Cuando le diagnosticaron el síndrome mielodisplásico, Gonzalo Vega sabía que su enfermedad no tendría cura, sin embargo, luchó hasta el último momento por mantener su calidad de vida. Siete años después el actor pierde la batalla. En una ocasión le preguntaron cómo quería ser recordado: “Con mucho sentido del humor, con una sonrisa… creo que el sentido del humor gobierna el bienestar del hombre”
Un hombre fuerte, de carácter, apasionado de su trabajo y amante de la vida; culto, preparado y sobre todo responsable en cada proyecto en el que trabajaba. Así era Gonzalo Vega, un histrión que hasta el último soplo de su vida agradeció al público el cariño y respeto que le profesaron tanto a su carrera como a su persona.
El lunes 10 de octubre, perdió la batalla que por siete años enfrentó con el síndrome mielodisplásico, enfermedad que lo fue consumiendo, pero él se aferraba a la vida, luchando con valor y temperamento, aunque supo siempre que su enfermedad no tenía cura.
Todo comenzó a finales de 2008, cuando después de sus presentaciones en la obra “La Señora Presidenta”, su cuerpo no respondía de la misma manera, había cansancio y la falta de energía era constante; decidió ir al médico y los estudios arrojaron un diagnóstico nada alentador: mielodisplasia, enfermedad de la médula ósea que provoca que no se produzcan suficientes glóbulos rojos.
De ahí que Vega decidiera alejarse de los reflectores, haciendo una pausa en su carrera para iniciar un tratamiento que le diera calidad de vida: “Yo tengo una enfermedad y no hay medicina para curarla. La medicina que me dan me ayuda a tener calidad de vida, a disfrutar de la comida, pero hasta hoy no se ha descubierto una droga que la cure”, expresaría el actor en 2014 y cada que los medios nacionales le cuestionaban sobre su salud.
Sus días se volvieron angustiosos y difíciles, pero jamás dejó de ser positivo, aun cuando había momentos en que la depresión se apoderaba de su voluntad.
“Yo no sé si me hice el fuerte para no dañar a mi familia o yo realmente pensaba que no iba a poder conmigo eso. Yo no sentía que iba a morir, había momentos de depresión, había momentos en que me desesperaba mucho, que me dolía, que no podía moverme, que estaba en cama”, declararía Gonzalo Vega al portal TVNotas, que lo entrevistó en su casa en la Ciudad de México.
Gonzalo había perdido masa muscular y bajó ocho kilos, situación que lo deprimió. Pensó en el suicidio, pero jamás atentó contra su vida, al contrario, con la ayuda de su pareja Andrea Sisniega y sus hijas Zuria y Marimar Vega, siguió adelante, medicándose, realizándose quimioterapias e intentando tener calidad de vida.
Cuando su cuerpo respondió un poco favorablemente al tratamiento, decidió regresar a los escenarios porque lo suyo era el aplauso del público, pisar los entablados que le devolvían un poco la vida, era su mejor medicina. Aunque sus participaciones fueron escasas, quedará en el recuerdo de la gente una de sus últimas actuaciones en 2013 en la cinta “Nosotros los Nobles”, cuyo personaje de Germán Noble fue muy querido.
Una vida de éxitos profesionales
Gonzalo Vega primero fue estrella de cine antes que la televisión lo llamara, debutó en el séptimo arte como el Teniente Álvarez el 4 de marzo de 1968 en la cinta del director Arturo Ripstein, “Los Recuerdos del Porvenir”.
A partir de ahí, gracias a su versatilidad y grandes posibilidades, le abrieron camino para que en 1970 ligara cintas como “Misión Cumplida”, al lado de Fernando Soler; “Las Pirañas Aman en Cuaresma”, con Isela Vega; “La Agonía de Ser Madre”, con la primerísima actriz Marga López; y “Porque Nací Mujer”, con Ofelia Guilmáin. Sin embargo, fue “El Lugar sin Límites”, de Ripstein, puso al aún joven actor en el panorama nacional e internacional, gracias a su participación en una cinta cuyo tema era tabú en los años 70: la homosexualidad.
El legado de Vega en la cinematografía es extenso, algunos proyectos muy exitosos, y otros que solo se sumaron a su lista profesional. Desde actuar con Fernando Soler, hasta ser el padre de Luis Miguel, también actuó al lado de Lucía Méndez, Carmen Montejo, Raquel Olmedo, entre otras importantes figuras.
Con reconocimientos significativos en el cine, y después de probar suerte en teatro, Gonzalo logró posicionarse como uno de los actores más populares en plan estelar en los años 80 bajo la piel de José Carlos Larios, que lo catapultó como mejor actor en la telenovela “Cuna de Lobos”, melodrama que rompió récords de audiencia, se vendió a muchos países alrededor del mundo y lo obligó a exigirse más como histrión. Después vendrían otros trabajos como “En Carne Propia”, “Alondra” y “La Vida en el Espejo”.
El placer de haber conquistado el cine y la televisión, lo llevó a aceptar darle vida a un personaje que lo marcaría de por vida: “La Señora Presidenta”, obra que se estrenó el 8 de julio de 1991, con la que recorrió todo el país y Estados Unidos, proyecto que lo mantuvo en el poder por más de dos décadas; solo su enfermedad lo obligó a bajar el telón.
Con más de 45 años de trayectoria, en el que representó miles de veces a Don Juan Tenorio, en el que su versatilidad le permitió meterse en la piel de cientos de personajes a quienes dio vida en cine, teatro y televisión, a Gonzalo Vega solo lo detuvo la muerte. El 10 de octubre de 2016 murió a los 69 años, rodeado de su familia y en completa paz.
“Mi papá se fue en paz, tranquilo como él era, y por el momento no tenemos más que decir; es un momento difícil en familia”, expresaría a medios nacionales la actriz Zuria Vega.a