Política Breve y de Emergencia
El Partido Acción Nacional (PAN) vive una seria pero muy sencilla crisis política. Por falta de autoridad moral para escuchar a sus propios disidentes, Ricardo Anaya, presidente del Comité Ejecutivo Nacional, ha postergado el diálogo que le exigen quienes quieren verle o fuera de la presidencia del CEN o en la presidencia, pero con la manifestación clara de que no utilizará el cargo para promover su personal candidatura a la Presidencia de la República en 2018.
El tema ya no es cosa menor. Al inicio de la gestión interina de Anaya (mientras Gustavo Madero contendía por una diputación plurinominal en 2015) de su mano se transformó la cara pública del partido, con un aire fresco en las relaciones con los medios de comunicación y sobre todo con una estrategia dirigida a los jóvenes que son la mayoría del electorado, le quitó la polilla al PAN y lo presentó claro, objetivo y transparente; solo que en el proceso construyó un nuevo personaje político, el “presidente Ricardo Anaya”.
Los resultados de esa estrategia fueron buenos para la institución, aunque no pudo obtener amplios triunfos, sí contuvo la debacle electoral que se advertía y reposicionó al PAN. De manera que cuando vino el relevo de Gustavo Madero en la dirigencia panista, Anaya fue la primera opción de muchos militantes que consideraron que el tono y estilo demostrados en el interinato deberían seguir. Anaya obtuvo un amplio triunfo para llegar a la presidencia del CEN y con ese resultado como impulso, continuó en la profusa promoción y reposicionamiento del partido con el nuevo personaje de la política, el “presidente Ricardo Anaya”.
2016 trajo para Acción Nacional los mejores resultados en las elecciones de los estados de toda su historia, independientemente del análisis que pudiera hacerse a las causas de los triunfos en 7 de las 12 gubernaturas en disputa, la realidad es que nadie esperaba ni remotamente un resultado de tal magnitud; como mientas transcurrieron los procesos electorales también continuó la promoción de la campaña “presidente Ricardo Anaya”, los cercanos al dirigente nacional asociaron ambas cosas y vieron en los resultados alcanzados el empate de sus sueños políticos iniciados en el interinato, de verdad convertir al “presidente Ricardo Anaya” en presidente de la república.
Solo que, en el proceso de construir al personaje y al candidato, el equipo de Ricardo Anaya se olvidó de la tradición de orden y respeto de la militancia panista. A muchos no les ha parecido adecuado que con el uso de los espacios oficiales en los medios electrónicos de comunicación se siga construyendo la emergente candidatura; por una parte, está la crítica sobre la legalidad misma de esa práctica y por otra, un fuerte cuestionamiento sobre el proceder ético del presidente del PAN, que fue electo para coordinar y conducir los esfuerzos electorales pero no para encabezarlos.
Ahora al PAN no le faltan aspirantes probables para el relevo en la presidencia de la república en 2018; entre los tropiezos y malos resultados del presidente Peña Nieto y las 11 entidades el país donde Acción Nacional hará o hace gobierno, hay una fuerza suficiente para considerar el regreso panista a Los Pinos; sin embargo, otras corrientes y equipos políticos tienen años trabajando con esa meta, en la tradición partidista e inclusive hasta hace unos meses en el propio estatuto, existía la prohibición de utilizar las dirigencias de partido (todas, cualquiera) como plataforma personal para alcanzar posiciones de elección popular, pero Anaya modificó el estatuto y los otros equipos no lo vieron venir o no creyeron que intentara lo nunca visto.
En año y medio será la elección de la presidencia de México, para algunos pudiera faltar mucho tiempo, pero para el posicionamiento real de una opción electoral de esa dimensión la verdad es muy poco lo que falta y mucho lo que se necesita hacer. Las encuestas públicas nunca han dejado de registrar el nombre de los posibles candidatos del PAN, entre ellos está el de Anaya; el resultado posible de su participación es con mucho, menor al que otras opciones pudieran lograr al enfrentar al PRI y a Morena, de hecho, su participación (según las encuestas) significaría obtener el tercer lugar en una elección, contrario a otras opciones que obtendrían inclusive el triunfo.
La crisis que hoy vive el panismo es grave, porque en ella le puede ir su capacidad real de ganar las elecciones del 2018, es grave porque siendo el PAN un partido que promueve la congruencia entre el pensar, el decir y el hacer, no se puede dar el lujo del “pragmatismo eficientista” instrumentado precisamente por su presidente nacional. Y sin embargo es una crisis sencilla, porque se resuelve tan solo con la decisión de Ricardo Anaya: ¿en 2018, quiere ser presidente del PAN o candidato del PAN?
Que la historia lo registre.- El panismo de BC “destapó” la candidatura de Ricardo Anaya hacia el 2018. La explicación es sencilla: el gobernador Kiko Vega y el ex presidente Felipe Calderón tienen dos décadas de “tensas relaciones” políticas; la otra opción sería Margarita Zavala, esposa de Calderón.
Botón rojo.- ¿Por qué la Comisión Anticorrupción del PAN no ha investigado el crecimiento del padrón de militantes del 2014, como se comprometió Ricardo Anaya en su toma de protesta como presidente?
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas.