: La marida.
Sospecha
— Manolo, creo que el niño sabe que es adoptado.
“¿Qué te hace pensar eso?”.
— Lo noto en sus gestos, su mirada, su actitud.
“Son tonterías tuyas, yo no he notado nada, Paco”.
Autor: Otro gallego.
Consejo
— Doctor, ¿es grave?
“Pues te quedan como ocho meses de vida”.
— No me diga eso… ¡¿Y qué me recomienda?!
“Que te cases”.
— ¿Con eso me aliviaré?
“No, pero tus últimos meses de vida se te harán eternos”.
Autor: Una enfermera.
Nada ha cambiado…
Por WhatsApp:
¿Estás enojada?
Escribiendo…escribiendo…escribiendo…
Escribiendo…escribiendo…escribiendo…
Escribiendo…escribiendo…escribiendo…
No.
Autor: Soltero en Facebook.
Orgulloso
— ¿Sabes, Paco? Mi hija ¡es igualita a mí!
“Estarás contento, Pepe”.
— Yo sí; ella no me lo perdona.
Autor: La pobre hija de Pepe.
Breves
— ¡Qué hijos tan inquietos tiene, señora!
“No, es solo uno, ¡pero ¡muy nervioso!”.
***
— Pepe, ¿por qué estás tan contento esta mañana?
“Cómo no voy a estar contento, ¡si mi mujer me ha dicho que soy el mejor amante de todo el barrio!”.
***
Le pedí a mi marido que me llevara a ver “Los Miserables” y hemos estado una hora sentados frente a la puerta de la Cámara de Diputados.
Autor: Un mexicano indignado por cierto bono navideño…
Imposible
Iba Enrique Peña Nieto paseando por el campo con su compadre cuando de repente se le ocurre recargarse en un árbol… y que se le sube tremendo alacrán al hombro.
Todo asustado, el Presidente de México empieza a gritar “¡Quítamelo peneque!”.
Su compadre responde:
“No, pues al alacrán sí te lo puedo quitar, Quique, pero honestamente lo otro ¡pues ni volviendo a nacer!”.
Autor: Otro ciudadano mexicano.
Robot racista
En Nueva Zelanda ya son tan, pero tan modernos, que tienen un robot con un programa de reconocimiento facial para identificar la autenticidad de las fotografías para los pasaportes que tramitan los ciudadanos. Por supuesto que en ese país todo el trámite se realiza por internet.
Bien, pues un estudiante de ingeniería llamado Richard Lee tuvo un problemón con esta tecnología de punta que terminó bloqueándole el trámite solicitado porque el dichoso robot le pidió una y mil veces que abriera bien los ojos para tomarle la foto y pues, siendo de origen asiático ¡EN ZERIO! no pudo hacerlo.
El joven de 22 años terminó exponiendo su caso a través de su página en Facebook, luego esto se viralizó y el Departamento de Asuntos Internos terminó contactándolo para poder tramitarle sus documentos.
Al final Lee dijo: “Fue un robot, no tengo nada de resentimiento”… Claro, contra el maldito aparato xenófobo.