Su coquetería encantó a sus fanáticas, y su música envolvió el lugar en la atmósfera perfecta para que el público se deleitara con cada una de las canciones que Alejandro Sanz regaló la noche del sábado 1 de octubre.
Ante una Plaza Monumental que se le rindió por completo, coreando desde el primer tema “El Silencio de los Cuervos” hasta el final con “Pisando Fuerte”, canción con la que el artista ibérico saltaría a la fama en 1991, el concierto estuvo cargado de matices, primero con las colaboraciones de cuatro de los integrantes de su equipo en la reciente temporada de “La Voz… México”, donde fungió como coach; y después con la actuación de la tijuanense Camía en el tema “Corazón Partío”, hicieron la diferencia del show que ofreció en febrero de este mismo año en Tijuana.
El repaso por su repertorio musical que va desde sus inicios hasta su más reciente material discográfico “Sirope”, también título de su gira, Alejandro Sanz tocó fibras sensibles cuando recordó a las muertas de Juárez, con pancartas con títulos de “Justicia”, “Ayuda”, “Ni una más”, “Ni una menos”, dedicando el tema “No es lo Mismo”; o la insuperable dedicatoria a Tijuana y su gente, en el comentario de bienvenida en el que sin mencionar nombre, le dijo estúpido a Donald Trump, ganándose los aplausos de los más de 8 mil fanáticos reunidos: “No saben la felicidad que tenemos de estar aquí en Tijuana, de verdad, nos gusta mucho venir, nos gusta mucho la gente, hace tiempo estuvimos aquí y nos gustó compartir su forma de ser, de su alegría que tiene aquí. El Norte es mucho muy especial”, expresó.
“Esta canción normalmente se la dedico a los músicos, a la gente que nos ha dado la música, pero hoy se la quiero dedicar al ser humano, que tiene una cosas muy curiosa, se la pasa media vida construyendo muros y la otra media vida tirándolos, y no falta el pendejo que por allá dice que hay que hacer uno más alto, no puede ser; se la voy a dedicar a esta tierra bendita, y agradecerle de todo corazón el trato que nos han dado desde que hemos llegado. Vivan Ustedes, viva la música, éste es su concierto, hagan lo que les dé la gana. Disfrútenlo, canten, bailen, griten, salten y hagan lo que quieran”, al tiempo que se escuchaban los acordes de “La Música No se Toca”.
Lo cierto es que desde que lo pisó, Sanz hizo suyo el escenario, se divirtió con el público, conversó con él, les preguntó si estaban a gusto (expresaría “Yo lo estoy y mucho”); les sonrió, bromeó y hasta hizo un pacto con la gente: “Me iré del escenario, pero volveré si me piden otra”.
Acompañado de nueve músicos (cinco hombres y cuatro mujeres) que también fungieron (algunos) como coristas, la velada pasó por un vaivén de emociones donde el personaje principal fueron las canciones. Con guitarra en mano y también ejecutando magistralmente el piano, el cantautor español selló su amor con sus seguidores con temas como “Amiga Mía”, “Mi Soledad y Yo”, “Camino de Rosas” y “Deja que te Bese”, entre otras, en una cálida noche de otoño cargada de melancolía y un sabor dulce que emanó con cada melodía.
Después de dos horas de actuación, Sanz se despidió con un “Buenas noches, muchas gracias de verdad, de todo corazón”.